¿Qué hubiera sido de Moby Dick, de al menos la novela, tal y como hoy la conocemos, de no haber mediado aquella conversación en la montaña entre Nathaniel Hawthorne y Herman Melville en la que el primero sembró en el segundo “semillas que germinarían en mi alma”, justo cuando Melville estaba a punto de dar un giro decisivo a aquella historia sobre la industria ballenera que se le estaba atascando? Dos horas duró, según el periodista que la reconstruyó más tarde, aquella charla al abrigo de unas rocas en Monument Mountain, poco más o menos lo que tardaría el ultrarunner Kílian Jornet en subir al monte Cervino, una de las cimas más altas de los Alpes. ¿Cuál de estas dos escenas sería hoy más probable?
La segunda, sin duda, a tenor de lo que nos cuenta Pablo Batalla Cueto en este libro punzante, de prosa ágil y adjetivo iluminador. Y a esa segunda, inquietante, casi fantasmagórica escena, dedica un buen número de páginas sobrecogedoras al menos para quienes poco más sabíamos de estas prácticas que el goteo de muertos que domingo tras domingo van arrojando los teletipos en cualquier redacción. El autor contrapone aquí el montañismo tradicional, lento, ilustrado —cuya genealogía, asociada en gran medida a la construcción nacional, hilvana con maestría—; al actual, veloz, thatcheriano, guiado por el reloj y el récord y, sobre todo, y a pesar de su pretendida búsqueda de la felicidad individual, masificado.
Pero hete aquí que el autor no se queda en una mera descripción de ambos fenómenos, sino que abunda en su origen y sentido actuales, con refrescantes digresiones de raigambre filosófica que sirven para iluminar asuntos que de otra manera parecerían no ya anecdóticos sino, sobre todo, casuales y desprovistos de lógica interna alguna. De entre los autores que aquí convoca Batalla Cueto no son los menos los de orientación marxista, de manera que página tras página va desplegando este texto un formidable caudal crítico que nos ayuda a entender cómo y por qué el capitalismo ha llegado a doblegar también la montaña.
La densidad de tales elaboraciones se ve aligerada aquí y allá por unos intermezzos en los que, al modo de las tradicionales paradas para descansar, comer u observar del montañismo histórico, el autor nos traslada sus propias vivencias en la práctica del senderismo lento. La segunda parte del volumen avanza también en esa línea: la de mostrarnos unas cuantas vidas ejemplares —de John Muir a Henriette d’Agenville pasando por el Che Guevara—, de personas, hombres y mujeres, que buscaron también una relación estrecha, sincera y, sobre todo, respetuosa con el entorno. Y para ello, ha insistido el autor a lo largo del volumen, no bastará con una voluntad férrea, sino que ésta deberá presentarse también bien pertrechada en lo ideológico, porque solo así, comprendiendo por qué ha acabado la montaña como ha acabado, será posible escapar, viene a decir, de la dictadura del invento decisivo del capital: el reloj, ese “frío despreciador de los ritmos variables propuestos por la naturaleza.”
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Autor: Pablo Batalla Cueto. Título: La virtud en la montaña. Editorial: Trea. Venta: Amazon
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