Este verano toca ver cine. Mucho cine. Lo pide el cuerpo. Este es el primer verano enteramente “postpandémico”. Muchas veces pienso que no nos damos la suficiente cuenta de lo que ha pasado en los tres últimos años, sin tiempo de duelo por el desastre, sin reflexión. Nos metimos, de nuevo, en el curso desbocado del río de la vida, porque durante un tiempo demasiado largo nos robaron el mañana pero perdimos de vista el horizonte, porque a esa velocidad no se puede discernir de dónde vienes, y menos aún te puedes retirar a la orilla un rato simplemente para pensar en la magnitud de un tiempo extrañísimo, terrible, que ha dejado secuelas psíquicas y físicas en millones de personas. Por tanto, propongo orilla con vistas. Reposo. Y CINE. Con mayúsculas. Elijan las películas que les hagan soñar de nuevo en las jóvenes noches estivales, esas en las que todo parecía posible. ¿Recuerdan esa sensación, ese hormigueo?
Para ello me traigo a Zenda a una de las personas que mejor y más pueden hablar de este arte que simboliza la evasión por excelencia, el gran Juanma de la Poza, que además acaba de publicar junto al también escritor y crítico de cine Fernando Alonso Barahona su primera obra, Charlton Heston, un héroe para la eternidad (Amarcord, 2023), un extraordinario tratado imprescindible para acercarse a la biografía personal y artística del legendario auriga de las cuadrigas que separó el Mar Rojo y maldijo a los simios por haber aniquilado su planeta.
Juanma de la Poza es licenciado en Geografía e Historia y en Literatura y Lengua Castellana por la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba y la UNED. Actualmente dirige su propia empresa de marketing digital, desarrollando una labor docente en varias ONG, para lo que usa el lenguaje cinematográfico como vehículo para promover el espíritu crítico del alumnado y educarlo en valores.
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—Querido Juanma, ¡cómo nos deleitas en las redes con tus fotos inmortales de artistas de cine! ¿De dónde nace esa maravillosa colección?
—Surge durante mi niñez y se afianza al llegar a la adolescencia. Mi afición al coleccionismo de material de cine empieza poco después de ver Río Bravo (1959), de Howard Hawks, por primera vez. La película me causó tal impacto que comencé a coleccionar películas en VHS, vinilos de música cinematográfica, carteles de películas, revistas de cine, postales de actores y actrices, láminas de escenas míticas de películas, libros de cine escritos en español e inglés… La paga semanal que me daban la dedicaba a comprar casi todos los materiales relacionados con el mundo del cine que se cruzaban por mi camino. También compraba los cómics y libros que podía. Y es que, dejando a un lado el cine, la literatura es otra de mis grandes pasiones. Compaginando los estudios con el trabajo se me ocurre la idea de añadir estas dos pasiones a la decoración de mi casa y la voy convirtiendo, poco a poco, en un museo particular donde conservar mi patrimonio cultural. Una de las cosas que me gustaría hacer en el futuro es abrirles las puertas de esta casa museo a todos los enamorados de la cultura que quieran adentrarse en lo más profundo de mi mundo interior. La era digital en que vivimos me ha permitido acceder a bancos de imágenes que tienen muchas ventajas, como una variedad infinita de recursos, donde puedo tener una gran selección de fotografías relacionadas con el cine a un coste bajo mediante una suscripción.
—Y cuéntanos, ¿cómo nació esta pasión?
—Mi padre, desde niño, me trasladó su pasión por el cine, en especial por el wéstern y John Wayne. Mi amor por la literatura se lo debo a mi abuela materna, una devoradora de libros. El amor por la lectura no se enseña, se transmite. Y a mí me lo transmitió mi abuela.
—¿Cuál fue la película revelación de tu infancia?
—Sin duda alguna, Río Bravo. Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi: fue en 1979, en un homenaje que Televisión Española le realizó a John Wayne con motivo de su fallecimiento. Tenía poco más de cinco años. Me quedé boquiabierto delante del televisor durante toda la película, disfrutando de las aventuras de un grupo de héroes formado por John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson y Walter Brennan. Los cuatro se pasan buena parte del filme encerrados a cal y canto en la comisaría de un pequeño pueblo texano tratando de impedir que un poderoso terrateniente libere a un preso encarcelado por asesinato, que resulta ser su hermano, antes de que llegue la autoridad estatal para llevárselo. Al grupo se une Feathers, interpretada por Angie Dickinson. A partir de ese momento el wéstern se convirtió en mi género cinematográfico favorito y John Wayne en mi héroe. Un poco más tarde, descubrí a John Ford y Howard Hawks y esas películas tan brillantes que solo dos genios del cine son capaces de rodar. En la gran pantalla hubo dos películas que marcaron mi niñez: Star Wars y Superman. Vi Star Wars a finales de 1977. La película de George Lucas me permitió sumergirme en un universo de aventuras, ficción y fantasía donde todas las piezas encajaban a la perfección. Para ver Superman, en febrero de 1979, mi padre y yo tuvimos que coger un taxi, ya que estaba lloviendo a mares ese día y el cine donde la proyectaban nos pillaba bastante lejos de casa. Como aficionado confeso a los cómics, salí de la sala deseando ver más películas protagonizadas por superhéroes. Unos años más tarde supe de la existencia de un cineasta del que hablaba todo el mundo, Steven Spielberg, a través de En busca del arca perdida y E.T., el extraterrestre. Otro de los directores que más han influido en mi pasión por el cine.
