La última novela de Beatriz Rodríguez, El espejo de Diana, es una crónica protagonizada por cuatro generaciones de mujeres y un paisaje que toma protagonismo hasta tener su propia voz. Es la historia de mujeres que tuvieron el oficio de las mujeres antes de que los médicos se metieran en él, parteras que eran llamadas a cualquier hora y recorrían nómadas los pueblos con su sillón a cuestas, mientras sus conocimientos pasaban de generación en generación entre cuchicheos que hicieron que algunas pagaran por ellos. Y de la descendiente de una de estas mujeres, Felisa, cuando era una joven de presencia imponente y ojos violetas que cautivó el corazón de Darío Acosta, quien le pidió que fuera su esposa. Así es como Felisa se establece en la casa Acosta, y su linaje queda anclado a esas tierras tanto como a sus impulsos y a las creencias y costumbres arraigadas en el pueblo de Aljuariz. En un mundo en el que las mujeres son rehenes de su condición, Felisa está condenada al fracaso porque nunca la enseñaron a luchar y junto a ella crece Isabel Maldonado, la voz de la sabiduría, a la que se teme y en la que se delega todo, sin que nadie le pregunte si alguna vez tuvo la intención de ser quien levantara la casa. Una casa por la que desfila otra Isabel, también bastarda pero esta vez heredera, y Alejandra, la última en llevar un apellido cuya herencia parece tan maldita como la tierra en la que se desarrolla la novela. Un matriarcado que se cae a pedazos frente a los Rengel, esos hombres dispuestos a seguir cambiando todo para moldear un mundo en el que golpear no era suficiente, cuya brutalidad esconde siempre un temor a verse insuficiente, a tener la culpa.
Rodríguez mezcla las historias humanas con las creencias y supersticiones: el miedo a la sequía va de la mano de la fertilidad, el agua sanadora es acechada por el fuego del rayo y los animales, hay que explicar que valen menos que las personas. Refleja con una prosa a veces poética una crudeza visceral, en la que los corazones se remueven tanto como la tierra reseca, en la que se sabe que nada puede germinar. La naturaleza es cruel de muchas maneras, y una más es dar la vida, no porque el recién nacido llegue a un lugar terrible, sino porque un hijo es un trozo de la propia carne que se desprende del cuerpo para iniciar su camino. Si ahora vivimos una época de cambio, las mujeres de Beatriz vivieron el cambio inverso, en el que sus pocos espacios fueron invadidos por los hombres tanto como por una sociedad cambiante dispuesta a acabar con los vestigios del pasado.
El espejo de Diana es un reflejo atemporal del sentimiento de distintas generaciones femeninas en un mundo asfixiante, escrito desde el profundo conocimiento del alma de sus personajes.
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Autora: Beatriz Rodríguez. Título: El espejo de Diana. Editorial: Lunwerg. Venta: Todos tus libros.
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