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Solo eres una más (y a nadie le importa)

Solo eres una más (y a nadie le importa)

La periodista Beatriz Serrano consigue con su primera novela, El descontento, una mirada tan crítica a la sociedad actual como perturbadora y divertida. Para ello, además del tono al que ya nos tiene acostumbrados a los seguidores de Arsénico Caviar, elige cuidadosamente los ingredientes de una mezcla explosiva basada, en el fondo, en la normalidad.

Su protagonista, Marisa, de la que tardamos en descubrir el nombre porque es una más en un mundo lleno de Marisas, es una ya no tan joven milenial que salió de la universidad sabiendo que pertenecía a una generación preparada y se topó con una vida que no se correspondía en absoluto con todo aquello a lo que le habían dicho que iba a vivir. Tiene un trabajo como creativa, hasta ahí bien, al que ha llegado tras ser camarera, becaria, base… y que siente que le está comiendo la vida entre reuniones, relaciones fingidas y responsabilidades a las que ni siquiera tiene del todo claro cómo ha llegado. Se ha convertido en una zombi social, aprendió en Instagram que uno puede parecer lo que quiere ser y ahora lo practica de 9 a 5, ocupando un mando intermedio mientras esquiva su trabajo delegándolo en la nueva generación que llega queriendo ocupar su puesto. Además es la voz de la crítica, afirma que el mundo sería mejor si no existieran trabajos como el suyo, a los que además visten de importantes solo por el hecho de darles un nombre en inglés cuya traducción literal sería ridícula, si no nos importasen tanto las apariencias. Marisa, en resumen, no aporta nada, posiblemente su contribución al mundo se notaba más cuando era camarera, y ese vacío se traslada a toda su persona, por mucho que ella misma diga que su parte privada y sus opiniones tienen que quedar fuera de la oficina. Siempre hay grietas. Solo así podemos ver el interior de las cosas, y Serrano disecciona una fachada de aparente éxito, de vida de película con fines de semana de convivencia entre directivos con actuaciones musicales y paintball incluido, para mostrar el vacío que normalmente no se ve. Marisa llega donde se supone que tenía que aspirar a llegar, sin que nadie le haya preguntado en el camino qué era lo que ella quería. Una vida insatisfecha rodeada en muchos casos de otros que llevan en ese estado más años, y viendo como los nuevos intentan desesperadamente llegar ahí: “Así empieza todo. Este es el momento exacto en el que Natalia ha comenzado a vender su alma”, dice la protagonista antes de cumplir el protocolo de hacer que una joven subordinada se sienta valiosa y, por lo tanto, entregue aún más tiempo al trabajo que realiza en una repetición de lo que ella mismo hizo no hace tanto tiempo.

El descontento es el reflejo del sentimiento de una población que se siente uno más en el mecanismo de la sociedad actual, en el que poco importa el nombre, donde eres sustituible por el siguiente producto que escupa la universidad, la escuela o cualquier familia. Un mundo en el que las pequeñas rutinas personales; el café con una amiga, El Bosco, la cafetería en la que paras a coger un café antes de entrar a trabajar… son los pequeños rasgos de identidad que quedan y que permiten a las personas sobrevivir. Y con un poco de suerte, perdurar en el recuerdo durante el tiempo que se tarda en sustituirte. Quizás por todo esto Marisa es desagradable, toma orfidal, no confía en sus compañeros y es tan corrosiva como cómplice de aquello que critica. Marisa es terrible, inestable y provoca carcajadas a destiempo. Es, en definitiva, una de nosotros. Y Beatriz Serrano, una taxidermista social.

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Autora: Beatriz Serrano. Título: El descontento. Editorial: Temas de Hoy. Venta: Todos tus libros.

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