En el Callejón del Gato, a esa hora en la que ya está desterrada la idea de desayunar y aún pronto para el primer vermú, un profesor explica Luces de Bohemia a sus alumnos de Bachillerato. Los estudiantes —ellos con el mismo peinado, con el pelo hacia delante y la nuca afeitada; y ellas casi todas con el pelo suelto— atienden y observan el trampantojo de libros, de diferentes tamaños, colores y estilos, que homenajea a Valle-Inclán. Un hombre de unos 40, con chupa de cuero de Harley-Davidson y melena rubia tipo Madonna, pone morritos y se quita el frío metiéndose las manos en los bolsillos, como si fuera James Dean en Manhattan.
Una señora de unos 80 mira, sin parecer que mira, a la cámara. También el perro posa algo raro. Suena una música estrambótica. Nada de villancicos o Mariah Carey. El sol, rezagado, demasiado tímido, no se cree nada de lo que está viendo en la Plaza de Santa Ana.
Leo un pasaje de Misericordia, de Benito Pérez Galdós, que está en el suelo de la calle Huertas:
“Dos caras… tiene la parroquia de San Sebastián… mejor sería decir la iglesia… dos caras que seguramente son más graciosas que bonitas: con la una mira a los barrios bajos, enfilándolos por la calle Cañizares; con la otra al señorío mercantil de la plaza del Ángel”.
Y aquí está el vivero que se exhibe en la mañana gélida de este Madrid, tan ajeno a lo inmediato; un rincón que parece un pueblo que comunica Santa Ana y la calle de San Sebastián, que era una fonda, y donde se reunían en tiempos de Carlos III los principales literatos de la época.
En la iglesia de Atocha, cerca de donde asesinaron a los abogados sindicalistas, hay un azulejo, encima de los desconchones y los grafitis de letras verdes y blancas, que exhibe una fecha: 1635. Aquí está enterrado Lope de Vega y Carpio. Murió un 27 de agosto y ese mismo año Calderón de la Barca publicó La vida es sueño.
Hay más sueños en el Barrio de las Letras, bocanada de embrujo, señuelos y alegrías. Atravesando Sol y en un rincón de la calle Preciados, surge el café Varela. Llega Arturo Pérez-Reverte. Le da un abrazo inmenso a Antonio Lucas, que habla por teléfono sin dejarse de mover. Jeosm esta vez no los fotografía. Falta Javier Marías. Aquel inolvidable encuentro de la primavera de 2016. No hay casi ningún asiento libre para escuchar la presentación de No soy uno de los vuestros. Jesús Fernández-Úbeda teclea su crónica y Lucas, una vez más, acierta sobre el fotógrafo de cabecera de Zenda: “Nosotros sí somos de los tuyos”.
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