Foto de portada: Jorge Luis Borges en un hotel de Santander en 1983. Autor: José María Plaza.
Nació con el siglo (pasado), exactamente el 24 de agosto de 1899, pero le gustaba corregir al calendario y dar como fecha de nacimiento 1900. No era un gesto de vaga coquetería, sino un modo de asentir y definir su tiempo. Ese ser literario llamado Borges era un hombre de costumbres e ideas sentimentales decimonónicas, pero, como escritor, un autor del siglo XX; o más exactamente, uno de los que ha marcado la literatura universal en los últimos cien años. Porque Borges, al igual que los Beatles, sigue tan vivo entre nosotros como en su época. El escritor John Barth, que asistió a una de sus charlas en la Universidad de Harvard, comentó que Borges era quien «había reemplazado a Joyce y Kafka».
1.- 1914, GINEBRA
La familia Borges viaja a Ginebra, ciudad en la que acabará el Bachillerato. Es el tiempo en el que Georgie, como le llamaban, empieza a sociabilizarse: su hermana Norah deja de ser su único contacto y en el colegio (fundado por Calvino) hace sus primeras amistades, dos expatriados, como él. Abramowicz será su primer gran amigo, con quien comparte aficiones literarias y le descubrirá a los simbolistas franceses. Las clases son en francés (Borges dominaba el inglés por su abuela paterna) y estudia alemán para leer a Goethe y a Schopenhauer, que tanto le marcará, sobre todo El mundo como voluntad y representación, libro fundamental en su vida.
Empieza a escribir sus primeros poemas en francés (a los 7 años había tentado una breve obra de teatro) y se enamora de Emilie, una muchacha pelirroja que le corresponde, así que ella será su primera novia. El día que cumple los 19 años su padre lo lleva a «conocer a una amiga» para que se haga un hombre, como era costumbre entonces, pero aquella experiencia le afectará íntimamente durante años y le condicionará. Otros autores de este periodo, que ya le acompañarán siempre, son Heine, De Quincey, Chesterton y Meyrink y su libro El Golem. Y el expresionismo alemán.
2.- 1920, ULTRAÍSMO
Tras dejar Suiza, la familia viaja a España: pasa por Barcelona, que no les gusta (ruido y suciedad) y se asientan en Mallorca, donde Borges conocerá a Jacobo Sureda, otro de sus buenos amigos, con el que tiene una conexión familiar y literaria. Son jóvenes poetas que buscan hacerse oír. Después, la familia Borges pasa una temporada en Sevilla, un hervidero de poetas, donde Georgie entra en contacto con el ultraísmo (Adriano del Valle será su valedor) para llegar a Madrid, en donde asistirá a las tertulias de Ramón Gómez de la Serna y de Rafael Cansinos Assens, al que siempre consideró su maestro. Entonces conoce a Guillermo de Torre, que se casará con su hermana, y a Pedro Luis Gálvez, un bohemio maldito, que le impresiona, ya que siempre sintió —y tiene sentido— fascinación por los extravagantes y los canallas (los compadritos).
Aunque su gran poeta sigue siendo Walt Whitman, Borges asimila ese espíritu vanguardista de la época e intenta implantar el movimiento ultraísta en Argentina, a partir de un grupo reducido de parientes y amigos, en donde hay una mujer, su prima Norah Lange, que tanto influirá para bien y para mal en su vida, y a quien le escribirá el primero de sus famosos prólogos. Se inicia una buena época de juventud, sueños de gloria, tertulias, revistas, locuras y amistades. También enamoramientos. Borges descubre la ciudad, su ciudad, y queda deslumbrado ante ese mundo que desconocía, como se aprecia en su primer libro, Fervor de Buenos Aires, editado en 1923.
3.- 1934, SUICIDIO
A finales de 1926 Borges era todavía feliz, y de hecho publica un artículo titulado La felicidad escrita. Estaba enamorado de Norah Lange, también poeta ultraísta, y aunque no era expresamente correspondido se veían con frecuencia y albergaba esperanzas. En una de las fiestas literarias Borges le presenta al poeta Oliverio Girondo, y Norah queda fulminada ante aquel hombre tan distinto. Un flechazo. Dado el carácter huidizo del chileno, la pareja se tambalea y Georgie aún sonríe y espera, hasta que Norah le rechazará claramente. Es febrero de 1929. En ese momento Borges pierde su voz lírica. El momento coincide con la publicación de su tercer poemario, Cuaderno San Martín, y de su primer ensayo sobre Aquiles y la tortuga, paradoja filosófica que, de niño, le explicó su padre, Jorge.
Es en este periodo —1928— cuando se le reproduce una catarata, y sufrirá la primera de las ocho operaciones de los ojos que le hicieron antes de quedarse ciego. La primera mitad de esta nueva década es muy negra. Un infierno, ya que había sido expulsado del Paraíso. Borges vive en un estado de humillación y abandono, que se agrava por los dolores de muelas y un insomnio constante, que será tema recurrente en su obra. No era la primera vez que pensaba en el suicidio, pero el 24 de agosto de 1934, día de su cumpleaños, se viste con un elegante traje para ir al hotel de Adrogué (donde pasaba los veranos de su infancia) con una pistola y una botella de ginebra, y se acuesta vestido. Antes emborrona algo así como «la mano que escribe puede disparar una pistola». Al final se quedará dormido en la cama. Borges siempre se sintió un cobarde.
