Resulta fácil reconocer la seducción que una figura como la del dramaturgo y compositor teatral Jonathan Larson ha ejercido en Lin Manuel Miranda, responsable del musical Hamilton. En su debut en la dirección de largometrajes, Tick, Tick… Boom!, Miranda revisa la figura de Larson, autor de Rent, justo antes de “cumplir 30 en los 90”, como narra él mismo en el vigoroso número musical inicial. La película es un buen ejercicio de dirección por parte de Miranda que anticipa cosas todavía mejores, pero es la interpretación de Andrew Garfield la que se llevará todos los laureles posibles (y merecidos) de la película.
Tick Tick… Boom! juega la carta de Rent pero en realidad toma la forma de un monólogo interior de Larson, el narrador en la obra teatral homónima recreada por la propia película. Algunos apuntes adicionales de quien durante un tiempo fue su pareja, Susan (Alexandra Shipp) complementan el relato de una manera desoladora y añaden un componente emotivo que parece bebedor de Philadelphia, la película de Jonathan Demme que de manera nada casual también abordaba el drama del sida en los 90 (por cierto, el uso de falsas grabaciones de Super 8 colabora a ello).
La película de Miranda no se focaliza en eso, por mucho que la enfermedad tenga un cierto peso específico en la trama, o al menos lo redirige hacia los procesos creativos de Larson antes de su gran audición final. Tick, Tick… Boom! se apoya también en el clásico tema de la lucha del individuo contra el sistema y el lógico componente de maduración de Larson, al fin y al cabo un tipo de 29 años a punto de romper.
Este relato cantado, mitad voz en off, mitad confesión y mitad visualización de la creatividad vital del compositor acierta de pleno a la hora de incorporar a su nerviosa espina dorsal la histeria del protagonista que, cual profecía autocumplida, siente que se queda sin tiempo. La música que adorna el filme procede tanto de los ensayos como de la imaginación del propio protagonista, es diegética y extradiegética, y se trenza con el relato de todas las maneras posibles, a veces comentando desde el margen y otras veces en la propia acción del relato, con Miranda exprimiendo todos los recursos posibles del musical, jugando con el montaje unas veces y exprimiendo el carisma de sus actores en otras.
La película es una enfervorecida recreación de la vida de Larson, un casi treintañero que busca abrirse camino en Broadway mientras trabaja de camarero. Una vida a lo Friends metida en un musical bohemio que Miranda cuenta a toda velocidad pero sin caer en afectaciones melodramáticas o vicios formales excesivos. El resultado es finalmente tópico en sus motivos de comedia sentimental y drama biográfico, y desde luego en cómo Miranda lo implanta en lo puramente visual, pero la obra apunta siempre a lo emocional y, a menudo, sobre todo en su tercio final, consigue resultados.
Gran parte de la responsabilidad de esto recae en Andrew Garfield, formidable actor que consigue la mejor interpretación de una carrera que abunda en el riesgo ya desde antes de sus dos Spider-Man (¿alguien más piensa que su interpretación del trepamuros fue, en realidad, la mejor de los tres que lo han encarnado?).
La música de Tick Tick… Boom! realmente proporciona energía a una historia que rehúye convertirse en un recorrido funcional de la vida de Larson. En el fondo lo es pero, como el propio artista, Miranda parece apuntar cada pensamiento, cada recodo del camino, y reflejar cómo ese entorno repercutía en su creatividad, en el proceso vital de cómo convertir la vida en espectáculo. Ese es el tema de una obra sentimental y que quizá roza la excelencia sin alcanzarla, pero que hace honor a su protagonista.
https://youtu.be/qVLlKoa1YJI
¡Que me quiten lo bailao!
Ese vídeo no era, era éste:
https://youtu.be/kRL0rKkRkk0