El silencio es cobarde cuando surge ante las injusticias, egoísta cuando creemos que otros gritarán en nuestro lugar e intentarán finiquitarlas. ¡A extremo! era el antiguo grito trashumante que daba inicio a la ruta hacia las dehesas andaluzas, el grito que ahora esgrimo como excusa para construir una historia que es reflejo de una sociedad deshumanizada, que destierra las tradiciones pastoriles al olvido y los caminos al abandono, que se desentiende con cierto cinismo de las historias que desgarran la vida de los inmigrantes que arriban a nuestras costas. ¡A extremo! aúna el ocaso de la vida trashumante de Cosme y de Rita con las penurias de una familia africana, víctima de una organización de trata de seres humanos, una familia que contempla una España vaciada que languidece sin que ella pueda optar y asentarse en pueblos aliados con el silencio. Esta novela es la excusa que me permite convertir en literatura la teoría y la práctica que expongo y debato con mis alumnos de la disciplina de Derecho de extranjería. Un discurso y un debate que, por fortuna, no se diluyen entre cuatro paredes y arraigan en las mentes de los que desean aprender para poder gritar y solventar las penurias de miles de personas.
Tras años en los que he podido prestar asistencia jurídica a inmigrantes de varias nacionalidades, me he dado cuenta de que las vidas ajenas se alzan frente a nosotros como simple ficción, hasta que descubrimos que las desgracias son un directo dramático para quienes las sufren. Es ese directo abrumador el que me ha obligado a escribir esta novela con el ánimo de que no olvidemos, jamás, el silencio que surge del grito ahogado que provoca la hipotermia cuando las aguas seducen como cauce para alcanzar la libertad. El mismo directo que todos vivimos al contemplar las imágenes del cuerpo del pequeño Aylan, de solo tres años, tendido sobre la arena en la playa de Bodrum, en Turquía. El desgarro incalificable que sentimos al contemplar la palidez de su rostro, su cuerpo inerte. ¿Es necesaria otra justificación para escribir sobre la inmigración, sobre la inacción de los estados y de sus dirigentes ante tal situación dramática? El silencio es pecaminoso. La expresión que recoge Edvar Munch en su cuadro El grito no es suficiente para arropar tanta tragedia.
¡A extremo! es una novela escrita para arrancar del olvido normas centenarias de la trashumancia que, a pesar de estar derogadas, ayudan a resolver problemas actuales; normas que podríamos aplicar a los inmigrantes que deambulan por los caminos; unos textos que nos hablan de la libertad de los pastores, de su amor por los campos y por los animales; de privilegios que deberían pertenecer por igual a los extranjeros que pretenden sobrevivir en las tierras de España. Las normas dictadas por la Mesta, por la Casa de Ganaderos de Zaragoza y por la comunidad de Santa María de Albarracín inundan una narración que se complementa con los títulos de algunas novelas de Marcial Lafuente Estefanía, novelas que mantienen viva la ilusión de Cosme por la lectura, unos títulos que, combinados por Álex, nieto de Cosme y de Rita y compañero de viaje, dan lugar a un símil de romances pastoriles. Normas ancestrales y romances novelescos que se conciertan a lo largo de las páginas de ¡A extremo! para tratar de alcanzar una convivencia pacífica entre culturas.
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Autor: Eloy Gayán. Título: ¡A extremo! Editorial: Manuscritos. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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