—¿Qué es para ti el cine?
—El cine puede ser una explosión de vida y el reflejo de la sociedad que lo produce. No obstante, prefiero definirlo como un ferrocarril de imágenes por cuyos raíles surcan mis sueños.
—Tú aplicas tus conocimientos cinematográficos directamente cómo método de enseñanza. ¿Qué están aprendiendo tus alumnos de nuevas tecnologías a través de las películas?
—Mi objetivo es enseñar a mis alumnos valores y competencias analizando secuencias de películas, desde El Padrino hasta Cadena perpetua, pasando por Las chicas de la Cruz. Asimismo, les pongo muchas escenas de películas de José Luis Garci, ya que lo considero el director de los valores. Disfruto enseñándoles a mis alumnos, a través de estas secuencias, que el cine tiene el valor en sí mismo de ser trasmisor de dramas humanos. Como todo arte, una película utiliza técnicas que hay que conocer e interpretar para que los mensajes lleguen a nosotros de la manera más parecida a como quienes han realizado la película lo han pretendido. Cuando les pongo un filme completo intentamos averiguar entre todos cuáles son sus mensajes principales, analizamos el lenguaje cinematográfico en relación con esos mensajes, describimos críticamente el argumento, comparamos lo que plantea la película con nuestra realidad… y finalizo la clase preguntándoles lo que les ha enseñado la película y si se ven reflejados en algunos de los personajes que aparecen.
—Esta pregunta va para ti y para Fernando Alonso Barahona. ¿Por qué elegisteis a Charlton Heston en la obra que acabáis de publicar, qué simboliza para vosotros?
—FAB: Su legado cinematográfico como actor es impresionante. La carrera profesional de Charlton Heston es la de un auténtico héroe épico que, como el Cid Campeador, en la vida y en la muerte, fue el «más noble caballero andante que jamás ciñera espada». Charlton Heston fue un actor grandioso, el símbolo de una época en la que Hollywood se tomaba a sí mismo en serio, cuando los héroes provenían de libros de historia, no de cómics. Ben-Hur o El Cid no se podrían hacer hoy, porque la cultura popular ha cambiado tanto como la moda política. No hay nadie como él que llene la pantalla con su presencia. Mientras otros actores han compuesto personajes que han llegado a convertirse en iconos personales, él ha logrado encarnar a iconos de épocas pasadas. Cuando un grupo de turistas admiraba el Moisés de Miguel Ángel, uno de ellos exclamó con toda naturalidad: «Se parece a Charlton Heston».
—JP: A finales de 2022, Amarcord Ediciones se puso en contacto conmigo para ofrecerme la posibilidad de escribir una biografía para conmemorar el centenario del nacimiento de Charlton Heston (4 de octubre de 2023). En ese mismo momento me vino a la cabeza el nombre de Fernando para que me ayudase a escribir la obra. Fernando había publicado dos libros sobre el actor antes de la aparición de Charlton Heston: Un héroe para la eternidad. Lo llamé por teléfono y aceptó la propuesta al instante. En poco tiempo, el libro se ha convertido en un éxito enorme y ya estamos preparando otra obra para esta editorial. Queríamos que el libro fuera un documento imprescindible para acercarse a la biografía personal y artística del protagonista, y creo que lo hemos conseguido. Charlton Heston simboliza lo mejor del cine histórico y épico del Hollywood dorado. Posee un carisma arrollador, similar al de otras estrellas como John Wayne. Chuck era capaz de interpretar a cualquier personaje, especialmente las figuras históricas que han tenido una existencia real. Aunque su larga carrera profesional abarcó mucho más que las epopeyas bíblicas que protagonizó, los personajes de Ben-Hur y Moisés influyeron en gran parte de la esencia de la personalidad pública del actor durante el resto de su vida. Además, trabajó en cuatro películas que ha visto todo el mundo: Los Diez Mandamientos, Ben-Hur, El Cid y El planeta de los simios.
—¿Cuál es su mejor papel, en vuestra opinión?
—FAB: Es difícil seleccionar sus grandes interpretaciones. Destacaría su trilogía épica: Los Diez Mandamientos, Ben-Hur y El Cid. Will Penny, un wéstern crepuscular sobre un vaquero de mediana edad que ve cómo se escapa su vida sin haber conocido de verdad su propia existencia, se rodó por empeño personal del actor y realizó una de sus mejores interpretaciones.
