Coronavirus
El circo de papel (Arresto domiciliario 82)
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Una vez que he transcrito el altero de páginas del manuscrito y me permito el lujo de imprimirlas, tras unos cuantos días de corrección...
Yo zopilote (Arresto domiciliario 81)
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Tuve durante un tiempo la costumbre de arrimarme a mirar de cerca las desgracias. Observaba a la gente atropellada, ahogada o simplemente muerta, presa...
Bésame, cuarentena (Arresto domiciliario 80)
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Como todo convicto tendría que saberlo, carecer de un futuro acreditable es otra forma de encontrar la paz. Hace un rato llegó la mercancía...
Cavernarios del mañana (Arresto domiciliario 79)
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Si hace tres meses alguien me hubiera sugerido que comprara uno de esos estuches para cortarte el pelo en tu casa, le habría preguntado...
Otros ornitorrincos (Arresto domiciliario 78)
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Llevar más de una vida es apostar en diferentes mesas, de manera que puedas cambiar de aires según te convenga, o en todo caso...
Rejas de mi corazón (Arresto domiciliario 77)
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—Esta va a ser tu cama —señaló con el índice un trabajador social, mientras tomaba la toalla mojada y la tendía sobre la cabecera...
Alma gorda (Arresto domiciliario 76)
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A lo largo de poco menos de una hora (lo que le tomaría una cena en dos tiempos), mi correclusa engulle con los ojos...
Cabeza con gorro a rayas (Arresto domiciliario 75)
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El primer despropósito está en la tentación de discutir con gente que padece ideas fijas. A preguntas como “¿cree usted en Dios?” o “¿qué...
Esperando al chaparrón (Arresto domiciliario 74)
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Pocas cosas recuerdo que me gustaran tanto como volver empapado a la casa, con la ilusión de pescar un catarro y con suerte faltar...
¿Y si me quejo, qué? (Arresto domiciliario 73)
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No está de más decir que a mi ombligo le faltan cualidades para pretender ser el centro del mundo, pero desde mi humilde perspectiva...