Puede que la primera asociación entre el alemán Roland Emmerich y el guionista Robert Rodat, el drama histórico protagonizado por Mel Gibson El patriota, no vaya a pasar a la historia del cine. Pero un puñado de insurrectos le guardamos el suficiente aprecio a aquella estimable película como para albergar esperanzas con Those About to Die, ambiciosa serie histórica de Amazon basada en el libro de Daniel P. Mannix y ambientada, ojo, en la Antigua Roma. El resultado, estimable como es, lamentablemente confunde por su falta de concreción y personajes interesantes.
Emmerich, director de entretenidos films de catástrofes y ciencia ficción como Independence Day o El día de mañana, trata de aplicar a los primeros capítulos de Those About to Die la misma técnica narrativa que en sus películas corales de acción: presentar en el primer acto media docena de personajes (aquí bastantes más) con el convencimiento de que el espectador se sentirá interesado por sus acciones una vez ocurra el fin del mundo. El problema es que la serie de romanos de Emmerich no es un largometraje sino precisamente eso, una serie, y el resultado de los primeros dos capítulos acaba resultando apresurado, disperso y confuso.
Con suficiente presupuesto para no escatimar pan y circo, ya sea en cuanto a escenarios, paisajes de Roma e incluso acción, Those About to Die no logra decidirse entre un look digitalizado y pulp a lo Spartacus o si parecerse a una serie histórica de prestigio como Roma, de HBO. Lo que duele no es eso, sino la alarmante falta de carisma de unos personajes que se miran en el espejo de Juego de tronos pero no alcanzan su nivel de viveza y humanidad. Rutinarios y escasamente pintorescos como son, la serie se confía entera a su devenir argumental, que tampoco es un desastre (la serie mejora según avanza) pero no descubre nada nuevo.
Con divertidos brochazos de erotismo gay y ocasionales fogonazos de ingenio, Those About to Die va cobrando vida según se sitúa y se centra en su propio universo a medio camino de 300 y Peaky Blinders. Y aunque falte algo de vida en esa Roma digitalizada, resulta extrañamente fascinante la atmósfera entre viciada y artificial de una decadente y desalmada urbe antigua. Hay escenas de acción notables en el Coliseo de Vespasiano (Anthony Hopkins) y, cuando la serie se centra en ellas, gana enteros. Emmerich, en fin, dirige con óptica cinematográfica los primeros capítulos, que pese al lío argumental resultan vistosos y extrañamente fascinantes.
Falta enjundia de serie histórica, pero los medios están ahí y ganamos un aroma a peplum de serie B que, en manos de Emmerich, resulta incluso más interesante si uno no tiene el paladar fino. Si Those About to Die no hubiera tratado de parecerse a Juego de tronos en Roma o ponerse el traje de serie histórica, quizá el mejunje presentado por el alemán y Robert Rodat habría cuajado mejor. El resultado no es malo, pero tampoco bueno.
La serie es mala, se mire por donde se mire. En los dos primeros minutos han vendido el cuerpo de un corredor de cuádrigas para carne de leones, cuando esos jóvenes eran más ricos y famosos que los futbolistas de élite, pasan al siguiente escenario y aparece «NUMIDIA» (Túnez), con personajes subsaharianos que hablan una lengua africana, que cazan leones digitales en una sabana y que se encomiendan a un dios… ¡De Nubia! (Sudán). Es decir: donde decían Numidia, querían decir Nubia. Pasan a Roma, un personaje entra en el templo de augures (que eran los equivalentes a cardenales del Vaticano) y les recibe una bruja piruja desgreñada echándoles la buena ventura. Para colmo de males, la carrera de cuádrigas altamente digitalizada no causa emoción alguna en el espectador. Es una copia mal hecha de la carrera de Ben Hur, pero hasta en la versión muda de Rodolfo Valentino uno se emociona más que en esta serie, con derroche de medios digitales, pero con un director que no sabe dónde poner la cámara, un guion pobre, una historicidad patéticamente engañosa y unos actores que se limitan a decir frases poco inteligentes… Una serie para olvidar.