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Sus actos la hicieron convertirse en irrelevante

Sus actos la hicieron convertirse en irrelevante

En el verano de 1868 Isabel II y Francisco de Asís, encontrándose felizmente de vacaciones en San Sebastián, de repente ven como su vida se desmorona. La reina Isabel II, 24 horas después de enterarse de que las tropas realistas son derrotadas por las tropas revolucionarias en la batalla de Alcolea, toma la decisión de ponerse bajo la protección y hospitalidad de los emperadores de Francia: Napoleón III y  Eugenia de Montijo. Los reyes, acompañados de unos pocos cortesanos, salen de España rumbo al exilio, primero en Pou y luego en París. De esta manera, para España da comienzo la llamada “Revolución Gloriosa”, mientras que para Isabel II y Francisco de Asís da comienzo la caída que les llevará a multitud de desventuras y los hará convertirse en una mujer y un hombre corrientes.

El catedrático de Historia del Arte en las universidades Autónoma de Madrid y Pompeu Fabra de Barcelona, Carlos Reyero Hermosilla (Santander, 1957), nos cuenta en su última novela La desventura de Isabel II. La Reina y Francisco de Asís en el exilio de París los avatares y las desgracias por las que tuvieron que pasar la hija de Fernando VII y su marido a partir de ese momento.

"El exilio en París deja el camino despejado para que los políticos y aspirantes al trono intriguen a sus anchas, destrozando con toda crudeza las ilusiones infundadas en que se basa la Reina para regresar al trono de España"

Tal es, de irreal y ficticio, el mundo en el que viven los Reyes que están convencidos de haber alcanzado su estado por la Gracia de Dios, por lo que se niegan a perderlo por el antojo de los hombres. Isabel está persuadida de que su deber y misión, como reina, es gobernar y al final de sus días transmitir ilesos, a su hijo, sus derechos sucesorios recibidos de sus antepasados. De lo que no es consciente la reina es de sus enormes limitaciones para gobernar, ya que su formación y preparación como cabeza del Reino son muy pobres, siendo incapaz de rodearse de un equipo de gobierno que la ayude en las labores de reinado. A su alrededor solo hay cortesanos aduladores, interesados e incompetentes.

El exilio en París deja el camino despejado para que los políticos y aspirantes al trono intriguen a sus anchas, destrozando con toda crudeza las ilusiones infundadas en que se basa la reina para regresar al trono de España. Mientras que el general Prim se afana por buscar en Europa un rey para España alejado de la dinastía Borbón, los partidarios de los tres candidatos que se consideran con derechos sucesorios: Montpensier, don Carlos y el infante Alfonso, se dedican a intrigar y traicionar a la Reina. Su esposo Francisco de Asís está dispuesto a perder su condición de rey con tal de vengarse de la reina Isabel por las humillaciones recibidas. Entre ambos cónyuges la enemistad ha ido creciendo con los años. Francisco fue un rey que siempre tuvo poco que opinar. Sofisticado, cosmopolita, amante del ocio y del recreo, se le conocía por sus inclinaciones sexuales como “Paquita”. Su comportamiento le hizo vivir años en una continua crisis matrimonial. Era de público conocimiento que el rey no era padre de ninguno de los hijos de Isabel, así como que la reina tenía una larga lista de amantes. Isabel II, a lo largo de su vida, adquirió gran destreza en disimular sus frustraciones matrimoniales. El rey, con un irreprimible deseo de venganza, pedirá judicialmente el embargo de los bienes inmobiliarios de su esposa y la tutela del príncipe Alfonso, anteponiendo su interés personal al de su familia y la dinastía. Francisco de Asís sólo obtendrá una sentencia favorable que ordena que se le resarza con una pensión anual de 150.000 francos.

"La vida de Isabel II a partir del día de la abdicación se ve sumida en una espiral descendente que la llevará a la irrelevancia más absoluta"

El ambiente que se respira en la residencia de la reina en París está lleno de intereses políticos contrapuestos, sus pocos cortesanos intrigan y la traicionan. Al vivir conflictos tan enconados no queda otra solución, a juicio de los partidarios que defienden la continuidad de la monarquía, que la reina abdique en su hijo y heredero Alfonso, candidato legítimo que se encuentra “limpio de toda sombra” y que podrá protagonizar una restauración. El 25 de junio de 1870, la reina Isabel, aconsejada por el emperador Napoleón III, abdica de manera “libre y espontánea”.

La vida de Isabel II a partir del día de la abdicación se ve sumida en una espiral descendente que la llevará a la irrelevancia más absoluta. En 1904 la Reina muere en París, olvidada y apartada de su patria, familia y súbditos.

Carlos Reyero Hermosilla, en su nueva publicación, cuenta un episodio de la Historia de España poco conocido e interesante.

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Autor: Carlos Reyero Hermosilla. Título: La desventura de Isabel II. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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