Durante más de siglo y medio los famosos Tercios de Flandes constituyeron la unidad militar más poderosa de su época, consolidando el poder de España como la potencia hegemónica de su momento. Vamos, fueron los marines de los siglos XVI y XVII.
Su origen se remonta a la primera mitad del siglo XVI. Las primeras referencias escritas de los mismos se producen en un decreto que Carlos I envía al virrey de Nápoles en 1534 y en la Ordenanza de Génova de 1536, aunque se cree que el mismo puede encontrarse durante el reinado de los Reyes Católicos, produciéndose su germen durante la conquista de granada, al copiarse el modelo de piqueros del ejército suizo, y fundamentalmente en las tropas desplegadas en Italia al mando de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, organizadas en coronelías.
El origen del término es dudoso. Para algunos historiadores, que consideran a los Tercios herederos de las legiones romanas, el nombre derivaría de la tercia, legión que operaba en Hispania. Para otros el nombre vendría del hecho de que en su composición existiesen tres tipos de armamento: picas, escudos y espadas, y ballestas y espingardas (sustituidos después por arcabuces y mosquetes). Otros afirman que la nomenclatura deriva de que en su origen estaban compuestos por tres mil hombres. Finalmente, una última corriente propugna como origen del término la división de las tropas desplegadas en Italia en tres partes en Sicilia, Milán (o Lombardía) y Nápoles.
Precisamente son estas tres ciudades las que dan nombre a los tres primeros Tercios creados: El Tercio Viejo de Sicilia, el Tercio Viejo de Lombardía y el Tercio Viejo de Nápoles.
Su primer gran éxito lo consiguen en la batalla de Pavía, en 1525, pese a que todavía oficialmente no se denominasen así, y el declive de los mismos se produce tras la batalla de Rocroi en 1643, siendo disueltos tras la reforma efectuada en el ejército por Felipe V en 1704.
Sin embargo, pese a tal disolución formal y con la complejidad que implican las sucesivas reorganizaciones y denominaciones, es posible encontrar todavía unidades militares existentes en el ejército español que tendrían su origen en los míticos Tercios de Flandes. Algunos ejemplos son la Brigada “Aragón” I, que tendría sus orígenes en el Tercio Viejo de Lombardía y el Regimiento de Infantería “Soria” nº 9, que hundiría sus raíces en el Tercio Viejo de Nápoles.
Respecto a este último regimiento, existe una anécdota que lo conecta aún más con su presunto origen en la época de los Tercios. En la película Alatriste, que llevó a la pantalla al personaje creado por Arturo Pérez-Reverte, en su magnífica escena final en la que se recrea la batalla de Rocroi, aparece una música que, en su momento, hizo que muchos espectadores se llevasen las manos a la cabeza. Ese tema es La madrugá, canción popular en la semana santa de Sevilla. ¿Pero qué pinta una canción de semana santa en una película sobre los Tercios?, se preguntaban desesperados entonces muchos espectadores. Lo que esos espectadores no sabían es que dicha marcha procesional fue grabada por primera vez en 1987 por la banda del Regimiento “Soria” nº 9, que entonces tenía su sede en Sevilla. La inclusión de la marcha (y de esa versión en concreto) era un guiño ideado por Agustín Díaz Yanes, director de la película.
Alejándonos del aspecto profesional, a nivel aficionado, los míticos Tercios de Flandes cobran nueva vida gracias al auge que en los últimos años están tomando las recreaciones históricas, rememorándose su existencia en diversos eventos y merced al trabajo de diferentes asociaciones.
Un buen ejemplo de estas asociaciones es la Asociación Cultural Cristóbal de Mondragón. Creada en 2013 en la vallisoletana localidad de Medina del Campo, dicha asociación se dedica a recrear todos los aspectos de una compañía de los Tercios. Vestimenta, armas, utensilios, campamento… Es una compañía que poco a poco se va haciendo un hueco en la recreación del siglo XVI, caracterizándose por su intento de lograr la mayor fidelidad histórica posible. Aunque su actividad se desarrolla fundamentalmente dentro de la programación de la Feria Imperiales y Comuneros, que se desarrolla todos los años durante los días cercanos al 15 de agosto en Medina, dicha compañía interviene en diversas recreaciones en todo el territorio nacional, como las desarrolladas en Torrelobatón (Valladolid), Padules (Almería), Mojados (Valladolid), Pastrana (Guadalajara), Gea de Albarracín (Teruel), Palenzuela (Palencia), Tazones y Villaviciosa (Asturias), Laredo (Cantabria), Valdestillas (Valladolid) o Zamora, organizando también un acto el primer fin de semana de noviembre en Medina del Campo en el que se recrea el paso de Carlos I (o V) por dicha localidad durante el viaje que realizó camino a su retiro en el monasterio de Yuste.
Dicha compañía se encuentra en la actualidad inmersa en la organización de un encuentro internacional de recreadores, que está previsto que se celebre en Medina del Campo del 16 al 18 de agosto de 2019 y del que puede consultarse toda la información en su web.
Pero ¿quién es este Cristóbal de Mondragón que les da nombre? Un curioso personaje que de haber nacido en Estados Unidos y ser marine inspiraría películas y series de televisión, pero como tuvo la desgracia de ser español y de los Tercios, pues verdes las han segado.
Contrariamente a lo que pueda sugerir su primer apellido, Cristóbal de Mondragón y de Mercado nació en Medina del Campo. No está claro si en 1504 o en 1514. Alistado al ejército en 1532, su “salto a la fama” se produce en la batalla de Mühlberg, en 1547. Los opositores al emperador Carlos V se habían puesto flamencos (nunca mejor dicho) y desafiaron la autoridad del emperador y su hermano Fernando, creando la Liga de Esmalcalda. Las tropas de dicha liga se encontraban acampadas a orillas del río Elba, en la localidad de Mühlberg. Para frenar el avance de las tropas españolas, dichas tropas atraviesan el río Elba por un puente de barcas, que recogen una vez que están al otro lado, poniendo no tierra sino río de por medio. Carlos V se dirige hacia allí con el grueso del ejército.
De repente, un soldado de los Tercios se mete en el agua, cruza el río y se pone a repartir estopa a los asombrados sajones. Por aquello del honor, la vergüenza torera y que está feo dejar a un compañero solo, su capitán y otros nueve compañeros hacen lo mismo y montan una bonita escabechina. Recuperan los pontones, llega Carlos V, vence y Tiziano lo saca en un cuadro. Carlos V pregunta por el descerebrado que cruzó el río y le presentan a Cristóbal de Mondragón, al que allí mismo el emperador lo define como “el mejor soldado del mejor tercio de la infantería española” y lo nombra alférez. Ese fue el comienzo de una brillante carrera, que lo convirtió en una destacada figura militar del siglo XVI, llegando a ser capitán general de los ejércitos de Flandes. Su fama fue tal que Lope de Vega lo menciona en su obra El asalto de Mastrique.
Sin embargo, como suele ser habitual en la historia de España, esta historia no tuvo un final feliz. Amado por sus hombres pero odiado por sus enemigos (y no todos estaban en Flandes, en la corte española de Felipe II había unos cuantos), es menospreciado y sus pretensiones de que le fuera concedido un título nobiliario o beneficios para sus familiares cayeron en saco roto, por lo que volvió a Flandes, donde falleció en 1596.
Y es que ya decía Ana Belén que España es “a veces madre y siempre madrastra”.
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