Amaya García Arregui y Alberto Mínguez tienen tres hijos con quienes, a partir de cierto momento, decidieron compartir el placer de la lectura. Hasta que un día su hija mayor les pidió que le leyeran una novela de astronautas y, como no se les ocurrió ninguna, decidieron escribirla ellos mismos. Así nació la trilogía juvenil Doce Soles, en la que un grupo de niños aprenden a ser astronautas cuando son lanzados al espacio por error.
En este making of, los autores cuentan el origen de los dos primeros títulos de Doce Soles: Encélado y Tubulares, ambos en Edebé.
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Estamos convencidos de que leer es, de una forma u otra, compartir. Escribir también. Doce Soles no habría nacido nunca si antes no hubiera caído en nuestras manos el fantástico ensayo de Santiago Alba Rico Leer con niños, donde, entre otras muchas cosas, el filósofo cuenta cómo se instauró entre sus hijos y él la costumbre de leer en voz alta, recorrer clásicos y modernos de la literatura universal, transitar juntos por todo tipo de paisajes novelescos mientras estaban en el coche, en la cocina, en el sofá. Cualquier sitio vale. Asombrados por su historia (y la fuerza de su narración), nosotros también sacamos la artillería pesada en casa. Dejamos los cuentos infantiles. Nos lanzamos a los mares de letras.
Una de las recompensas que obtuvimos de la lectura en familia, como padres, fue un reto. Un día nuestra hija mayor nos pidió que le leyéramos una novela de astronautas. «Como estas», precisó, teniendo en mente a Tolkiens, Austens, Christies, Stevensons, Adams, K. Le Guins, Durrells, Twains. Glups.
Así fue como decidimos aunar fuerzas y escribir una saga de aventuras que pudiera ser leída por los jóvenes y sus mayores, una robinsonada de doce adolescentes en el espacio en la que no hay superpoderes ni grandes villanos, pero sí la fuerza del conocimiento y del trabajo en equipo. Para ello metimos a los doce protagonistas, supuestamente por error (o eso dice la leyenda), en una nave con destino a Encélado, un apasionante satélite de Saturno que la NASA acaba de declarar prioridad de estudio para la próxima década porque esta luna helada, cubierta por una costra de hielo bajo la cual fluye un océano líquido, podría albergar vida extraterrestre.
Decidido el destino, tocaba el viaje: la reclusión forzada, la baja gravedad, la separación de sus entornos familiares y un duro entrenamiento de astronauta son las zancadillas que la propia trama impone a los personajes, doce chicos y chicas de doce países obligados a compartir sustos y conflictos, placeres y aprendizaje en un marco de ciencia-ficción realista con el que queríamos dar a conocer la magia del espacio. Horas de estudio e investigación precedieron a la redacción de ciertas escenas: dedicamos semanas a averiguar cómo se come y se orina en microgravedad, cómo se realiza una actividad extravehicular, cuáles son los riesgos y las maravillas de ese medio hostil que es el espacio, para después novelarlo todo en un relato convincente. Por otro lado, la historia debía empezar cuando los protagonistas tuvieran doce años, momento de transición del niño al adulto en el que, además, hay enormes variaciones de unos individuos a otros. La trilogía Doce Soles también es una reflexión sobre el hecho de crecer, sin prisas y con poco, en un mundo acelerado.
A nadie le extraña que, dadas las circunstancias que viven en Encélado y cegados por un exceso de confianza, los doce chavales terminen metiéndose en líos. Al principio del segundo libro, Tubulares, la mitad del grupo acaba perdida en el espacio y la otra mitad emprende una labor detectivesca y contrarreloj para recuperar a sus amigos desaparecidos. En todas estas peripecias intervienen varias IA con distintos grados de implicación. Estamos allá por el año 2050, y una parte de la segunda entrega de la trilogía se centra en explicar cómo la humanidad ha llegado hasta allí. De hecho, el libro abre con esta advertencia: «Los fragmentos sobre los hechos sucedidos en Encélado y la Tierra, así como las imágenes de esta obra, han sido creados por una Inteligencia Artificial».
Hace años que algunas IA juegan al ajedrez mejor que los humanos (aunque no por ello los ajedrecistas han dejado de jugar), ChatGPT es tendencia, hoy ya existen programas que pueden sustituirnos en la lectura a nuestros hijos antes de dormir, y no queda tanto para que podamos encargar a las IA que nos confeccionen lecturas a medida: «Quiero una novela de 400 páginas sobre piratas-fantasmas, al estilo de Pérez Reverte, y además con muchos giros; puedes usar mis metadatos para amoldarlo a mis gustos. Gracias». En la trilogía exploramos un horizonte donde algunas de estas innovaciones ya se han asentado. El destino de los doce personajes se fragua precisamente en el intersticio entre los poderes humanos e IA, llevándolos a compartir la responsabilidad de tomar decisiones que afectarán (por supuesto) al futuro de la Tierra.
En todo este proceso, nosotros también hemos compartido lo nuestro: la tensión de la escritura, los platos volando en los momentos de desavenencia, las risas cómplices y el sueño de sacar adelante el proyecto. Ahora cabe preguntarse lo siguiente: si los ajedrecistas han seguido jugando, ¿seguiremos los escritores escribiendo? Y también: si llegan las novelas a la carta, ¿podremos seguir compartiéndolas?
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Autores: Amaya García y Alberto Mínguez. Título: Doce Soles I. Encélado. Editorial: Edebé. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Autores: Amaya García y Alberto Mínguez. Título: Doce Soles II. Tubular. Editorial: Edebé. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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