—JP: Mi interpretación favorita de Charlton Heston es la de Will Penny en El más valiente entre mil, donde interpreta magistralmente a un cowboy veterano que se encarga de vigilar las lindes de un gran rancho. La escena en la que Will se despide de su amada Catherine demuestra la grandeza del actor.
—Charlton Heston tenía un rostro especial: pétreo, clásico. ¿Qué actor actual crees que podría representar un papel como los que hacía Heston para Cecil B. DeMille?
—No existen actores en estos momentos que tengan el carisma de Charlton Heston. Representar un papel como los que hacía para Cecil B. DeMille resulta complicado. Puede que Russell Crowe, quien estuvo soberbio metido en la piel del general romano Maximus Decimus en Gladiator, e interpretando al capitán Jack Aubrey en Master and Commander: Al otro lado del mundo. Su versión de Robin Hood no me desagradó, a pesar de las malas críticas que recibió. Christian Bale interpretó a Moisés en Exodus: Dioses y reyes. Los críticos masacraron al actor británico. No me parece que lo hiciera tan mal, aunque está a años luz de Charlton Heston en Los Diez Mandamientos.
—¿Qué atraía tanto de nuestro país a los actores de Hollywood?
—A finales de los años 50 España se convirtió en uno de los destinos favoritos para los productores de Hollywood. A partir de los años 60 muchas estrellas comenzaron a venir a España para pasar sus vacaciones de verano. Les gustaban nuestras playas, gastronomía y costumbres. Ava Gardner vino a rodar Pandora y el holandés errante y se pasó 15 años viviendo en España. A la actriz le atraían las noches madrileñas. Incluso cerraban los tablaos flamencos para que montara juergas de varios días. Samuel Bronston fue el responsable de la mayoría de las grandes superproducciones de Hollywood que llegaron a España a finales de los años 50 y comienzos de los 60. Las escenas más recordadas de El Cid son las que tienen lugar en Peñíscola, con su castillo de fondo. Otra de sus cintas se convirtió en la mayor superproducción rodada en España: 55 días en Pekín. El productor le encargó el proyecto a Nicholas Ray, con el que ya había trabajado en Rey de reyes. La película fracasó en taquilla. La misma suerte corrieron La caída del Imperio Romano y El fabuloso mundo del circo. Acosado por los acreedores, se vio obligado a abandonar España, frustrándose la idea de convertir nuestro país en un segundo Hollywood.
—¿Quién o quiénes son tus actrices y actores favoritos y por qué?
—Los actores que más me gustan son los del Hollywood dorado. Mi actor favorito es John Wayne. El Duque me parece un icono de los valores que siempre ha representado al héroe cinematográfico: honor, fuerza, valor, defensa de los más débiles, sacrificio, justicia… Cuando me preguntan por él suelo definirlo como el héroe de héroes. John Wayne me sigue gustando en la actualidad por ser la encarnación de valores en desuso o maltratados por una parte de la sociedad. Siendo el wéstern el género clásico norteamericano por excelencia, no me parece descabellado decir que John Wayne, la encarnación del cowboy en la gran pantalla, es el actor más importante de Hollywood.
Después de John Wayne hay numerosos actores a los que les tengo una gran admiración, entre ellos Charles Chaplin y Humphrey Bogart. Chaplin me parece el más versátil de todos. Solo un genio era capaz de crear un personaje tan entrañable, romántico y optimista, a pesar de las continuas penurias que pasa, como Charlot. El pequeño vagabundo, con aires de dandi, bigotillo, levita estrecha, pantalón demasiado grande, zapatones, bastón y bombín, todavía sigue emocionando al público actual. Considero a Humphrey Bogart un galán atípico, al tratarse de una persona físicamente alejada del prototipo hollywoodiense. Sin embargo, esa capacidad única que posee para interpretar papeles de tipo duro me parece lo más admirable en él. Otra de las cosas que valoro en Bogart es que alcanzó el estrellato cuando ya pasaba los 40 años. Alfredo Landa siempre ha sido el actor español que más me ha gustado. Aunque su carrera profesional es irregular, jamás perdió el cariño del público. Mucha gente lo conoce como cómico, pero interpretó papeles dramáticos que siguen estando presentes en la memoria colectiva. Dejó una herencia, el landismo, lo que le convierte en el único actor mundial en crear un subgénero cinematográfico, maltratado por quienes han sido incapaces de ver su trasfondo social.
