Hoy nos salimos un poco del guion, porque se ha acabado Juego de tronos y hay que opinar. Es obligatorio. Da igual si sabes o no sabes, da igual si lo has visto siquiera. Al parecer lo importante es decir qué opinas. Ante todo está el respeto al respetable, valga la redundancia. Pero no a su opinión. Os voy a decir la verdad: no tengo una opinión formada acerca del final de Juego de tronos, pero sí que me he formado una opinión respecto al grueso de opiniones que leo acerca del desenlace de Juego de tronos.
Bajo mi miope punto de vista, creo que hay dos cosas que hacen que el árbol no nos deje ver el bosque. Y ese árbol es el último capítulo de la última temporada. Nos lo hemos jugado todo a una carta. En la prórroga. Todo o nada. Rojo o negro. ¿De verdad estamos juzgando una de las series más importantes de la historia de la televisión, con nuestra inexistente capacidad de crítica, tras un primer visionado del último episodio? Sólo es otro ejemplo más de cómo, de la manera más estúpida, se polarizan las masas de manera espontánea.
Entiendo y por supuesto respeto a quien no le haya gustado el final, válgame Dios. Para gustos los colores, las series de televisión, las películas, los partidos políticos, los equipos de fútbol, los libros, las corbatas y los sabores de los condones, pero ojo con los juicios. Mi conocimiento de la industria audiovisual me capacita para juzgar una serie de televisión hasta el punto de meterme mi opinión por donde la espalda comienza a llamarse culo. No sé si me explico. Es decir, que mi gusto personal no me capacita para nada, por muy friki que me sienta.
Estáis todos en vuestro derecho de proclamar a los vientos de los siete reinos cuál es vuestra opinión acerca del final de esta serie y de cualquier cosa que se os ocurra, pero yo estoy en el mío de deciros que os la metáis por el orto. Y es que la mayoría de vosotros no tenéis ni idea de lo que habláis. Ni yo tampoco, ojo, pero yo no juzgo y menos procuro dar lecciones. El hecho de que os guste algo no os convierte en expertos en la materia, ni os da derecho a ciscaros en la madre que parió a tal guionista o a cuál escritor. Mucho menos os legitimiza para exigir este o aquel final. Y esto es aplicable al final de Juego de tronos, al de Vengadores: Endgame, The Wire, Los Serrano, Star Wars, Cómo conocí a vuestra madre, El Señor de los Anillos, Lost, El Capitán Alatriste, Karate a muerte en Torremolinos o Dora la Exploradora. Para formarse una opinión primero hay que formarse a uno mismo.
Y es que no hay nada peor que las expectativas. Expectativas que no tenemos derecho a generarnos puesto que el producto en cuestión, aunque está hecho para nosotros, no es nuestro. Expectativas defraudadas de antemano que nos empujan, otra vez, a tomar partido por uno u otro bando: el de los juegodetroniers o el de los tronohaters. Y es que es acojonante: el español medio antes era sabido que tenía sobrada capacidad para ser seleccionador de fútbol, pero ahora ojo, no sólo eso. Ahora todos somos seleccionadores nacionales, analistas políticos, especialistas en Eurovisión, guionistas de series, escritores de finales de sagas, críticos de cine y cualquier otra cosa en la que nos quepa una irreflexiva opinión en 140 caracteres, pero por desgracia no terminamos de entender que no tenemos por qué opinar de todo. Como le dijo Qui-Gon Jinn a Jar-Jar Binks: «Que poseas la capacidad de hablar no te convierte en inteligente».
Sin embargo, a veces, en medio de la oscuridad surge un pequeño halo de luz. Hoy, mi buen amigo Miguel Santamarina publicaba una argumentado post explicando por qué a él no le había gustado el final de Juego de tronos. Ole tú, Miguel. Ojalá el todo el mundo hiciera así y dedicase un tiempo de reflexión a apuntalar el argumentario dejando, como él deja, la puerta abierta a un debate enriquecedor en el que no se busca polaridad. Decía Paul Preston que “el español es aquel que considera a quien piensa diferente como a un enemigo en lugar de considerarlo como a alguien con quien debatir”, y no le faltaba razón. Aparte de contadas iniciativas como la de Miguel, por desgracia esta práctica brilla por su ausencia y preferimos dedicarnos a vomitar sandeces irreflexivas para ganar cuatro likes de mierda intercambiados de manera endogámica entre sujetos de la misma especie.
Empujado por la iniciativa de mi compañero de celda, no voy a daros aquí mi opinión (de mierda), sino que tan solo me voy a dedicar a rebatirle. Por puro placer. Y es que por suerte o por desgracia todo en este mundo es rebatible, así que aquí comienza mi turno de réplica, independientemente de que me haya gustado el final o no:
Daenerys se vuelve loca muy rápido
Daenerys estaba destinada a volverse loca por esa manía que tenían los de su familia de encamarse entre primos para no contaminar el linaje, y eso al final ya se sabe que pasa factura. Se veía venir de lejos. Cuando le pega fuego al Khalassar lleno de gente eso nos parece bien. ¿Ahí no había inocentes? Pero claro, el discurso molaba. Si aquello nos pareció bien en su momento y lo de ahora no, es sólo porque ahora nos gusta más Jon Nieve y empatizamos más con él.
