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Soldados de Hierro. Los Voluntarios de la División Azul

La División Azul, por Augusto Ferrer-Dalmau

Tal vez a muchos sorprenda que en estas dos décadas del siglo XXI, la División Azul se haya convertido en uno de los temas históricos más punteros y el más importante de los propiamente bélicos. Ello ha desencadenado una enorme e interesante producción bibliográfica que dado el sino de los tiempos —tanto para los libros, como para cualquier episodio que hable de ideales— sólo puede explicarse por el gran atractivo que sigue ejerciendo la campaña soviética.

Buen reflejo de ello es Soldados de Hierro. Los voluntarios de la División Azul de Francisco Torres. Publicada por la Editorial Actas, constituye todo un “magno tomo” que consta de 900 páginas, una gran profusión de tablas, gráficos y mapas, a lo que se suman casi 300 fotos inéditas procedentes de archivos familiares.

Un valioso estudio cuantitativo y cualitativo, en el que sobre una rigurosa base científica, la obra precisa la realidad socioeconómica e ideológica de los hombres que se alistaron en la División Azul con datos incontrovertibles. Torres refuta con una investigación de metodología irreprochable, lo que prefiere no denominar «leyenda negra divisionaria”, sino más bien “bulo” que tanto ha sido propagado por la historiografía de izquierdas. Una falsedad que se explica por la incapacidad de reconocer en estos combatientes la abnegación, el esfuerzo, el romanticismo y el idealismo, valores que considera sólo patrimonio moral de la izquierda.

Una biografía colectiva

La historiografía militar de la División Azul hasta la fecha se había centrado en las campañas militares y la estructura de las unidades (destacar en este campo los estudios de Carlos Caballero). La gran novedad de Torres es, sin dejar a un lado la tensión en el relato bélico, profundizar desde la esfera antropológica, centrándose en sus hombres, en los combatientes en sí mismos, buscando la reconstrucción de sus vidas y sus pensamientos, detenidos en aquel tiempo, a través de las cartas privadas de la época que exponen testimonios de las enormes penalidades del frente y la retaguardia, de los días de combate y de su difícil reintegración a la vida civil.

Según García Isaac, «no estamos ante un libro de guerra, sino ante un libro de hombres», ya que es un relato coral con abundantes testimonios directos e indirectos. Torres se ha esforzado en aunar un nombre con un testimonio, un voluntario con una carta. No es la historia de la guerra. Es cómo veían y sentían la guerra, pero también de cómo la vivían y padecían los suyos desde la retaguardia… Cartas de padres, de hermanos, de novias… dramas humanos que emocionan en la lectura. Los protagonistas son los soldados, son ellos los que nos hablan porque el autor no fuerza al lector, es éste el que deduce en una historia escrita desde abajo, desde el soldado.

"Las conclusiones de Torres desmontan la falsedad histórica. (Ferrer Dalmau)"

Soldados de Hierro constituye un estudio con un ingente valor de muestra, pues el autor, tras agotar los archivos, somete a los documentos a una auténtica encuesta para retratar a casi 1300 divisionarios que representan entre un 2% y un 3% del total, cuando las muestras estadísticas que suelen utilizarse para este tipo de estudios sólo representan al 0,01 en el mejor de los casos.

 

El discurso de la historiografía de izquierdas sobre la División Azul  —en gran parte de los casos elevando anécdotas a la categoría de lo universal— se ha centrado en cuatro supuestos: necesidad, obligatoriedad, redención del pasado y filonazismo. Torres los desmonta con unas conclusiones difícilmente rebatibles:

Ideología: Como mínimo más de un 80% de los divisionarios deberían ser considerados sin discusión «voluntarios ideológicos”, con un gran predominio de los falangistas. Y con respecto a la identidad ideológica de los divisionarios con la razón política que les llevó a Rusia, el anticomunismo alcanza cifras que superan el 90% . Torres además registra otro tipo de voluntario típico en estas unidades: aquellos que querían ser soldados y los soldados de fortuna.

Necesidad: Existieron soldados de fortuna, pero la tesis de que un gran porcentaje de la mayoría fueron por hambre y dinero es insostenible. En realidad se jugaban la vida por unos 600 euros actuales como máximo por toda la campaña y  un riguroso examen médico rechazaba a los famélicos.

Obligatoriedad: Ya en 1942 un informe del mismísimo PCE, después de todas las salvedades, tenía que reconocer que la inmensa mayoría eran voluntarios y falangistas. En solo 15 días, desde el 25 de junio hasta el 13 de julio se alistaron más de 45 mil hombres cuando las necesidades no pasaban de 18 mil, por lo que se descartan esas sacas forzosas de las que hablan algunos autores.