Me pasa lo mismo con mis actrices favoritas. Exceptuando a Charlize Theron, las intérpretes que más me llaman la atención son las del Hollywood dorado. Admiro a Katharine Hepburn por su carácter rebelde y ser una adelantada a su tiempo. A los 21 años, participando en una obra de teatro la despidieron al finalizar su primera función. Esto hizo que tuviera más ganas de aprender, trabajar y superarse a sí misma. Sophia Loren es otra actriz que me llama la atención. A los que piensan que solo es una mujer atractiva les recomendaría que vieran Dos mujeres, Matrimonio a la italiana o Una jornada particular, y seguro que cambiarían de opinión, porque en estas cintas ofrece unos registros interpretativos impresionantes. Y no se puede estar mejor en una película que Elizabeth Taylor interpretando a la atormentada Catherine en De repente el último verano. Confieso que me enamoré de Maribel Verdú la primera vez que la vi. Otra de mis actrices más adoradas.
—¿Cuáles son tus películas favoritas? Cuéntanos también las razones.
—Mi película favorita es El hombre tranquilo. He visto muy pocos filmes tan entrañables. Me encanta esa sencillez mágica que la recorre desde el inicio, su nada fingida humanidad, su tono festivo de amistad eterna, trasladado incluso a la pelea final, ese respeto con el que están contempladas las relaciones entre católicos y protestantes, con Ward Bond ocultando su cuello clerical para vitorear a su rival religioso ante la visita que lleva a cabo el obispo de su escasa congregación. O ese anciano resignado a su suerte que salta de la cama cuando le están dando la extremaunción ante el fragor de una lucha. Innisfree, un pueblo irlandés construido por la imaginación de John Ford, es lo más parecido al paraíso. Protagonizada por mi pareja cinematográfica favorita, John Wayne y Maureen O’Hara, y un elenco de actores de reparto irrepetible. La historia de amor entre Sean Thornton y Mary Kate Danaher es la más bonita junto a la de Laura Jesson y Alec Harvey en Breve encuentro, obra cumbre de David Lean y de la edad de oro del cine británico.
Luego irían Río Bravo, El hombre que mató a Liberty Valance y Centauros del desierto, las dos últimas dirigidas por John Ford, tres de las películas más influyentes de la historia. Sin Centauros del desierto y la búsqueda obsesiva de Nathan Edwards (un John Wayne inmenso) no se habrían rodado algunas de mis cintas favoritas del nuevo Hollywood: Tiburón, Taxi Driver, Star Wars, Encuentros en la tercera fase o Apocalypse Now. Fuera del cine norteamericano me gustaría destacar algunas obras de José Luis Garci: El crack y El crack II, Canción de cuna, El abuelo… Siento devoción por Metrópolis y varias películas de Fritz Lang. La historia se desarrolla en una ciudad que es metáfora de las tensiones sociales e ideológicas de una sociedad cuyos conflictos son similares a los del Berlín de los años 20. En ese mundo futurista existe un orden jerárquico demasiado estricto y dual que divide a sus habitantes en dos clases: una minoría formada por los que ostentan el poder económico e intelectual, habitantes privilegiados de un espacio superior, y una mayoría de trabajadores del subsuelo, cuyo único objetivo en la vida se reduce a hacer funcionar las máquinas que mantienen la ciudad. La injusticia originada por esta distribución desigual de la riqueza y el mal uso de las máquinas vaticina un futuro inestable, por una serie de propuestas revolucionarias que deben ser controladas.
—Dinos algunos títulos que deberían ser reivindicados o redescubiertos.
—Si Filmoteca Española no le hubiera rendido un homenaje a José Luis Garci con motivo del 40º aniversario del Premio Oscar a la mejor película en lengua no inglesa que ganó Volver a empezar, te hubiera dicho los títulos de algunas de sus películas. Llevo años reivindicando su filmografía. Me alegro de que se haya hecho justicia con uno de nuestros directores más importantes.
Por tratarse de mi director de cine favorito, voy a darte los títulos de dos películas dirigidas por John Ford: Escrito bajo el sol y Misión de audaces. Escrito bajo el sol es una historia fantástica de superación personal. Para conseguirlo, el protagonista (John Wayne) opta por dejar en segundo plano la vida familiar. Misión de audaces tiene su encanto en la exposición de dos posturas enfrentadas, representadas por dos personajes distintos, interpretados por John Wayne y William Holden. También está infravalorada El Álamo, de John Wayne. Si les hablo a mis alumnos sobre el coraje no encuentro otro filme que lo retrate de manera tan inspiradora. El manantial es otra película que no goza del reconocimiento que se merece. Muchas veces me veo reflejado en Howard Roark (Gary Cooper), el protagonista del filme de King Vidor y de la novela homónima de Ayn Rand, un hombre honesto, íntegro, algo individualista, idealista y luchador, ávido de romper con todo lo que ha hecho hasta el momento en su profesión. Un profesional que se comporta de manera inflexible ante las presiones personales, profesionales y económicas, encaminadas a obligarle a hacer concesiones a lo convencional, la mediocridad y el capricho de los inversores.
—¿Quién fue el mejor director de actores? ¿Y quién o quiénes lo son en la actualidad?
