Hispania fue una tierra de conejos, o mejor dicho de damanes, unos animales próximos a los elefantes y los manatíes, a los que los fenicios confundieron con los antepasados de Bugs Bunny. Estos intrépidos navegantes del Mediterráneo llamaron I-span-ya a la península ibérica. Unos interpretaron que este nombre equivalía a «tierra del norte», otros pensaron que significaba «tierra donde se forjan los metales». Los griegos aludían a ella como Iberia, por su parecido con una región del sur del Cáucaso, en la que actualmente se encuentra el territorio de Georgia. Los romanos decidieron que esa Hispania de la que hablaban los hijos de Canaán era una «tierra de conejos», o mejor dicho: de damanes.
¿Quiénes fueron los hispanos? ¿Qué supuso Hispania realmente para Roma? ¿Por qué tantos hispanos desempeñaron un papel estelar en la historia del Imperio? ¿Existe acaso algo que pueda llamarse «lo hispano»? Todas estas preguntas interesantes se hace Carlos Goñí al principio de su libro Hispanos (Arpa, 2022). Con una prosa limpia y precisa, el autor nos va introduciendo de forma didáctica en el camino hacia nuestros orígenes, con el objetivo de reconocer a Hispania su contribución a la cultura de Occidente. Porque además de tierra de conejos —y campo de batalla entre cartagineses y romanos— esta fue también patria de filósofos, escritores, políticos, militares, caudillos y hasta de emperadores como Trajano, Adriano y Teodosio.
Los hispanos destacaron por sus dotes para la poesía, como demostraron Lucano y Marcial, y también para la filosofía, como Séneca le enseñó al mundo, pero lo que se les dio realmente bien fue luchar contra los romanos. Ningún pueblo se les resistió con tanto ahínco y mala leche a los herederos de Rómulo y Remo. Al Imperio romano conquistar la Galia le costó unos pocos años, pero para «domesticar» a los hispanos le hicieron falta dos siglos. Goñí nos muestra cómo fue este enfrentamiento y quiénes fueron los protagonistas de esas batallas. Comenzamos entre Cartago y Roma, con Indíbil y Mandonio, y nos vamos hasta Numancia, después de presentarnos ante Aníbal Barca, para saludar después al último gran rebelde, Viriato. Después de sudar la gota gorda con cántabros y astures, los romanos consiguieron su objetivo, porque pese a pelear como héroes —y ahí reluce lo que Goñi llama «el estigma misterioso» de los hispanos— los hispanos nunca consiguieron nada, y no les quedó otra que claudicar después de tanta batalla victoriosa que no sirvió para ganar la guerra. Porque el héroe hispano se asemeja al personaje del perdedor que nunca falta a un combate, pero no tiene la capacidad de conseguir imponerse en el último y definitivo asalto. Y es que a Hispania, al igual que le pasa a su heredera España, pese a su gran belicosidad, sucumbe a su extrema pluralidad. Como dijo Fernando el Católico, para «hacer con España grandes cosas» hay que saber mantenerla en orden y unida. Los hispanos fracasaron y nosotros… (completen ustedes la frase).
Como si se tratara de un enorme friso corrido de un gran museo, Goñi nos va haciendo de guía en este tour por los personajes hispanos que hicieron grande a Roma. Durante este trayecto narrativo, vemos «cómo Hispania se romaniza y también de qué manera Roma se hispaniza», (Carlos Goñi dixit).
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Autor: Carlos Goñi. Título: Hispanos. Editorial: Arpa. Venta: Todostuslibros
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