Cuarentenario
Perdonando los aullidos (Arresto domiciliario 36)
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No sé si por influencia de Ciro Peraloca o Jerry Lewis me gusta ser cobaya de mis experimentos. Aprecio, por supuesto, la claridad mental...
Vendo destapacaños con poco uso (Arresto domiciliario 35)
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Bastante ya tiene uno con albergar líquidos perniciosos y padecer su efecto devastador, para además de todo hacerse responsable de su producción. Ahora bien,...
Mientras resucito (Arresto domiciliario 34)
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¿Y qué decir del albazo traidor? Matanceros, verdugos y felones diversos saben bien que sus víctimas son más frágiles al amanecer. Pollos, reses, carneros,...
Orangután de familia (Arresto domiciliario 33)
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—¿Y esas uñas? —grazna mi correclusa, con el repelús propio de quien se asoma a ver un leprosario. —¿Qué tienen? –respingo, frunzo el ceño,...
My name is Ritmo, Algo Ritmo (Arresto domiciliario 32)
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Los algoritmos se parecen a ese príncipe azul que se anticipa a todos tus deseos, y mientras te preguntas cuál será su secreto él...
Cada chango a su paréntesis (Arresto domiciliario 31)
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Se pasa uno la vida regateándole los minutos a la agenda, y cuando le regalan la primavera entera –algo así como mil quinientas horas,...
Monch, monch, monch (Arresto domiciliario 30)
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Desde el inicio de la cuarentena, mi correclusa y yo aprendimos a hacer el súper en línea. Tímidamente fuimos sumando leche, azúcar, jabones, pan...
Con fines matrimoniales (Arresto domiciliario 29)
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Si una historia serial equivale a un noviazgo, debo reconocer que mis primeras novias fueron telenovelas: esas parientes pobres de Sherezada. La mayoría muy...
Lixiviado emocional (Arresto domiciliario 28)
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–¡A esta casa no entra un cajón de muerto! —sentenció aquella noche mi santa madre, nada más le informé a mis diecinueve años que...
Aquí papando moscas (Arresto domiciliario 27)
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Same shit, different flies, observan sagazmente nuestros amigos gringos cuando los cambios pecan de relativos. O sea que si va uno a abrir los...