La premisa de la novela Psicojuego, de Verónica Nieto, puede hacernos pensar en un capítulo de la serie televisiva Black Mirror, o remitirnos al universo literario de Ted Chiang, William Gibson o Philip K. Dick: en un futuro no muy lejano, las personas nos relacionamos, imprescindiblemente, a través de la tecnología. Sin ella, el amor, la amistad o el deseo nos saben arcaicos, primitivos. Así como en la actualidad tenemos las aplicaciones de citas, en el mundo que plantea Verónica Nieto en Psicojuego es posible explorar el ritual del cortejo, del sexo y del enamoramiento a través de la virtualidad. Sin embargo, la ficción del ciberespacio no se encuentra exenta de dolores ni de accidentes. Tampoco es posible librarse de la muerte.
Psicojuego es la cuarta novela de la narradora Verónica Nieto, nacida en Córdoba, Argentina, y radicada en Barcelona. En esta nueva publicación, Nieto deja atrás los escenarios históricos y realistas de sus anteriores trabajos para ofrecernos su propia distopía emocional. En este futuro existe un videojuego de realidad virtual llamado psicojuego. El jugador tiene un objetivo: relacionarse con otros seres, mezclarse con ellos a través del sexo, evolucionar y sobrevivir. No obstante, a diferencia de otros juegos o aplicaciones relacionales, en los cuales un usuario es capaz de interactuar con otros usuarios (reales, humanos), en el de Verónica Nieto los participantes juegan contra y consigo mismos. Esto se debe a que la narrativa del juego se desarrolla gracias al acceso a nuestras conciencias (estamos en un mundo donde, por ejemplo, es posible compartir los sueños a través de plataformas similares a Instagram o WhatsApp). Así, el psicojuego se convierte en una exploración del deseo propio a través de la autoestimulación y del descubrimiento de lo que nos seduce, nuestros propios fetiches y el desbordamiento de las obsesiones. En este sentido, la novela de Nieto dialoga con otros textos contemporáneos que abordan la expansión de la psique y la indagación de las pasiones a través de la tecnología, como Discotecas por fuera, de Víctor Balcells, o De nuevo centauro, de Katixa Agirre.
La historia de Psicojuego comienza así: una de las mejores jugadoras, que además trabaja para la compañía desarrolladora del programa, aparece muerta. Así, se inicia una investigación criminal que intenta esclarecer las causas del fallecimiento. En ella toman parte las autoridades, la familia, la compañía propietaria del juego, las amistades y las parejas y exparejas de la jugadora. La novela es, tal cual, dicha pesquisa. El texto se compone de interrogatorios policiales; descripciones de los escenarios virtuales en los que la fallecida desarrolló sus últimas acciones y en los que se ven, a detalle, sus interacciones sexuales; exposiciones médicas y psicológicas al respecto de las posibilidades terapéuticas del psicojuego; y explicaciones técnicas sobre el funcionamiento del programa. Se trata, formalmente, de una novela híbrida, polifónica, estilísticamente compleja y de espíritu experimental. El tono va acorde al contexto en el que se desarrolla: frío, conciso, robótico, explicativo; mas no por eso está exento de carga emocional. La autora ha creado un texto que destila tensión dramática, erotismo, momentos propicios para la reflexión sociológica e, incluso, body horror. Los códigos del thriller, de la ciencia ficción y del mundo del videojuego le sirven para realizar un extenso tratado acerca de nuestro comportamiento social, nuestra evolución hacia seres que priman la racionalidad por encima de la emotividad, nuestra dependencia tecnológica y el cambio generacional (de usuarios no nativos a usuarios nativos de la virtualidad). Así, Nieto también hace un guiño a las relaciones líquidas, anticipadas por Zygmunt Bauman.
En sus 44 cartas desde el mundo líquido, el filósofo polaco diserta sobre el sexo virtual y el uso de aplicaciones como Tinder, llegando a la conclusión de que lo que hemos ganado con ellas es «conveniencia (reduciendo el esfuerzo al mínimo absoluto), velocidad (acortando la distancia entre el deseo y su satisfacción) y un seguro contra las consecuencias (que, como es costumbre en las consecuencias, no siempre siguen el escenario deseado y preestablecido)». Nieto lleva estas «ventajas» un paso más allá. En el psicojuego prescindimos por completo del otro y nos libramos de la responsabilidad afectiva. Nos necesitamos únicamente a nosotros mismos y nuestra capacidad de imaginar. Onanismo llevado al extremo.
El psicojuego de Verónica Nieto, pues, nos protege de los enredos del amor. Conserva lo excitante de la seducción (el juego cazador-presa), la satisfacción de evolucionar tras cada relación y la sensación de que con cada una de ellas conocemos más de nosotros mismos. Sin embargo, tiene una consecuencia aún más terrible que la pérdida de tiempo, el desengaño o un corazón roto: la muerte. Porque, cíborgs o no, humanos o posthumanos, lo que es cierto es que amamos, deseamos y, por encima de todo, somos mortales. Si en Psicojuego la virtualidad es el escenario de la expresión del deseo sexual, en la literatura de Verónica Nieto la ciencia ficción es la excusa para profundizar en la compleja psique humana contemporánea.
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Autora: Verónica Nieto. Título: Psicojuego. Editorial: Salto de Página. Venta: Todos tus libros.
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