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Sobre navarros o flores

Sobre navarros o flores

Mayo con las flores

Ahora florece mayo frente a mi balcón. O frente a mi semibalcón a cuatro pasos —literales— de la Casa de las Flores. Madrid arde, y me voy a solear mis prosas con la bicicleta a la Casa de Campo con sus conejos y sus fuentes, como cantaba Rosalía (cantaba a las fuentes, por precisar). Sólo son tres horas pedaleando y no, no llevo a Mozart en los cascos. A mí me resuena Radio Olé en días laborables y Pepe Domingo los domingos —la pérgola, el tenis y el partido del Madrid—. A Pepe Domingo lo fui a entrevistar para el periódico y me dio esa sana envidia de la radio. Andaba el gran Mansilla, a quien yo colé en un Madrid-Betis del siglo pasado. Y era eso desde una radio del sur, donde hacíamos radio en calzoncillos o llevábamos al padre orgulloso o a la novia choni. Quiero decir con esto que ahora que las rrss vienen cargadas de libros, yo el día 23 me fui a Cáceres, a la ganadería de Victorino Martín, a soñar verónicas. Y sé que hay más literatura en una dehesa torera de Cáceres que en una librería de ésas de vinos picados y un autor anglosajón que le gusta mucho a las de filología. Ahora este dietario está mejor: ha pasado del running con balón al fondo en bicicleta, y eso se nota en lo moral y en la resistencia al ignaro y al repecho.

El palquito de Apaolaza

"De Indurain no diré yo más que el palmarés; y de la biografía diré que es un magnífico retrato de una España que tuvo unos años que no durmió siesta y quizá fue feliz"

Decía que mayo viene quedándose con tormentas, que voy a ir al palquito de San Isidro, y que me van llegando novedades que se van quedando en el armario o en el alma. Leo desordenadamente con el criterio de los gustos y las novedades, y, siendo sincero, me ha sorprendido —y mucho— la biografía de Indurain que edita Roca y que firma Forestingham. De Indurain no diré yo más que el palmarés; y de la biografía diré que es un magnífico retrato de una España que tuvo unos años que no durmió siesta y quizá fue feliz.

"Quiero escribir un poema a una novia blanca y juanramoniana, leo y releo novela histórica. Y prehistórica y hasta victoriana"

Otro «navarro» del que ando leyendo es de Baroja, del que me llega una colección titulada Baroja y yo con nombres ilustres del novísimo periodismo: Jiménez Torres o Dani Ramírez. Lo de Dani Ramírez es de traca; pues que le falta un mundo para mediar la veintena y sabe de Ruano, de Baroja, se saca un micrófono y se va al País Vasco profundo a ver las industrias y las andanzas del «españolazo» de Don Pío. En la presentación de esta colección saludo a Juaristi, que me ayudó mucho para que me dieran el accésit de un premio de reporterismo: el Alcántara. Más: otro navarro, Iban Munarriz, premio Castillo Puche hace unos años, se viene a Madrid a visitarme y a hablarme de jazmines; él, que viene de Londres con cierta querencia castiza que sabe que yo le compenso, siempre, por los ‘madriles’.

Otro día toca cubrir un acto de Delibes en la calle de Alcalá y hay aforo completo, lo cual me alegra y me reconforta en que hay una España recia que persiste.

Ut pictura, poiesis

Quiero escribir un poema a una novia blanca y juanramoniana, leo y releo novela histórica. Y prehistórica y hasta victoriana. Tengo en los momentos tristes y bajos, en la mesilla de noche, la antología de Luis Alberto de Cuenca sobre sus poemas predilectos —cien poemas, cien— de la poesía española. Lo reedita Renacimiento y eso debe ser la poesía. Por lo demás esto de la soltería tiene mal prestigio literario.

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