La nueva novela de Nick Hornby relata los encuentros entre Tom y Louise, un matrimonio que lleva quince años casado y que ahora quedan semanalmente en un pub para acudir juntos a terapia matrimonial. El detonante para estas visitas es una infidelidad de Louise, pero el problema viene desde mucho más atrás. A través de sus conversaciones, y mientras ambos observan a un matrimonio que acude a la terapia antes que ellos intentando adivinar su situación, conversan desgranando los problemas de un matrimonio que se ha sumido en una rutina tóxica al verse afectados por una cotidianidad que ha desfavorecido su convivencia, hasta el punto de convertirlos en dos extraños que conviven bajo la aparente tranquilidad de aquello que dan por seguro y que han ido descuidando hasta quedar convertidos en una convivencia bajo la forma de pareja.
Hornby demuestra ser un maestro del diálogo, que impregna siempre con un sarcasmo que la propia pareja reconoce tener en sus conversaciones, y no permite al lector acudir a las sesiones de terapia, o sus resultados, ni siquiera cuando Tom huye despavorido antes de entrar a la primera sesión. A través de las propias palabras de sus personajes descubrimos que problemas como el desempleo, las reacciones personales, la autocompasión o la falta de sexo han ido haciendo mella en este matrimonio sin que aparentemente una de las partes haya querido ser consciente del daño, pero cuya sombra se proyecta en el temor a ser responsable de la infidelidad del otro si alguien se pone a diseccionar con lupa su relación. Este punto, que hubiera podido ser controvertido al tomarse como un intento de justificar lo sucedido, se convierte en algo periférico que el lector olvida al convertirse en el terapeuta improvisado que siempre dijeron las malas lenguas que podía ser un camarero amable con sus clientes. Hornby deja que el lector asista a sus gestos y conversaciones intentando averiguar la deriva de la pareja, que parece a su vez empeñada en comparar su matrimonio con una serie de situaciones que todos conocemos y que sirven muchas veces de título de los capítulos además de representación de su situación emocional. Su matrimonio, nos dicen en una analogía realmente ingeniosa, ha sido el reflejo del Brexit; sin saber aparentemente qué votó el otro, descubren que uno quería quedarse dentro mientras que el otro votó fuera, excluyendo de su vida no solo las relaciones con Europa, si no también las que mantiene con su pareja a todos los niveles. O tal vez, nos dicen en otro momento, sea más adecuado comparar su relación con un maratón. A fin de cuentas una relación dilatada en el tiempo, nos deja entrever el autor, es un trabajo duro que requiere una preparación y un esfuerzo continuado en el tiempo.
Hornby equilibra la ligereza de sus diálogos con la sensación de estar ante una suerte de estudio sobre las personas y la forma en que cambian a medida que pasa el tiempo. Un cambio gradual que el lector siente como propio haciendo que se pregunte en qué punto exactamente se encuentra en el momento de la lectura y si, tal vez, puede verse en una situación similar sin haber sido consciente del momento en el que ha ido llegando a ella. Esto se produce debido a la sensación de normalidad que emanan Louise y Tom, dos personajes que pueden ser cualquiera, mérito más que reseñable en un momento en el que los protagonistas de las novelas parecen necesitar de excentricidades para ser recordados por un lector que se ve bombardeado por novedades semana a semana. En este caso el mérito es justo el contrario, la capacidad del autor para colocar a dos personas normales en una situación cotidiana de matrimonio roto, o casi, y hacer de ello una novela por entregas que se aleje del habitual tono triste en estos casos.
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Autor: Nick Hornby. Título: El estado de la unión. Traducción: Jaime Zulaika. Editorial: Anagrama. Venta: Todostuslibros
¿Entonces es la adaptación de la serie de HBO dirigida por Stephen Frears que él mismo guionizó?