Antes de contaros cómo me he organizado para escribir La última condesa nazi, empezaré por el principio: cómo empezó todo.
El olor a tinta va implícito en mi ADN. Cuando era muy niña, la imprenta de mi padre ocupaba los bajos de nuestra casa. Una gran terraza cubría parte del techo; era mi sitio preferido: repleto de jardineras, copones de piedra adornando el entorno, un columpio donde mi abuelo leía sus novelas de Estefanía y una mesa de hierro y cristal en torno a la cual comía la familia en verano.
Aquellas tardes de calor sofocante en la Galicia interior, en las que los olores a tinta subían de la imprenta cuando mi padre, frente a una gran plancha de mármol, mezclaba varios colores hasta dar con el deseado; ese olor a flores y a tinta lo recuerdo por igual que el aburrimiento que me causaba el hecho de ayudar a mi padre a corregir textos. Yo le leía el original en alto y él iba corrigiéndolo en el texto impreso. Paradojas de la vida, ahora siempre digo que “corrijo más que escribo”.
Quise ser periodista, porque era lo que más se le acercaba al mundo del que procedía y porque desde muy pequeña, cada vez que me castigaban sin salir de mi habitación, escribía en mi cuaderno secreto los sentimientos que por mi cabeza pasaban en esos momentos.
Pero si tuviera que confesar una característica de mi forma de ser, debería de decir que cuando conozco a alguien interesante siento unos deseos irrefrenables de conocer la historia de su vida. Y es aquí donde empieza el cómo y el por qué escribí La última condesa nazi.
Me encanta caminar por el paseo marítimo de Marbella, ciudad en la que vivo parte del año. Siempre me ha provocado una intriga obsesiva cruzarme con señoras mayores elegantes, de apariencia fuerte y casi siempre solas. Quería saber quiénes eran, cómo habían sido sus vidas y cómo habían llegado allí. Decidí hacer una lista de las que conocía y comencé a investigar quiénes eran.
Me entrevisté con un gran número de señoras mayores —algunas de las cuales ya han fallecido al día de hoy—. Fue una tarea difícil porque muchas de ellas desconfiaban de mí y no me contaban el trasfondo de sus vidas, pero no me vine abajo y seguí hablando con unas y otras.
Fui encajando mi puzle y poco a poco configurando el alma de mi protagonista, Clotilde Von Havel, con el físico de una, la huida de los soviéticos de otra, las vivencias de numerosas familias judías… Pero nadie me hablaba de los nazis, nadie había conocido a ningún nazi, nadie decía nada de esta gente. Se sabía que algunos habían vivido aquí. Incluso yo misma había estado en una ocasión en una cena donde, para mi estupefacción, varios comensales confesaron estar a favor de la ideología nazi… Hasta que un día un carpintero que vino a casa me contó su historia; mi veterinario me habló de su clienta nazi y la secretaria de mi abogado me aseguró que tuvo varios clientes nazis…
¡Ahí estaba mi investigación! Uní la vida de ellos con la vida de los comienzos de la Marbella internacional, por aquello de que coincidían las épocas y el entorno. Fui haciendo que mis personajes se mezclaran con la realidad, interaccionaran con la vida cotidiana de una sociedad libre y en busca de la sencillez en un entorno elegante… Paradójicamente en un país donde la dictadura de Franco reprimía la esencia del ser humano transgresor, bohemio, culto y creativo.
Y ahí tenéis el resultado: una historia trepidante de hechos que han sucedido, mezclados con una realidad ficticia, con cameos de personajes reales y con un resultado que para los que han vivido esa época les transporta en el tiempo, metiéndose de lleno en la vida cotidiana de la alta sociedad que vivió en Marbella entre los sesenta y setenta.
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Autora: Viruca Yebra. Título: La última condesa nazi. Editorial: Espasa. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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