El deseo de construir una sociedad utópica basada en la obtención de la felicidad dio paso, con el transcurso de los años, a su antítesis. En contraposición de las utopías, las distopías plantean un futuro catastrófico en el cual la sociedad ha fracasado. Si la utopía, a partir de los fallos de una sociedad, imagina lo que esa sociedad debería ser, la distopía funciona como una advertencia de lo que está por venir si se sigue ese camino. Toma los problemas de su época para radicalizarlos y crear un mundo en el que resulta indeseable estar.
En Sinsonte (Impedimenta, 2022, traducción de Jon Bilbao) Walter Tevis crea una distopía crítica de corte científico y construye un universo dominado por robots que controlan a la humanidad. En ese mundo, ambientado siglos después de nuestra época, hace más de treinta años que no nace ningún bebé, las personas casi no tienen recuerdos y las fechas, tal como las conocemos, no existen. Hay detectores que velan por el cumplimiento de la ley: leer, convivir en pareja, mirar a los ojos y mostrar sentimientos en público son delitos.
“Todo comenzó —dice uno de los personajes— con el descubrimiento del fuego, para calentar la caverna y mantener alejados a los depredadores. Y concluyó con el Valium Inhibidor de la Noción del Tiempo” (página 221). Esa elipsis, casi tan grande como la de 2001: Odisea en el espacio, de Stanley Kubrick, da indicios de lo que llevó a esa sociedad a ese presente oscuro. Publicada en 1980, y rescatada ahora tras el redescubrimiento de otra obra de su autor —Gambito de dama (Alfaguara, 2021)—, la novela tiene una estructura a tres voces protagonizada por, quizás, el último lector que queda sobre la Tierra. Una mujer disidente y un robot programado para no suicidarse completan el triángulo principal.
En las distopías, explica el académico Tom Moylan, el conflicto surge cuando un personaje de esa sociedad reconoce su condición de oprimido y empieza a rebelarse contra el sistema. La recuperación del lenguaje y la memoria conduce a la rebelión. “Memorizar mi vida” es la frase que —junto al surgimiento del amor— lleva al protagonista de Sinsonte a la disidencia: a conocer la Historia, a enseñar la lectura y a luchar por lo que quiere y no por lo que le han impuesto desde el poder. “Todo el mundo está tan condicionado desde la infancia que ya nadie dice nada”, se lee en la página 60.
Tevis no va más allá de las características o convencionalismos que determinan el género, ni le hace falta. Un lector especializado en ciencia ficción reconocerá en la novela algunas referencias clásicas: hay ecos de la distopía crítica de orden tecnológico de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, de la distopía de represión autoritaria de Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, y de la distopía nihilista de Blade Runner, de Philip K. Dick. Tevis toma elementos de cada una de ellos y crea su propio universo ficcional que se lee como una defensa de la literatura, del pensamiento libre y de las emociones. Sinsonte es todo eso y, también, un alegato en favor de la vida y el amor en medio de tanta desolación.
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Autor: Walter Tevis. Título: Sinsonte. Editorial: Impedimenta. Venta: Todostuslibros
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