[7—] Si el fuego quemara mi casa, ¿qué salvaría? Salvaría el fuego.
JEAN COCTEAU
He tardado algún tiempo en escribir estas líneas. Y lo he hecho de manera deliberada, como una muestra de respeto por el trabajo del autor, con el fin de permitir que la novela penetrase en cada una de mis células. Porque eso es lo que sucede con Salvar el fuego: que se te pega al cuerpo.
Salvar el fuego es la novela con la que Guillermo Arriaga se alzó con el Premio Alfaguara de Novela 2020. Presenta dos particularidades externas: la anomalía de ser publicada en pleno escenario de pandemia —lo que ha impedido la presentación física de la misma hasta la fecha— y la intensa actividad promocional del autor durante el confinamiento —ha ofrecido centenares de entrevistas durante todo este tiempo—.
En otras palabras: el propio Arriaga ha contado casi todo lo que había que contar sobre su novela. No obstante, considero que hay que seguir escribiendo acerca de los libros llamados a pasar a la posteridad.
Indudablemente, el margen de actuación para realizar una exégesis —o incluso una reseña— al uso es más bien escaso.
¿Cómo deshacer la madeja?
Me pareció sugerente rescatar alguna de sus frases, siete concretamente —incluyendo la cita que abre este artículo y que no es de Arriaga, sino de Cocteau—, con objeto de vertebrar una suerte de mapa, una descarada invitación a la lectura de la obra.
Conviene señalar que la elección de estas frases, sin llegar a ser aleatoria, no pretende constituir un «índice» temático. No tienen por qué ser las más representativas del texto y, en ocasiones, tampoco tienen que recoger la opinión del propio Arriaga —pueden pertenecer a un personaje de la novela o de otro autor, por ejemplo—. Todas ellas, claro está, presentan un elemento común: están dentro del libro.
Aclarado esto, adentrémonos en Salvar el fuego.
1—«El infierno es una verdad conocida demasiado tarde» (p. 267).
Tal y como sucede en otras obras del autor, ese infierno es fruto de una revelación —más allá de la anagnórisis— que se presenta de manera tardía, pero fulminante. Una verdad que estalla derribando —detonando— los universos de cada uno de los personajes que pueblan los relatos. Así sucede en 21 gramos, en Babel o en El salvaje —claro que no voy a hacer spoilers, faltaría más—. Esa verdad atroz acelera los acontecimientos, lleva la narración por derroteros imprevisibles, pero que acaban completando un rompecabezas salvaje y lo hace de manera sublime.
2—«La fiera pugnando por mantenerse fiera» (p. 313).
La batalla siempre se libra en dos escenarios: el interior y el exterior. Los personajes pugnan consigo mismos, debatiéndose entre mente, cuerpo, impulso, pasión, como una bestia deseosa de atacar, pero consciente de su poder devastador. Como los personajes de Shakespeare.
Luchan contra la adversidad, luchan contra sí mismos.
En Salvar el fuego, tres personajes —una acomodada bailarina de danza contemporánea, un reo y un hijo que habla al fantasma de su padre—, tres voces, tratan de romper la delicada celda que supone su vida, su pasado, las convenciones sociales, la moral establecida, sus contradicciones, su dolor, su fiereza, caminando sobre la fina cuerda entre la sensatez y la pasión.
3—«El fascismo nos habita pese a nosotros» (p. 333).
Salvar el fuego habla de dos Méxicos —de muchos Méxicos, en realidad—: un México vertebrado por el narcotráfico y la corrupción, y un México encapsulado y protegido del lado podrido del país.
En la novela, ambos universos colisionan de manera brutal, aplastando durante el choque la gama de grises entre ambos extremos: el ámbito de la clase baja o trabajadora no vinculada a ninguna esfera, el de los supervivientes, el de las personas decentes que solo tratan de sacar adelante a su familia. Cuando Marina, la coreógrafa, se enfrenta a los convenciones y estereotipos propios de su clase, se descubre a sí misma advirtiendo hasta qué punto las viejas creencias, los odios viscerales, la ignorancia, los temores, se hallan más a flor de piel de lo que hubiese pensado —y deseado—.
La separación entre los diversos estratos también se advierte en el uso del lenguaje: la historia de Marina está escrita en primera persona y refleja en lenguaje sofisticado del personaje; la de José Cuauhtémoc, el reo, está escrita en tercera persona y salpicada de argot y de lenguaje de la calle; la parte del hijo que habla a su padre fallecido transmite el carácter culto y afectado del narrador.
4—«No importa el tamaño del perro de pelea, sino el tamaño de la pelea dentro del perro» (p. 439).
Tal y como sucede con los canes de Amores perros, o como resume esta cita de El salvaje, «puedes sacar al tigre de la selva, pero no podrás sacar la selva de dentro del tigre», los protagonistas de Salvar el fuego se ven envueltos en una desaforada guerra interna consigo mismos y con las circunstancias, tratando de salvar el amor, la pasión en todas sus formas —constructivas y destructivas, como los celos o el deseo de venganza—.
El fuego.
5—«Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos», Fernando Pessoa (p. 470).
Esta cita de Pessoa incluida en la novela sintetiza y glosa de manera insuperable toda la tensión recogida en Salvar el fuego. Creo sinceramente que cualquier otro comentario por mi parte estaría de más.
6—«La llama de un fósforo dura solo unos segundos, pero es capaz de incendiar un bosque» (p. 651).
Esta frase pertenece a José Cuauhtémoc, presidiario culto y escritor inagotable. Y así es su historia de amor con Marina: inesperada, intensa, imparable.
Con todos estos elementos, Guillermo Arriaga escribe una obra de amor y redención, tejida de manera tan hábil y tan ágil que resulta prácticamente imposible no devorar las 660 páginas que componen la novela del tirón.
Arriaga sube la apuesta y la vuelve a ganar.
Solo me queda por tanto recomendaros vivamente, aprovechando estas calurosas fechas, la lectura de Salvar el fuego, no sin antes haceros una sincera advertencia: si entráis en ella, no saldréis indemnes.
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Autor: Guillermo Arriaga. Título: Salvar el fuego. Editorial: Alfaguara. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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