México
Cada chango a su paréntesis (Arresto domiciliario 31)
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Se pasa uno la vida regateándole los minutos a la agenda, y cuando le regalan la primavera entera –algo así como mil quinientas horas,...
Monch, monch, monch (Arresto domiciliario 30)
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Desde el inicio de la cuarentena, mi correclusa y yo aprendimos a hacer el súper en línea. Tímidamente fuimos sumando leche, azúcar, jabones, pan...
Con fines matrimoniales (Arresto domiciliario 29)
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Si una historia serial equivale a un noviazgo, debo reconocer que mis primeras novias fueron telenovelas: esas parientes pobres de Sherezada. La mayoría muy...
Lixiviado emocional (Arresto domiciliario 28)
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–¡A esta casa no entra un cajón de muerto! —sentenció aquella noche mi santa madre, nada más le informé a mis diecinueve años que...
Aquí papando moscas (Arresto domiciliario 27)
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Same shit, different flies, observan sagazmente nuestros amigos gringos cuando los cambios pecan de relativos. O sea que si va uno a abrir los...
Grrr (Arresto domiciliario 26)
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El mal humor es un gusto tan caro como relativo. Hay un placer oscuro en darle rienda suelta, pero es como rascarse hasta sangrar...
Mato tiempo a domicilio (Arresto domiciliario 25)
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—Te voy a agradecer que nunca más vuelvas a regalarme una porquería de éstas —suplicó, no sin sorna, el autor de mis días, tras...
El abogado de Judas (Arresto domiciliario 24)
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—Ten cuidado —prevenía mi mamá a su marido, que por defecto hacía de verdugo. —No te vaya a estallar un cuete a media cara....
Del asueto al azote (Arresto domiciliario 23)
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Como la mayoría de mis semejantes, ya nada más me falta quebrar un mandamiento para acabar de quedar mal con Moisés. Afortunadamente, y pese...
Fugaces fugitivos (Arresto domiciliario 22)
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En este punto cabe preguntarte si la cabina de tu camioneta puede considerarse la extensión ambulante de tu chirona VIP, o si sólo por...