Hablar con la doctora en física Sonia Fernández-Vidal supone hacerlo de decoherencia, entrelazamiento o simetría, pero también de belleza y música, conceptos presentes en Los cinco reinos eternos, el final de una trilogía escrita en clave de fantasía con la física cuántica como protagonista. El mundo cuántico —el de las partículas más pequeñas— se convierte en un multiverso dominado por cinco reinos: Tiempo, Espacio, Simetría, Entrelazamiento y Decoherencia, que están amenazados cuando alguien intenta hacerse con sus poderes y el tiempo empieza a ir marcha atrás.
En Los cinco reinos eternos (Destino) la trama toma mucho más protagonismo que en las entregas anteriores, a la vez que «trata algunos de los conceptos más abstractos de la ciencia», que «no es típico encontrar en libros de iniciación a la divulgación científica», señala Fernández Vidal a Efe.
Niko —en su tercera visita al mundo cuántico— acompañado del hada Quiona y el elfo Eldwen, debe desenmascarar al malvado y salvar al mundo cuántico y al clásico, en una aventura con todos los ingredientes del género fantástico, pero protagonizada por partículas subatómicas y las extrañas leyes por las que se rigen. A lo largo de la trama, la fecunda imaginación y capacidad didáctica de Fernández-Vidal introduce al lector en conceptos como la constante de Planck, el principio de superposición o la teoría de cuerdas.
Para la profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) la simetría ha sido uno de los conceptos más complejos de tratar porque es «de una belleza y de una abstracción tremenda». Cuando en física se trabaja con un gran nivel de abstracción hay conceptos y experiencias que —asegura— «se puede transmitir más con el arte, con la poesía, con la música, que con palabras precisas». Así, en la resolución del libro las canciones juegan un papel fundamental, en lo que Fernández-Vidal reconoce como influencia del inicio del Silmarillion de Tolkien.
Y es que «la ciencia debería reivindicar su lugar al lado del arte, de la música, de la cultura. Muchas veces (la ciencia) no se incluye dentro de lo que es la cultura, y yo creo que deberíamos reivindicar más el lugar que nos toca». Física y filosofía son dos conceptos «imposibles de separar». Las ecuaciones «nos dicen cómo funciona el universo, lo que despierta el espíritu filosófico de cualquier científico» o la idea de los multiversos —de momento solo una hipótesis «cada vez con más fuerza»— que abre «cuestiones filosóficas preciosas sobre el lugar del ser humano en el cosmos».
La académica de la Real Academia Europea de Doctores (RAED) señala al hablar de ese lugar que «probablemente, pensando a muy largo plazo, pues un día el Sol se apagará», si el ser humano «quiere garantizar su supervivencia eso pasa por ser una civilización multiplanetaria (…), si no nos autodestruimos antes».
La exploración espacial tiene sentido por sí misma y por su retorno a la sociedad. Por cada dólar invertido en la misión Apollo, que hace cincuenta años llevó al ser humano a la Luna, revirtieron 14 a la economía estadounidense, y cita también los avances tecnológicos o médicos surgidos del CERN, donde trabajó durante una temporada. Con este tipo de investigaciones «muchas veces se hace mucha demagogia de por qué gastamos tanto dinero, sin ser conscientes de que devuelve a la sociedad, a la economía, en avances tecnológicos, médicos, mucho más de lo que cuestan. Esta es una lucha que siempre tenemos que llevar acabo los científicos».
El mundo cuántico no suele aparecer en los medios, pero recientemente lo hizo con el anuncio de que el ordenador cuántico de Google había alcanzado la supremacía cuántica —cuando un procesador de este tipo realiza una tarea prácticamente imposible para una computadora clásica—, algo que IBM ha puesto en duda. Al margen de las polémicas, Fernández-Vidal lo considera un «hito tremendo» y cree que «estamos a las puertas de poder generar unas tecnologías que van a ayudar a la Humanidad a dar pasos de gigante en cuanto a su propio bienestar».
La científica, que cierra la trilogía de La puerta de los tres cerrojos con la satisfacción de terminar la serie, pero con «la tristeza de dejar atrás a los personajes», tiene ya un par de ideas, «todavía muy embrionarias» para futuras obras, aunque tiene claro que seguirá escribiendo: «Me lo paso demasiado bien para dejarlo».
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