¿A quién, siendo niño en la España de los años sesenta, no le llamaría la atención que se mudara a su vecindario un estrafalario inglés con un parche en el ojo y acompañado de un ama de llaves? Creo que a todos los que fuimos niños en esa época nos hubiese pasado como a los protagonistas de la nueva novela del periodista y escritor José Francisco Rodil Lombardía (Los Oscos, Asturias), Los prodigios de Gillingham. Nuestra imaginación saldría a volar y fantasear sobre su pasado y el motivo que le llevó a instalarse en nuestro barrio para convertirse en un vecino más. La curiosidad que nace en esos niños, capitaneados por un seguidor de las novelas juveniles de detectives, da pie a que Rodil construya una novela coral en donde los protagonistas son esos niños, míster Gillingham —el estrafalario inglés— y los diversos vecinos de clase acomodada que viven en el barrio de Moncloa de Madrid, donde se empieza a desarrollar la novela.
Llama la atención cómo esos niños, a medida que crecen, son capaces de mantener no solo su amistad, sino también sus recuerdos idealizados. Al finalizar sus estudios, el miembro de la pandilla aficionado a las novelas de detectives decide continuar fantaseando con realizar una investigación sobre Gillingham, basándose en esos recuerdos que atesora a pesar de los años y que continúan con las más variadas elucubraciones respecto al personaje. Eso lo lleva a montar una operación de investigación que le permite descubrir, casualmente durante una visita a Londres, que Gillingham guarda secretos de la alta política que se produjo en España durante la II Guerra Mundial y el posterior periodo de aislamiento internacional, siendo el inglés uno más de los actores que convirtieron España en un tablero de juego de espías, especuladores, traficantes y falsificadores de obras de arte, dedicados a robar y expoliar el Patrimonio Nacional. Para quitarse la obsesión y demostrar que sus sospechas sobre “el inglés estrafalario” son ciertas, decide llevar a cabo una investigación profunda. Una vez toma la decisión, convence a uno de sus amigos de infancia, periodista de profesión, para que le ayude en sus pesquisas. Por medio de los documentos que descubren, reconstruyen en parte los pasos de Gillingham por España, avanzando hasta un punto en que quedan bloqueados, lo que les obliga a confiar en que se produzca un milagro para desentrañar el misterio. Las investigaciones los llevarán desde Madrid a Nyon (Suiza), pasando por Londres, Ávila, Oviedo, Santiago, Burgos y otros lugares, en donde se les da la oportunidad de descubrir que lo que nació como producto de su imaginación es real y supera todas sus expectativas.
Es esta una novela en la que el autor es capaz de desarrollar en un escenario histórico una trama de hurtos y compra de voluntades políticas. Nada es lo que parece. Su estilo es detallista, con multitud de descripciones enriquecedoras, desarrolladas con un lenguaje culto, sin caer en la pedantería.
Hay muchas pequeñas historias que se desarrollan dentro de la arquitectura narrativa que el autor plantea, todas las escenas están perfectamente unidas con la única idea de mantener el misterio y al lector en tensión y con ganas de saber más. La narración nos lleva a una España recién salida de la Guerra Civil hasta pasados los años 70, con una descripción de personajes muy rica. Es una novela ágil que se lee con facilidad, que atrapa y hace disfrutar al lector dándole poco sosiego; son muchas las sorpresas que los acontecimientos van deparando en esta novela muy recomendable.
—————————————
Autor: José Francisco Rodil Lombardía. Título: Los prodigios de Gillingham. Editorial: Velasco editores. Venta: Todos tus libros, Amazon, y Casa del Libro.
Muy agradecido a Ramón Villa por
esta generosa reseña.