Su pluma dejó de escribir, inesperadamente, en mayo de 2022, cuando Domingo Villar tenía solo 51 años, pero su familia sacó fuerzas y se propuso publicar su legado, el libro que había dejado preparado, el que iba a suponer su incursión en el teatro y el que, quizás, se atreviera a interpretar en el escenario. Su viuda, Beatriz Lozano, y sus tres hijos han logrado que Síbaris esté en las librerías.
«No cabe duda de que para nosotros, para su familia, su entorno cercano, es una emoción muy grande. Es uno de los últimos proyectos en los que estaba trabajando cuando falleció. Mis hijos y yo nos pusimos, desde el primer momento, el objetivo de tratar de que esos proyectos pudieran ver la luz», confiesa. Le sobrevienen sentimientos contrapuestos, porque «la emoción no deja de estar acompañada de la tristeza por que no pueda ser Domingo el que haga realidad estos proyectos». Agradece a Galaxia el apoyo y la edición, y a la compañía teatral Condetrespés, el actor Carlos Blanco, el director Lois Blanco y el productor Toni Garrido hacer posible «otro reto muy importante, en el que Domingo estaba muy involucrado», dar el salto al teatro.
«Aparte de acostumbrarnos a esta nueva vida que nos ha tocado, creíamos que a los lectores de Domingo, con todo el cariño que hemos recibido, les debíamos este esfuerzo», apunta Beatriz. La obra de teatro se estrena el día 30 de septiembre en Vigo, estará en cartel este otoño en distintas partes de Galicia y posteriormente viajará por España, con Madrid como una de esas paradas en el mes de junio. La familia del escritor asistirá al estreno en Vigo. «Creemos que va a ser un acontecimiento verdaderamente emocionante, en la ciudad en que nació, en la que murió, y a la que estaba tan unido».
Cuenta su viuda que «el libro es Domingo en esencia», una «comedia negra, que hace reír a sus lectores. Con ingenio, humor y sorpresa». Un libro que es literatura dentro de la literatura. «¿Cuánto de autobiográfico es? Habría que preguntárselo a él. Supongo que alguna parte sí, pero él tenía mucha capacidad para, a partir de experiencias y vivencias, construir un mundo imaginario», precisa. La primera incursión teatral podría haber sido doble. «Carlos Blanco, con quien llevaba tiempo trabajando, me dice que Domingo, que siempre fue un gran amante del teatro y que, como estudiante, hizo sus pinitos completamente amateurs, quería tener una participación como actor en la obra. Me cuesta imaginarlo, aunque si lo dice Carlos será verdad», afirma Beatriz. Domingo «era una persona muy prudente», que defendía que «el ego atrofia el sentido del ridículo». «Él tenía mucho sentido del ridículo, igual que era minucioso y buscaba la excelencia en cada libro. Por eso no fue un autor prolijo», analiza.
Con Domingo se ha ido Leo Caldas. «Nació con él y, por lo menos, nuevas aventuras no tienen cabida. Una cosa es que la obra de Domingo esté ahí, viva, y pueda tener mucho recorrido en el tiempo, pero nadie puede sustituir a Domingo en esta capacidad de dar vida a sus personajes«, sentencia Beatriz.
Sus otros hijos, los de carne y hueso, no han «manifestado», al menos por ahora, su intención de seguir los pasos del padre y escribir, aunque están a tiempo —tienen 19, 17 y 10 años—. «Confío en que sean lo que quieren ser, que elijan su camino», dice su madre.
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