—Considero a George Cukor el mejor director de actrices, por las interpretaciones memorables que fue capaz de conseguir de estrellas tan dispares como Greta Garbo, Katharine Hepburn o Joan Crawford. En la actualidad destacaría a Pedro Almodóvar. En la mayoría de sus obras las mujeres se convierten en el hilo conductor de la historia.
—¿Cuál fue o es el más maniático, o el más temido u odiado, por los propios actores?
—La cosa estaría entre Alfred Hitchcock y Stanley Kubrick. El genio del suspense era un director controlador hasta las últimas consecuencias y tenía una extraña debilidad, mezcla de adoración y desprecio, por las actrices rubias, pues las consideraba misteriosas a la vez que frívolas. Stanley Kubrick era igual de maniático que amable. Durante el rodaje de 2001: Una odisea del espacio le angustiaba la posibilidad de que los extraterrestres llegaran a la Tierra antes del estreno de la película para boicotearla y quiso contratar un seguro que protegiera el coste del filme. En Nueva York, antes del estreno de La naranja mecánica supervisó todas las salas. Se encontró una pintada de blanco y mandó que la pintaran de otro color. Además, se encargaba personalmente de elegir a los directores de doblaje de sus películas que se estrenaban en países de habla no inglesa. Otto Preminger era el director más odiado por los actores, las principales víctimas de sus rabietas destructoras de vanidades. Lo llamaban Otto el Terrible. Marilyn Monroe se convirtió en una de sus víctimas favoritas. La describía como «una aspiradora con pezones». Marilyn soñaba con tener un hijo con Albert Einstein. Incluso llegó a decir que el niño sería perfecto si tuviese el cuerpo de ella y el cerebro de él. El director respondió: «¿Y qué pasaría si el niño tuviese el cuerpo de Einstein y el cerebro de Marilyn?». Michael Caine dijo de él: «Preminger solo es feliz si algún otro se siente miserable».
—Describe tres escenas memorables para ti…
—En El hombre tranquilo, cuando Elizabeth Playfair (Eileen Crowe), la esposa del reverendo Cyril «Snuffy» Playfair (Arthur Shields), alaba la sensibilidad de Sean Thornton (John Wayne) por haber escogido el verde esmeralda para las puertas y ventanas de su casa, preguntándole: «¿No será usted poeta?». Y Thornton le responde de inmediato: «No, en absoluto». El taxista nocturno, veterano de Vietnam, Travis Bickle (Robert De Niro) conoce en Taxi Driver a Betsy (Cybill Shepherd), una joven que trabaja como voluntaria en la oficina electoral de la campaña presidencial del senador Charles Palantine. Aunque al principio se resiste a la propuesta, finalmente accede a tomarse un café con él. No obstante, en la siguiente cita Travis lo estropea todo. Lleva a la chica a un cine porno y con ello se muestra tal como es: un ser inmerso de lleno en ciénagas mentales permanentes. La escena de Tootsie donde Michael Dorsey / Dorothy Michaels (Dustin Hoffman) se sienta junto a Leslie «Les» Nichols (Charles Durning), el padre de Julie (Jessica Lange) —la compañera de reparto de Dorothy en una serie de televisión de la que se ha enamorado— en un bar y le entrega el anillo de compromiso que este último le había regalado a Dorothy.
—Y tres bandas sonoras que te transporten.
—Mi banda sonora favorita es la que compuso Dimitri Tiomkin para El Álamo (1960), de John Wayne. Ha pasado a la historia del cine por la inolvidable canción «The Green Leaves of Summer», convertida en un clásico desde el primer momento y número uno en todos los países en los que se estrenó el filme. De la melodía de Dimitri Tiomkin y la letra de Paul Francis Webster nace una balada hermosa que habla de los tiempos de juventud, la plenitud del verano, el regreso a casa, dentro de un contexto dramático. Nino Rota compuso para El Padrino una partitura evocadora, rebosante de tristeza y recuerdos. ¿Quién no ha tatareado alguna vez el «Tema de amor» de El Padrino? La música de Tiburón, compuesta por John Williams, y ese tema que anuncia la presencia del tiburón hicieron que tuviera miedo de bañarme en la playa, no fuera a salir uno enorme de sus aguas. Te aseguro que era incapaz de poner un pie en la orilla.
