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SOS de los Bichos

A primera hora de la mañana y última de la tarde, durante los meses de primavera y verano, golondrinas y vencejos invaden el cielo para ofrecer una exhibición de sus dinámicos vuelos. Un hermoso espectáculo que es a la vez una matanza; la de miles de insectos que deben morir para que las aves sigan volando. Si un año las golondrinas no regresaran, los insectos acabarían devorándonos, y si estos faltaran, las aves migrantes fenecerían de inanición. Es solo un pequeño ejemplo del complejo y delicado equilibrio sobre el que se asienta la vida en nuestro planeta. Un equilibrio amenazado por la acción humana en el que desempeñan un papel esencial los artrópodos. ¿Artrópodos? ¿Esos bichos con muchas patas, antenas y ojos compuestos que dan repelús? Exacto.

Los artrópodos incluyen insectos, arácnidos, crustáceos y miriápodos, un grupo de origen ancestral, cuyo antepasado primigenio vivía ya en la Tierra hace 538,8 millones de años y que incluye la friolera de más de un millón de especies, número que podría aumentar en diez veces si se suman las que se estiman que existen, aún por describir. ¡Hay 130 veces más especies de artrópodos que de aves! ¡200 veces más que mamíferos!

"Su objetivo, hacernos conscientes de la importancia de su función para que aprendamos a valorar y respetar a unas criaturas que, habitualmente inspiran indiferencia o desprecio"

El investigador Fernando Cortés-Fossati, gaditano con raíces italianas, rompe una lanza en favor de estas criaturas en Mucho más que bichos (Pinolia, 2024), fascinante introducción a un mundo desconocido rebosante de vida, de curiosidades y misterios en nombre del cual lanza una llamada de socorro. Un SOS de los bichos. «Desde que tuve uso de razón me quedaba embelesado ante cualquier animal, entre los que destacan estas pequeñas criaturas ubicuas pero al mismo tiempo anónimas y desconocidas», comenta Cortés-Fossati. «Su universo es cercano, pero a la vez tan anónimo, estrambótico y diferente al nuestro que es muy difícil no maravillarse. En el mundo de los artrópodos, casi cualquier cosa es posible».

A lo largo de nueve capítulos combinando una rica erudición con un lenguaje claro y directo que interpela al lector, incluido algún toque de humor, Cortés-Fossati describe esta fauna caleidoscópica. Su objetivo, hacernos conscientes de la importancia de su función para que aprendamos a valorar y respetar a unas criaturas que habitualmente inspiran indiferencia o desprecio. ¿Qué ocurriría tras una hipotética aniquilación de los artrópodos? «Difícil de responder, porque ya no estaríamos aquí para verlo. En muy poco tiempo —¿semanas?— el planeta que conocemos colapsaría, y con él nosotros como especie. Todos los servicios fundamentales que brindan a los ecosistemas se interrumpirían, pues los artrópodos participan de forma determinante en la productividad de los mares y la fertilidad de los suelos, en el reciclado de la materia orgánica, en la polinización. También son alimento para infinidad de especies, controlan las poblaciones de muchísimas otras, modelan el paisaje y un largo etcétera. Sin ellos la realidad que conocemos dejaría de existir. Esta esencialidad es extensible también a otros animales invertebrados en los que nadie repara. Parafraseando al gran entomólogo E. O. Wilson, todos estos animales nos necesitan para poco, pero nosotros a ellos para todo».

"Mientras el temido momento de la extinción llega, y esperemos que tarde lo máximo posible, los artrópodos ofrecen un sinfín de lecciones en sus estrategias de supervivencia que podrían inspirar a los escritores y guionistas de relatos de terror"

Y la mala noticia que confirma el experto es que la desaparición de estas especies ya ha comenzado. «Decenas y decenas de miles están amenazadas, muchas de ellas en peligro real de desaparecer a corto plazo. Reciben impactos por distintos frentes: la acidificación de los océanos, los compuestos químicos nocivos, la contaminación, la fragmentación y degradación de los hábitats, las especies invasoras… Estamos perdiendo especies antes de que lleguemos siquiera a ponerles nombre, pues muchas ni están descritas por la ciencia. Estos animales son tan complejos, tan necesarios, pero tan desconocidos que están muy abandonados por las políticas conservacionistas. Si ellos no están bien, por efecto dominó, los animales grandes tampoco».

Mientras el temido momento de la extinción llega, y esperemos que tarde lo máximo posible, los artrópodos ofrecen un sinfín de lecciones en sus estrategias de supervivencia que podrían inspirar a los escritores y guionistas de relatos de terror. Por ejemplo, el arma futurista y «extraterrestre» que utilizan los pequeños camarones pistola para cazar a sus presas bajo el mar. «Una de sus pinzas está modificada para disparar ondas-burbuja a más de 90 kilómetros por hora, a más de 4000 grados centígrados. Es tan extrema esta ejecución que el disparo registra un ruido de 200 decibelios».