Soldados de HierroTorres ha recurrido a los expedientes para estudiar las “sacas en los cuarteles” e  incide en lo evidente: si hubo entusiasmo en la calle también se dio en los cuarteles, no eran mundos distintos. Reitera que los que fueron excluidos en 1941 por razón de edad fueron parte de los reemplazos que llegan a los cuarteles en la primavera del 42 tras licenciarse todos los reemplazos movilizados durante la guerra civil. Por edad eran los militantes más jóvenes de la Falange de antes de la guerra y de las JAP. (Anotemos que en el Ejército Nacional hubo casi un cuarto de millón de voluntarios).

En 1941-1943 sociológicamente sobraban posibles voluntarios. La presencia de “obligados” sería algo muy puntual.  El profesor hace referencia a la serie de órdenes recibidas en las unidades cuartelarias que insisten en la voluntariedad y en las respuestas de las mismas donde no es extraño encontrar un “no hay voluntarios”.

-Republicanos. La revisión de sus expedientes confirma que había republicanos pero casi la totalidad pertenecían a la “Quinta columna” –los comandos nacionales que operaban en la zona roja– y sólo unos pocos podrían ser calificados como posibles izquierdistas. También deshace el mito de la aceptación de miembros de partidos de izquierda, pues revela con datos cómo más de la mitad de los que lo intentaron no fueron admitidos en los batallones de 1943 cuando según se dice se admitía a todo el mundo.

-Formación  y filonazismo. Con respecto a su formación intelectual –baja según la historiografía de izquierdas–, Torres aporta que es la división que proporcionalmente contó con más universitarios de toda la Historia.

En cuanto al supuesto filonazismo, la parte más polémica y sangrante, la realidad fue que luchaban contra un enemigo común y por ello coincidieron en el mismo bando que los nazis. Pero no fueron a ayudar a Hitler, sino a combatir el comunismo, fueron como batallón español y su humanitaria relación con los judíos es buena prueba de ello. A nadie se le ocurre tildar a los norteamericanos de comunistas aunque lucharan en el mismo bando que el camarada Stalin, que por cierto algo que se le olvida a la historiografía de izquierdas, había sido también aliado (y por lo tanto según ellos supuesto filonazi)  del mismísimo Hitler muy poco tiempo atrás.

"La División Azul un tema en alza. (Ferrer Dalmau)"

Familiares de cientos de miles de españoles de hoy lucharon en la División Azul, y no puede descartarse que en la profusión bibliográfica sobre el tema, subyazca el interés personal del lector por conocer, y sobre todo comprender, las razones que llevaron a los suyos a combatir en esas tierras heladas y con un valor que dejaría asombrado al mismísimo Führer.

A lo largo del texto, de lectura fácil pese a la profusión de datos, con páginas repletas de auténticas historias de honor, sacrificio, entrega, coraje, camaradería y valor, aquellos románticos españoles que se alistan sin conocer las durísimas condiciones de la campaña se van transformando para la posteridad en auténticos “Soldados de hierro” formando la unidad del ejército español proporcionalmente, más condecorada de toda nuestra trayectoria militar y de la propia Segunda Guerra Mundial.

Vilipendiados por unos, aunque inmensos héroes para otros, la División Azul es la historia de unos hombres que fueron a luchar con coraje sobrehumano en el frente más letal de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo el destino tergiversó su historia por haber  compartido el bando equivocado con un siniestro compañero de viaje.

Afortunadamente en este caso parece que sí, que el tiempo pone las cosas en su sitio. Y aunque no pudieron derrotar al comunismo, el tiempo sí demostraría que fue el totalitarismo más sangriento de la historia de la humanidad. Y gracias a esta nueva hornada de rigurosos libros como Soldados de Hierro de Torres —y otros que esperamos compartir— ahora empiezan a ganar la guerra historiográfica.

La historia por fin hará justicia con aquellos españoles valerosos, unos «Soldados de Hierro» que lucharon en las gélidas estepas rusas por la libertad del hombre, contra el comunismo, por su Dios y en nombre de su patria. Valores eternos y universales en todos los hombres de bien. Dios les guarde, aunque siga siendo, pese a la veracidad de los hechos, políticamente incorrecto decirlo, desearlo y escribirlo.

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Autor: Francisco Torres. Título: Soldados de hierro. Editorial: Actas. EdiciónPapel

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