A Cersei había que haberla matado más y mejor, a lo Pérez Gellida, que era muy mala
Confundimos el final de Cersei con el de Jamie, y este sí merecía un final suave, reencontrándose con el amor de su vida independientemente de que esta fuera un mal bicho. Que no nos importe cómo acabe Jamie con tal de que Cersei sufra pues no habla muy bien de nuestro sentido de la compasión, que digamos.
Bran no pinta nada de rey
Esto me parece una genialidad en el razonamiento. Las historias. No hay más que leer a Harari para encajar el sentido del discurso y deducir que es el mejor rey que puede haber. Lo sabe todo. Es el Doctor Xavier de Poniente, joder. No hay nadie más reflexivo, imparcial, joven, sabio y elegido por unanimidad. Una lección de política.
Jon Nieve tenía que haber sido rey
Jon es un “moñas”, un sufridor, un héroe. Un héroe de manual que bastante tiene con haber salido vivo del entuerto, puesto que su destino desde el principio era acabar dando la vida por los demás.
El final es “poco épico”
La larga noche y la destrucción de Desembarco del Rey. Dos capítulos que son pura guerra. Un tercio de la temporada es pura destrucción, y nos parece poco épico… El final de la temporada creo que no puede ser como la traca final de unos fuegos artificiales. Ruido por ruido. Había que explicar (y que la gente entendiese) un montón de tramas, y eso lo consiguen. Si hay trama falta épica y si hay épica falta trama. No estamos contentos nunca.
Daenerys tenía que morir de una manera más espectacular
No es cómo muere Daenerys, sino cómo Jon saca valor para hacerlo. Jon Nieve no es un asesino, sino un ser compasivo. La quiere, pero se vuelve a sacrificar por todo Poniente, sabiendo que tiene que matar a la mujer que ama para librar al mundo de una tirana. Es un acto de sacrificio personal, no una escena de magnicidio. No puede ser una muerte cruel.
Se ve oscuro y se dejan vasos de papel en la mesa
Hay escenas en la serie de una belleza irrepetible. Por ejemplo:
Tenían que haber hecho cuatro capítulos más para explicarlo todo mejor
Esta es fácil: haber puesto tú la pasta para el rodaje, y seguro que no te dicen que no.
Y así podríamos seguir toda la mañana, porque el problema detrás de todo esto no es si nos ha gustado o no el final, lo que ocurre es que a ninguno nos ha gustado que haya llegado el final. Todos vamos a sentir ese vacío y que haya algo que nos haga sentir de ese modo es maravilloso.
El tiempo libre es para disfrutar, y quien disfrute buscando miserias con las que iluminar al mundo tiene un serio problema de autoestima. Bastante poco tiempo de ocio tenemos como para pasarlo buscándole el lado negativo con el único objeto de contarlo después. ¿A que así descrito suena ridículo? Pues es lo que hay.
He visto capítulos que me han gustado más y capítulos que me han gustado menos, igual que hay canciones en un disco que me gustan más y otras que me gustan menos. ¿Que no me guste “Wreck on the Highway” me permite decir que el disco The River de Bruce Springsteen es una mierda? Claro que no. Es una maldita obra maestra.
Para los que se pregunten si me ha gustado el final de la serie, la respuesta es sí. Me parece un final coherente con lo que es (para mí) esta serie: la historia de la familia Stark (como Star Wars es la historia de los Skywalker). Me gustaría también señalar que la serie se llama Juego de tronos, no se llama Los Stark, La gran batalla, El Señor de los Anillos ni Vikingos ni nada de eso. Juego de tronos quiere decir POLÍTICA, y la política, por definición, tiene que ser decepcionante. Así que no hay mejor manera de resumir qué es lo que nos ha traído hasta aquí que convertir a la supuesta libertadora en una enorme decepción. Esto hace que el final de la serie a nivel filosófico sea absolutamente perfecto e impecable. Pero es que también me hubiera gustado cualquier otro final. Juego de tronos me ha encantado, me lo he pasado genial viéndola y me resisto a que nadie me intente hacer ver que todo el tiempo que he disfrutado con la serie no ha sido así y que me han engañado.
Rodrigo Cortés tiene frases para todo. Seguro que no le importa que utilice una frase suya que me viene muy bien ahora, una “brevería” sacada de una frase que dijo (eso parece ahora) no Voltaire sino su biógrafa: «No estoy de acuerdo con lo que dices pero defenderé hasta la muerte tu derecho… a pensarlo pa’dentro».
Ahí os quedáis. Yo me quedo aquí viendo cómo os dais de hostias esperando el justo momento en el que deciros… Dracarys.
Sed buenos.
Ah, se me olvidaba una cosa. A los de la recogida de firmas para que rueden de nuevo la temporada, deberíais cambiar de un change.org a un crowdfunding. Cuando lleguéis a cien millones de euros seguro que no os ponen ninguna pega. Como si vestís a Jon Nieve de lagarterana.
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