—Asocia un nombre de un actor y una actriz a cada una de estas cualidades: seductor, enigmático, cómico, romántico, terrorífico, aventurero, histriónico, elegante…
—Clark Gable ha sido el gran seductor del cine. Sin embargo, antes de triunfar en Hollywood muchos de los responsables de MGM lo encontraron feo y con unas orejas enormes. Marilyn Monroe me parece la actriz más seductora. Esta aparente rubia tonta era una actriz de comedia genial y una mujer inteligente que soñaba con convertirse en una gran actriz dramática. Sus enormes ojos saltones, cara redonda y baja estatura hicieron de Peter Lorre el actor más enigmático. Cuando se instaló en Hollywood quedó relegado a papeles de villano. Su larga melena, con ese mechón que le caía a un lado y le tapaba un ojo, convirtió a Veronica Lake en la actriz más enigmática que he visto. Su peinado (peek-a-boo) se convirtió en el favorito de las norteamericanas durante la Segunda Guerra Mundial. El actor más cómico es Charles Chaplin. Creó un estilo único de humor que se ha convertido en la inspiración principal de todos los cómicos. Y su interpretación de una joven rica, alocada y caprichosa en La fiera de mi niña, convierte a Katharine Hepburn en la actriz más cómica. Pienso que Gary Cooper es el actor más romántico de la historia del cine. Todas sus compañeras de reparto cayeron rendidas a sus encantos. En cuanto a actrices, Myrna Loy interpretó más papeles románticos que ninguna otra actriz de la historia. Su caracterización del monstruo de Frankenstein inmortalizó a Boris Karloff como el actor más terrorífico del celuloide. Linda Blair me parece la actriz más terrorífica por su papel de Regan en El exorcista. La escena en la que exhibe el espíritu maligno que la posee me sigue aterrorizando 50 años después de su estreno.
Errol Flynn, un amante de la aventura dentro y fuera de la pantalla, hizo su aportación más importante al cine de aventuras interpretando a Robin Hood en Robin de los bosques, por la vitalidad y el entusiasmo que le imprimió al famoso arquero de Sherwood. Maureen O’Hara, la irlandesa rebelde de cabellos rojos y ojos verdes, es la actriz más importante del cine de aventuras teniendo en cuenta sus intervenciones en El cisne negro, Simbad, el marino o La isla de los corsarios. Jack Nicholson me parece el actor histriónico por excelencia. Le gusta llevar las cosas al límite cuando interpreta. Ahí radica su encanto. Sus capacidades histriónicas le han permitido destacar a Amy Adams a lo largo de estos años. El nombre de Cary Grant está asociado a la elegancia. El actor planchaba los cordones de los zapatos y elegía minuciosamente su vestuario. Audrey Hepburn posee un estilo sofisticado que perdura en el tiempo y aún lo emulan miles de mujeres.
—Elige cinco momentos del cine que consideres imprescindibles, aquellos que hayan cambiado la historia del séptimo arte.
—El acorazado Potemkin. Sergei M. Eisenstein rodó una película que tiene una técnica y un montaje sorprendentes, donde constata la importancia del cine no solo como medio de evasión, sino como fuente de la historia contemporánea. Metrópolis. Visión apocalíptica de Fritz Lang de la sociedad del futuro plagada de símbolos y alegorías, muchas de estas últimas de carácter cristiano, como las catacumbas donde viven el proletariado y el grupo social urbano formado por los individuos socialmente marginados, alusión directa a las catacumbas romanas durante los inicios del cristianismo. La diligencia, el primer wéstern sonoro de John Ford. A finales de los años 30 este género estaba pasado de moda y relegado a la serie B. Esta película, influenciada por el expresionismo alemán, consiguió resucitarlo y ponerlo de nuevo en las cotas más altas de calidad artística y aceptación popular. La cinta lanzó al estrellato a un entonces desconocido John Wayne. Ciudadano Kane. Durante muchas décadas ocupó el primer puesto en la lista de las mejores películas de la historia del cine. Orson Welles renovó el cine con este filme. Un delirio de ingenio y creación, una clase magistral de técnica, estructura y narración cinematográfica. Cantando bajo la lluvia. Stanley Donen y Gene Kelly rodaron el mejor musical de la historia y una de las grandes muestras de cine dentro del cine. Contiene algunos de los grandes números musicales que he visto.
—El romance más sonoro de la gran pantalla fue…
—El romance cinematográfico más escandaloso que recuerdo se produjo entre Elizabeth Taylor y Richard Burton durante el rodaje de Cleopatra. Una relación marcada, desde el principio, por la pasión desenfrenada. Los dos actores estaban casados cuando se enamoraron. Ninguno de ellos tuvo reparo alguno en exhibir el adulterio por las calles de Roma, tocándole las narices al papa Juan XXIII, quien hizo público su malestar.
—¿Sistema Stanislavski (Actors Studio) o naturalismo?
—Prefiero lo segundo. Siempre me he sentido más identificado con actores como John Wayne, poseedores de una personalidad extraordinaria, para los que la interpretación era cuestión de naturalidad. El método desarrollado por Stanislavski no me entusiasma. Pero no puedo negar que es una de las corrientes que más ha influido en el mundo de la interpretación, siendo el Actors Studio la base para la formación de muchos actores importantes.
—¿Cómo crees que influye el paso por el teatro en la interpretación en la gran pantalla?
