Novela entrañable y conmovedora, con vocación de best seller, que te deja un regusto dulzón con sabor a amistad. Sí. De esas novelas que se leen en una tarde de lluvia. Quizás un domingo. Cuando estamos tristes porque algo acaba y necesitamos una lectura que comparta nuestro estado de ánimo, que nos empuje. Y qué bien construidos sus dos personajes principales. Sin duda lo mejor de esta novela son ese Joel Monroe y ese Frank Adams, o mejor dicho Frank de Selby, que es su nombre artístico. Los caracteres antagónicos de estos dos ancianos, compañeros de habitación en la residencia de Hilltop —y luego amigos para siempre—, encajan como los minúsculos engranajes de un reloj suizo.
Los dos personajes principales son la sólida base en la que descansa todo el peso de la historia. Una historia trágica pero tratada con soltura y con humor. Joel Monroe es un hombre que se siente encerrado en la residencia en que vive. Aquejado de problemas de salud que podrían poner en riesgo su vida, y solo, tras el fallecimiento de su esposa, su carácter huraño y cascarrabias se rebela contra el trato protector, a menudo infantil, que el personal de la residencia y su familia le dispensan. En ese momento un nuevo compañero de habitación aparece en escena. Y nunca mejor dicho, porque Frank ha sido actor y rezuma optimismo y carisma. Es como un imán que a todos atrae. Siempre tiene el comentario perfecto para cualquier situación, un humor encantador; un verdadero gentleman en el ocaso de su vida que rezuma experiencia y sabiduría.
A partir del encuentro de estos dos personajes surge la trama. Ambos ocultan su verdadero carácter. Ambos tienen coraza y barreras creadas para defenderse de los peligros de su existencia pasada. Al poco de conocerse, de comenzar su convivencia, Joel le cuenta a Frank que quiere suicidarse. Está harto de que lo traten como a un niño, cansado de no poder decidir nada. Quiere acabar con su vida y Frank le ayudará a elegir la forma de hacerlo. Este es el pacto, que sólo tiene una condición: su muerte debe ser ejemplar, debe tener un significado que conmueva al mundo. Un final digno de un gran hombre como Joel Monroe.
Las andanzas de estos dos ancianos luchando contra el orden establecido en su mundo en miniatura, mientras buscan los ingredientes del suicido más grandioso de la historia, son casi propias de una novela de aventuras. Y mientras, se van conociendo, desvelando sus sentimientos y lo que les emociona. Creando una amistad que deja la lágrima a punto de caer en cada capítulo. Con esta finalidad, la de emocionar al lector a toda costa, se desarrolla toda la novela. Quizá su único punto débil (o su punto fuerte, según se mire) es el hecho de que nada se sugiere, todo se cuenta. Queda poco lugar a la imaginación del lector, aunque esto puede ser sólo un defecto para un lector como el que escribe estas líneas, al que le gusta construir la parte de la historia que no se cuenta.
No obstante se lee con gusto, y es buena lectura para esos momentos en que necesitamos que nos pongan en vena una historia bonita, algo que nos motive a seguir viviendo, que pinte de colores este mundo gris que a menudo vemos a través de la ventana. Siempre hay motivos, aunque a veces no los percibamos a simple vista, para intentar ganar la más grande de las batallas. Éste es el mensaje principal de este libro. Y no es un mal mensaje, desde luego.
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Autor: Dan Mooney. Título: El insólito final del señor Monroe. Editorial: Catedral. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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