"Quien sin duda destaca como campeón sexual entre los artrópodos es el menudo percebe, cuyo pene supera la longitud de su cuerpo"

Los artrópodos suelen presentar un tamaño pequeño —más del 90% de la vida animal tiene un tamaño menor que la uña de un dedo de la mano humana—, y tienen ciclos vitales cortos. «Muchos viven menos de un año y en ese tiempo hacen todo lo que tienen que hacer. Sin embargo, con tanta diversidad de especies, encontramos mucha variabilidad: hormigas o termitas reina que viven décadas, arañas que viven más de cuarenta años, langostas que se gastan el sueldo en velas, porque llegan al siglo de vida, o cangrejos que registran cuatro metros de envergadura si contamos las patas».

En cuanto a su conducta sexual, es conocido el hábito de las mantis y viudas negras de devorar a los machos tras la cópula. «Se trata de una optimización de recursos en toda regla. Los machos adultos, una vez se aparean, no tienen otra función en la vida. Para que se muera en cualquier otro sitio o se lo coma otro animal, mejor aprovechar los nutrientes para que la descendencia salga fuerte».

Pero quien sin duda destaca como campeón sexual entre los artrópodos es el menudo percebe, cuyo pene supera la longitud de su cuerpo. «El percebe es familiar del cangrejo, de la mariquita o la escolopendra, aunque son tan extraños en apariencia que nadie lo diría a primera vista. Sin embargo, el truco está en que sufren un proceso de metamorfosis extremo. De adultos no se parecen en nada a un artrópodo convencional. Ahí están, con su descomunal pene, más grande que ellos mismos. Pero las circunstancias obligan, y lo más chocante no es el tamaño sino cómo lo usan. Al vivir pegados a una roca, deben llegar a su pareja como sea. Sacan su pene como una manguera de bombero para inseminar a las hembras».

"Bichos buenos o bonitos como las abejas, mariquitas, mariposas, y otros malos o muy malos. Juzgamos a estas criaturas de acuerdo con nuestros intereses, con una visión maniquea"

En el capítulo de los escarabajos, considerados sagrados por los antiguos egipcios, nos encontramos con los singulares meloidos, que mudan hasta ocho veces y cuya hemolinfa, sustancia equivalente de la sangre, contiene un potente veneno, la cantaridina, que se usaba antaño como afrodisíaco, ya que produce un efecto vasodilatador. Se cuenta que fue la causa de la muerte de Simón Bolívar y otros muchos varones que abusaron de ella en la alcoba. Sobre los venenos de arañas y otros bichos, Cortés-Fossati reduce la importancia de su impacto en la población humana ya que estas sustancias letales son muy difíciles de sintetizar y sus dueños las regatean.

Bichos buenos o bonitos como las abejas, mariquitas, mariposas, y otros malos o muy malos. Juzgamos a estas criaturas de acuerdo con nuestros intereses, con una visión maniquea. «Pensamos que los animales están ahí para darnos beneficios directos como la miel o un fármaco o, por el contrario, para molestarnos. Sin embargo, todos los seres vivos formamos parte de un complejísimo puzle del que los artrópodos son pieza clave».

"Hemos aprendido que la palabra insecto no es sinónimo de insignificante. Que los bichos están aquí por algo. Por algo importante, y debemos prestar atención a su llamada de socorro"

Ese puzle incluye a las detestadas cucarachas que cuentan a su favor el ser usadas como cobayas para estudiar los procesos de envejecimiento del cerebro o la acción de los tóxicos. Además, menos del 1% de todas las cucarachas del mundo son domiciliarias, pues la mayoría viven en la naturaleza. Algunas especies, como los ciempiés, cuidan y alimentan a sus crías y son de tipo eusocial (abejas y hormigas); otras practican un parasitismo cruel, pues destruyen a sus huéspedes. «Tendemos a ver la realidad desde un punto de vista humano, y hablamos de ternura, de sadismo, de compasión, de maldad… Los animales, así como los hongos, las plantas, o cualquier otro ser vivo hacen simplemente lo que tienen que hacer. Humanizar a los animales es un error que cometemos muchas veces sin darnos cuenta», concluye Fernando Cortés-Fossati.

Los que lean este libro y pasen sus vacaciones en el campo tendrán otra percepción de los pequeños animales que pululan por él. No es que vayan a dejarse exprimir la sangre por los mosquitos o a permitir que las hormigas invadan su fregadero, pero sí serán conscientes de usar los medios más sostenibles para mantenerlos a raya. Porque hemos aprendido que la palabra «insecto» no es sinónimo de insignificante. Que los bichos están aquí por algo. Por algo importante, y debemos prestar atención a su llamada de socorro.

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Autor: Fernando Cortés-Fossati. Título: Mucho más que bichos. Editorial: Pinolia. Venta: Todos tus libros.

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