—A lo largo de la historia del cine la mayoría de los actores han comenzado dando sus primeros pasos sobre las tablas. No creo que sea necesario formarse en el teatro para llegar a ser actor de cine. John Wayne alcanzó la fama sin hacer teatro profesional. Un actor que posea talento puede trabajar tanto en cine como en teatro. Lo importante es diferenciar las dos técnicas. En el teatro se actúa de manera diferente que en el cine. En el teatro la interpretación de un actor suele girar en torno al cuerpo y la voz, en el cine la cara es el elemento fundamental. En el teatro hay más libertad de movimientos, en el cine son vitales y deben estar controlados.
—Hablemos de belleza y atractivo, algo que busca todo arte. ¿Quién encarna, en tu opinión, la belleza femenina y la masculina? ¿Y el atractivo? ¿Cómo ha tratado el cine a la fealdad?
—La belleza y el atractivo son cualidades subjetivas y abstractas. Importantes para el arte, aunque lo relevante sea el significado de la obra. Charlize Theron me parece la actriz que mejor encarna esa belleza que sirve al artista en sus creaciones. En cuanto a actores, vuelvo a poner a Cary Grant como ejemplo de elegancia. Y el atractivo masculino está bien representado por Paul Newman y sus ojos azul celeste luminosos. Al tratarse de un elemento esencial de la realidad que debe representarse, la fealdad es necesaria en el cine. No creo que la haya tratado mal, salvo excepciones. Nunca hay que quedarse con lo superficial. Debemos la madurez suficiente para ver más allá. Apostar por lo duradero. No me llama la atención lo efímero por muy bello que sea.
—¿Qué opinas del revisionismo que intenta coartar la libertad creativa en la cultura? ¿Y qué crees que podemos hacer al respecto?
—El revisionismo histórico es lo último de lo último en el mundo de lo absurdo. Películas rodadas antes del siglo XXI analizadas con lupa por casos de racismo, homofobia o machismo. Hay tantas cosas que hacer para mejorar el mundo que me parece una perdida de tiempo juzgar películas del pasado con los criterios del presente. Casi todo el cine anterior al siglo XXI está en tela de juicio porque una serie de personas ha decidido, sea por incultura, desinformación o maldad, que cualquier disciplina tiene que ser revisada. Esta corriente pretende imponer el pensamiento único, dividir la sociedad cambiando la historia, presentando una versión alternativa. El revisionismo histórico se combate contando los peligros que representa para la sociedad occidental: la afirmación de la verdad absoluta, conceptualmente diferente de la veracidad. La mentalidad totalitaria de este movimiento se frenaría con una mentalidad liberal, fomentando la democracia cultural, estimulando en las personas el entusiasmo por la lectura y no manteniendo a la población sumergida en el fango de la ignorancia. Este movimiento está corrompiendo todos los cimientos de la sociedad.
—¿Qué te parecen las nuevas versiones “correctas” y adaptadas de clásicos literarios cinematográficos?
—La primera piedra que se ha colocado para acabar con la cultura. Los cambios que han hecho en las obras de Agatha Christie y Roald Dahl, adaptando descripciones físicas a lo que ellos llaman «sensibilidades modernas», son atroces. Afortunadamente, estas modificaciones han generado un gran rechazo entre los lectores, que son la esencia de la lectura.
—¿Qué director y directora de cine te parecen los actualmente más relevantes?
—Clint Eastwood es el mejor director del mundo en estos momentos. Todavía continúa rodando con 93 años. Considero a José Luis Garci el director español más relevante. Nadie ha retratado el encanto de los buenos tiempos en el cine mejor que él. La directora más reconocida es Jane Campion. El poder del perro debería verla todo el mundo. Me alegro mucho del aumento de mujeres que se está experimentando en la dirección. Y lo digo de corazón, no para quedar bien.
—Háblanos un poco del cine español… Directores, actores de referencia, y en qué momento crees que este se encuentra?
—Suelo situar la edad de oro del cine español entre los años 1951, coincidiendo con el estreno de Surcos, y 1977. Durante esta etapa se rodó un cine lleno de mensajes ocultos que pasaron desapercibidos. Casi todas las obras maestras que vieron la luz durante ese periodo estuvieron dirigidas por Luis Buñuel, Juan Antonio Bardem , Luis García Berlanga, Fernando Fernán Gómez o Carlos Saura. Surge una de las grandes generaciones de actores y actrices de nuestra historia: Fernando Rey, Francisco Rabal, José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, José Sacristán, Concha Velasco, Carmen Maura, Victoria Abril, Charo López, Ángela Molina… El cine español no goza de buena salud y el futuro es poco halagüeño. 2022 registró uno de los peores datos de recaudación en lo que va de siglo. Supone una noticia mala para la industria por la pérdida de ingresos. El problema no es exclusivo del cine español. El cine mundial sufre por la falta de calidad y creatividad de la mayoría de las películas que se producen.
