Enric González es una de esas figuras que elevan la profesión periodística a una categoría superior. El barcelonés es uno de los grandes cronistas de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, y representa a esa vieja escuela tan exitosa y que, aún hoy, es vanguardia.
En este cuarto capítulo de Siempre al Oeste tenemos la suerte de que Enric haga balance de su carrera periodística, con especial hincapié en sus vivencias fuera de España (que ha recogido en sus celebrados Historias de Londres, Nueva York, Roma y Calcio).
Bajo la batuta de Edu Galán y Carlos H. Vázquez, el que fuera corresponsal de El País durante más de treinta años también reflexiona sobre la labor del periodismo de guerra, rememora figuras clave en su vida como la de su padre o la de su compañero, tristemente fallecido, Ricardo Ortega, y trata de dar una respuesta al impulso fetichista que nos embarga a todos tintinofilos de hacer acopio de cualquier objeto relacionado con el universo creado por Hergé.
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Nunca es sano dusfrutar de la maldad, ni siquiera en la ficción. La empatía deberìa funcionar también en la ficción.
Lo que siempre digo, historias edificantes de autores moralmente intachables. A ver si algún día encuentro alguna.