Creado en 1965 por un grupo de intelectuales encabezado por el editor y químico de origen argentino Arnaldo Orfila (1897-1998) cuando el régimen del priísta Gustavo Díaz Ordaz lo despidió de la dirección del Fondo de Cultura Económica por la publicación de la obra de Oscar Lewis Los hijos de Sánchez, la prestigiosa editorial Siglo XXI se encuentra en una encrucijada que puede marcar definitivamente su destino. Hace unos días, sus accionistas recibieron un correo electrónico donde se les cita a una asamblea para el 19 de marzo, en la cual, asienta el email, serán informados oficialmente de que un “nuevo socio mayoritario”, la empresa Merkcent Consulting and Funding, dedicada a la capacitación de personal y sin actividad alguna en el campo cultural, se ha hecho con el 58 por ciento del accionariado tras la venta del paquete, valorado en siete millones de dólares, que hasta ahora había pertenecido al poeta y académico Jaime Labastida (1939), quien dirige la editorial desde que Orfila se retiró en 1990. Para un grupo de accionistas este movimiento los ha pillado por sorpresa, ya que desde hace años no eran convocados a una asamblea general, por lo que, sorprendidos de que se haya vendido la editorial a una empresa sin experiencia en el ramo, algunos de ellos, como Tatiana Coll, Elena Poniatowska, Emmanuel Haro, Pablo González Casanova, Iván Restrepo o Manuel Peimbert, entre otros, han publicado un manifiesto titulado Siglo XXI Editores: Respuesta al atropello, en el que expresan su oposición a lo que califican como “acción infame”, y acusan a Labastida de haberse apoderado de las acciones de Orfila, quien las cedió a su gente más cercana en cinco partes de 20 por ciento cada una, voluntad que no fue respetada porque al parecer la carta-testamento que dejó no estaba notariada. Asimismo, le critican de haber comprado otras acciones “por una bicoca”, y avisan que harán saber a los compradores que “enfrentarán una oposición abierta y constante” a su gestión. Según ha dicho Tatiana Coll, quien fuera secretaria de Orfila durante tres años, la empresa que a partir de ahora dirigirá el rumbo de Siglo XXI Editores no tiene ni la experiencia ni la capacidad de mantener la editorial en la tradición y la cultura que ha tenido. Y sentencia: “Es el fin de Siglo XXI”. A tenor de este revuelo, el propio Labastida ha querido salir al paso argumentando que el futuro del sello bajo el que se han publicado libros tan emblemáticos como Microfísica del poder, de Foucault, La psicología de la inteligencia, de Piaget, El grado cero de la escritura, de Barthes, Pedagogía de la esperanza, de Freire o los Escritos, de Lacan, está garantizado que no está en riesgo su espíritu ni se va a traicionar a los lectores. “Los nuevos inversionistas”, ha declarado Labastida, “es gente joven y han planteado de manera clara que quieren hacer una inversión de recursos, con nuevas tecnologías, para que ésta se desarrolle, y con toda humildad han dicho que quieren aprender de nosotros. Los percibo de buena fe”. Labastida advierte que la asamblea del 19 de marzo posiblemente no será tersa, pero espera que sea “racional”. “La editorial responde a los intereses de la intelectualidad y de los universitarios mexicanos y eso seguirá siendo. Lejos de ser el fin, es una nueva etapa”, asegura. ¿Será? Ya veremos.
LIBROS PARA LA DANZA
Nicolasa era el segundo nombre de pila de una de las más grandes bailarinas mexicanas: Guillermina Bravo (1920-2013), y es el nombre con el que han bautizado una nueva editorial, escasísima en su género, ya que se especializará en libros de danza, el cuerpo, el movimiento y la escena, ante la escasa oferta sobre estos temas en el sector editorial en lengua española. Dirigida por la investigadora y videoartista Hayde Lachino, el nuevo sello acaba de publicar su primer libro, titulado Guillermina, la niña que bailaba, de Alejandra Monroy Becerra con ilustraciones de Edith Hernández Durana, en el que se aborda la personalidad y el legado artístico de la maestra Bravo, fundadora del Ballet Nacional de México, puntal de la danza moderna mexicana. Bajo el lema La lectura es una experiencia del cuerpo, Editorial Nicolasa tendrá tres líneas de trabajo: la publicación de ejemplares que acerquen a los niños a la práctica artística de la danza; la edición en colaboración con otras instituciones de textos teóricos, y la publicación de libros como objeto de arte, en los cuales confluyan diversas disciplinas teniendo la danza como eje. Este sello confirma que aún sigue siendo posible soñar con proyectos exquisitos y necesarios.
PURO CHISME
Parece ser que en México no ha caído nada bien la publicación de la nueva novela del poeta y narrador Homero Aridjis (1940) Los peones son el alma del juego (Alfaguara). Pero no porque en sus páginas desfilen, con el afán de hacer un retrato muy personal de atmósferas y personajes, nombres y anécdotas relacionadas con creadores como Juan Rulfo, Juan José Arreola, Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Luis Buñuel, Francisco Toledo, Leonora Carrington o Remedios Varo, sino porque escasea la ironía y la sátira, y el lector acaba con la sensación de estar ante un ajuste de cuentas en toda regla. De Juan José Arreola, por ejemplo, se dice que era un hombre acosado por cobradores a quienes se negaba a darles la cara. La figura de José Emilio Pacheco queda retratada como la de un compulsivo tragón. El periodista, historiador y narrador Fernando Benítez es consignado como un reyezuelo iracundo que sufre de cólicos y apenas mira a sus semejantes. Y así, ad infinitum. Al final, como sentencia Roberto Pliego, todo queda en mera indiscreción y chismorreo. Un desperdicio, pues.
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