—Un título que nos recomiendes de cada género para ver este verano…
—Wéstern: Río Bravo. Drama: El Padrino y El Padrino: Parte II. Comedia: El hombre tranquilo. Romántica: Casablanca. Aventuras: El hombre que pudo reinar. Cine bélico: No eran imprescindibles. Cine negro: El halcón maltés. Acción: Mad Max: Furia en la carretera. Ciencia ficción: El planeta de los simios. Fantasía: El mago de Oz. Musical: Cantando bajo la lluvia. Suspense: Extraños en un tren. Terror: El exorcista. Animación: El rey león. Histórica: Los diez mandamientos. Épica: Ben-Hur.
—¿En qué lugares literarios te refugias?, ¿quiénes han sido y son tus referentes?
—Mi biblioteca es el mejor lugar para refugiarme, leer mis tesoros literarios, escribir mis próximos proyectos y ver otra vez mis películas favoritas. Allí se respira aire cultural por todos los rincones y alimenta mi espíritu creador. Suelo decir que nací con la nariz enterrada en un libro. Mis principales referentes literarios son los escritores del Siglo de Oro y los autores del boom latinoamericano. Los poetas que más me llegan al corazón se criaron al calor de la generación del 98 y la del 27. Luis Alberto de Cuenca es el gran poeta en lengua española del momento. Hay un acontecimiento crucial en mi forma de entender la literatura: al principio de la adultez, cuando comencé a leer a Borges. El novelista actual al que sigo con más interés es Arturo Pérez-Reverte. Me identifico con su manera de escribir. Sabe que siempre hay que pensar en el lector. Hace poco descubrí a una escritora estupenda: Susana Rizo. Le auguro un futuro prometedor.
—¿Cómo te has sentido en esta nueva faceta como escritor en colaboración con Barahona?
—Llevaba tiempo deseando plasmar mis conocimientos en un libro. Un día, David Felipe Arranz me llamó para preguntarme si quería participar en un libro colectivo sobre un actor al sabe que admiro. No me lo pensé dos veces y acepté la propuesta. A pesar de llevar años escribiendo sobre cine en mi blog y redes sociales, era la primera vez que alguien pensaba en mí para escribir en un proyecto literario. Trabajar con Fernando Alonso Barahona en Charlton Heston: Un héroe para la eternidad ha sido un sueño hecho realidad. Llevo comprando sus libros desde adolescente. Coincidimos en persona durante la tercera jornada de los III Premios Cinemasmusic 2022, organizados por Juan Ramón López.
—¿Tienes algún otro proyecto en ciernes? Si puedes, cuéntanos algo.
—Te voy a dar una exclusiva: después del verano va a ver la luz mi primer libro en solitario: Río Bravo: La quintaesencia del wéstern (Sílex Ediciones, 2023). En esta obra los lectores van a encontrar todo lo que necesitan saber sobre el filme. El prólogo y el epílogo lo han escrito dos grandes escritores. Quiero darles las gracias a Sílex Ediciones en general y a Ramiro Domínguez Hernanz en particular por confiar en mí y dejarme llevar las riendas del proyecto. Muchas gracias, Susana, por la entrevista tan maravillosa que me has realizado. Felicitar a Zenda Libros por la labor que hacen para difundir la cultura. Eduardo Torres-Dulce me dijo que «Zenda Libros es un espacio de libertad y cultura magnífico». Estoy de acuerdo.
Gracias, querida y admirada amiga Susana por la entrevista tan extraordinaria que me has realizado para Zenda Libros. Que una escritora tan importante se haya interesado por mis pasiones cinéfilas y literarias me llena de orgullo y satisfacción. Nunca te estaré lo suficientemente agradecido por los momentos tan bonitos que he pasado contestando la entrevista.
Gracias a Zenda Libros una plataforma de difusión, lectura y creación, puesta en marcha por uno de mis grandes maestros, Arturo Pérez-Reverte, por la impagable labor cultural y literaria que desarrolláis, sobre todo aprovechando todos los medios digitales que tenéis a vuestro alcance para difundir actualidad de la actividad editorial y literaria por toda España, Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica.
Gracias a Fernando Alonso Barahona, otra de mis grandes referencias literarias, por su colaboración en esta entrevista. Fernando, uno de los escritores y expertos en el séptimo arte más prestigiosos que tenemos en nuestro país, posee un currículum extenso: ha publicado más de 40 libros y participado en innumerables obras colectivas. Un hito al alcance de muy pocos privilegiados.
Gracias Juanma por esta entrevista tan bonita e interesante, es un placer poder tener entre mis amistades a alguien como tú.
Me hace una ilusión enorme contar siempre con tu apoyo incondicional. Te agradezco mucho las palabras tan bonitas que me dedicas. Para mí es un orgullo y placer contar con tu bonita y sincera amistad.