Cuarentenario
Una de autoficción (Arresto domiciliario 95)
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No son pocas las veces en que la realidad tuerce las vías por las que ya transita la ficción. Hace unos cuantos años, fui...
Esas líneas impermeables (Arresto domiciliario 94)
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A mí también me gustaría pasarme una hora entera chapoteando en la tina, de estar en el pellejo del divino Antonio, pero igual me...
Jarana para uno (Arresto domiciliario 93)
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“Cascos”, también les llaman, quiero pensar que por sus aptitudes para aislar a tu cráneo del entorno, igual que un casco de motociclista. Pues...
Problemas de autohallazgo (Arresto domiciliario 92)
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—¿Cómo que te regresas a tu pueblo, ingrata? —gimoteaba mi madre cierta vez, dada la dimisión intempestiva de otra efímera empleada doméstica. —¿Qué mala...
Prótesis de bolsillo (Arresto domiciliario 91)
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Desde que existen los teléfonos “inteligentes”, quedó abolido el derecho a aburrirse. El mensaje callado de quien se halla en poder de su aparato...
Enterrando evidencias (Arresto domiciliario 90)
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Sé lo que estás pensando, Cuarentenario. Esto nos deja solos, ¿no es verdad? Recordarás, no obstante, cuántas mañanas, tardes y madrugadas me he quedado...
Entendiendo a Dalila (Arresto domiciliario 89)
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No sé qué tanto sirvan los espejos a los peluqueros, pero desde la silla del cliente se les mira chambear con lujo de detalle...
Túselo usted misma (Arresto domiciliario 88)
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De estar ahora mismo tendido en un diván, diría que me estresa por igual cambiar de peluquero que de jardinero. ¿Y no padece uno...
Villanos de pacotilla (Arresto domiciliario 87)
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Ser enemigo firme y consecuente suele ser un trabajo duro, improductivo, ingrato y peligroso, entre otras desventajas descorazonadoras con las que sólo lidian los...
Perturbado asintomático (Arresto domiciliario 86)
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Según supe por boca de un amigo psiquiatra (dice uno así para no revelar que habla del suyo), quienes han sido esclavos de drogas...