El escritor canadiense Steve Erikson, autor de la saga de diez volúmenes Malaz, considera que «el cine y las series han ayudado a llevar el género fantástico a la cultura más popular».
Escritor, antropólogo y arqueólogo, Steven Erikson (Canadá, 1959) es conocido por su monumental serie Malaz: El Libro de los Caídos, una epopeya de fantasía oscura en diez volúmenes que fue escrita entre 1999 y 2011, con la que llevó el género fantástico a nuevas cotas de profundidad. Erikson, que participa estos días en Barcelona en el festival de géneros fantásticos 46, cuenta con más de tres millones de lectores en todo el mundo y se ha convertido en un fenómeno editorial en España, pues de sus libros ya se han vendido unos 75.000 ejemplares.
«Siento una responsabilidad como escritor, aunque simplemente tuviera un solo lector, porque se establece una relación muy especial entre autor y el lector», señala Erikson, que ha estado varias horas firmando decenas de ejemplares de sus libros, editados en España por B, en la librería especializada Gigamesh. Piensa Erikson que «los tiempos actuales de incertidumbre, con la amenaza del cambio climático y de las guerras son, de algún modo, una inspiración para los autores de fantasía, que tomamos lo que está pasando en el mundo real y creamos una metáfora dentro de ese mundo de fantasía, pero se puede decir que cualquier libro, sin importar de qué género sea, siempre tiene un diálogo con el mundo actual en que está escrito».
Ese diálogo con el presente fue evolucionando con su decalogía en los once años en los que la escribió: «En mis primeros libros aparecían avisos, sobre todo en lo referente al cambio climático, pero en el noveno o décimo volumen, el mensaje era de que ya no hay nada que hacer».
Para Erikson ha sido también fundamental su formación como arqueólogo, que le ha ayudado a entender que «las civilizaciones crecen y desaparecen, muchas de ellas en relación con el cambio climático, y aunque todos piensan que su civilización sobrevivirá, la historia dice que eso no es lo que sucede». Es difícil no ser pesimista, admite, pero si se miran las civilizaciones antiguas «todas tienen un momento de impulso, pero acaban siempre en decadencia y afecta tanto a gente especialmente rica o poderosa como al más humilde, y eso no deja mucho espacio a la esperanza».
Analizando el género fantástico, Erikson detecta que «ha evolucionado en muchas direcciones, comenzando por la corriente de Tolkien, que quizás es la más conocida, pero también hay la de espada y brujería, en la que figuran autores como Robert Howard o Fritz Leiber, y de estos surge una subcorriente, el grimdark o fantasía oscura, que ya se ha pasado de moda». A su juicio, el grimdark siempre ha tenido esa pátina muy existencialista en la que no hay ningún tipo de esperanza ni futuro y, por tanto, por eso ha entrado en crisis como género, ya que «los lectores actuales buscan más esperanza o más positivismo dentro de los libros».
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