Literariamente no son malos tiempos. Trata a Victoria Ocampo, la gran dama de la época, que le invita a colaborar su revista Sur, fundada en 1931; dirige el suplemento literario del diario Crítica y conoce a García Lorca, con el que no congeniará, y a Pablo Neruda, que le parecerá «un buen poeta y una mala persona», y no solo porque coqueteara con Norah Lange en una de las fiestas a las que tan aficionada era su antigua musa.
4.- 1936, BIOY CASARES
Borges conoce al joven Adolfo Bioy Casares por mediación de Victoria Ocampo en 1932, pero tardarán cuatro años en frecuentarse. Es cuando Bioy lo llama para escribir juntos un largo folleto —muy bien pagado— para la leche La Martona, propiedad de su familia. Esta colaboración es tan divertida que pronto empezarán a reunirse e inventarse relatos policíacos, que firman bajo el seudónimo de Bustos Domecq (en 1941 se recogen seis de ellos en un volumen). A partir de 1940, fecha del matrimonio entre Bioy y Silvina Ocampo, Borges irá regularmente a cenar a la casa de la pareja, y de hecho los tres colaborarán en varias antologías. Pero no eran un trío de amigos. La amistad entre los dos varones preponderaba, y la relación continua con Bioy fue, según Borges, una de las mejores cosas que le habían pasado en la vida.
Los años treinta son los más prolíficos del escritor. En esa década publicará más de 400 textos en revistas y suplementos literarios, y en 1936, tras sus ensayos filosóficos de Historia de la eternidad, publica Historia Universal de la Infamia, un libro insólito: biografías imaginarias de hombres reales. Ya había dejado atrás la poesía; le pesaba demasiado su labor de ensayista y quiso tentar una nueva fórmula. Muere su admirada abuela, Fanny Haslam, de la rama inglesa de la familia.
5.- 1938, EL ACCIDENTE
Este año es uno de los más decisivos en su vida. Busca su primer sueldo fijo, y lo encontrará como ayudante en la biblioteca Miguel Cané, un trabajo sombrío y servil, en un barrio obrero a 40 cuadras de su casa, y Borges aprovecha el trayecto en tranvía para leer la Divina Comedia, la obra que más influirá en su vida. En febrero se producirán dos muertes que le dejarán honda huella: se suicida Leopoldo Lugones, el poeta nacional, odiado y amado por Borges, y fallece su padre, Jorge, ciego e inmóvil. Curiosamente, ambos habían nacido en 1874. Comienza una nueva etapa: su madre y él ya están solos. Su padre, un escritor frustrado, le pide a Georgie que haga una nueva edición de su única novela publicada, El caudillo (escrita en Mallorca), pero que antes la corrija haciéndola más sencilla.
En Navidad, Borges, cuya vista se debilita, va a recoger a Emma Risto, amiga de su hermana, a su casa. Impaciente, sube veloz por la escalera y se clava el marco de una ventana abierta, lo que le provocará una herida en la cabeza, que se le infecta, y estará al borde de la muerte varias semanas (el incidente está reflejado en su cuento «El Sur»). Al salir del hospital teme que haya perdido capacidad intelectual, y para probarse quiere escribir algo nuevo que nunca hubiera intentado: un cuento fantástico. Así es como surge Pierre Menard, autor del Quijote, el primer texto de sus dos libros más célebres, Ficciones y El Aleph, que se publicarán en la década de los cuarenta. El Borges más clásico, el de la madurez literaria y la inmadurez sentimental, como veremos a continuación…
6.- 1946, ESTELA CANTO
Un poco antes de la publicación de Ficciones (1946) se enamoró de Estela Canto, su más aclamado amor. Su gran pasión. Inquieta escritora, Estela tradujo En busca del tiempo perdido, de Proust y era el prototipo de mujer nueva. Se habían conocido, muy de pasada, en las tertulias de casa de los Bioy, pero un día coinciden a la salida y empiezan a andar y vagar casi toda la noche. Borges, infatigable caminante, queda fascinado por aquella mujer que conoce a Bernard Shaw y le cita de memoria pasajes en inglés de Cándida. Desde ese momento, la llama todos los días, la lleva libros y se verán con frecuencia, pese al rechazo de su madre que la ve como una mujer demasiado moderna y liberal, impropia para su hijo. Hacía dos años que la familia Borges (su madre, la fiel asistenta Fanny Úveda, y el escritor) se habían mudado a Maipú 994, un pequeño departamento cerca de la Plaza San Martín, que será su domicilio definitivo.
En este tiempo de romance escribió El Aleph, que la misma Estela pasó a máquina en su piso de San Telmo y luego se quedó allí el manuscrito. La protagonista de este cuento, Beatriz Viterbo, está inspirada, según confesión del autor, en tres mujeres que le marcaron (y le humillaron). Sospechamos cuáles fueron, pero dejamos la incógnita para despertar la curiosidad y el juego del lector. Estela Canto, una mujer que se ganaba la vida por sí misma y tenía amantes, se cansó de la pasividad de Borges y de la dependencia de su madre, y lo abandonó. Esta ruptura hundió al escritor, casi cincuentón, y volvieron a su vida las pesadillas, insomnios y pensamientos dramáticos. Y como las desgracias nunca vienen solas, el peronismo lo invadió todo.
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La redacción del «momento» 3 es confusa. Luego de nombrar al poeta argentino Oliverio Girondo se habla del carácter huidizo de un chileno a quien nunca se había mencionado; de lo que se dice al final del apartado supongo que se aludía a Pablo Neruda.
Creo que no es Emma Risto sino Emma Risso Patrón. Diplomática uruguaya, amiga de Borges y Bioy.
Estás en lo cierto, en efecto, es Emma Risso Platero
Exacto. Risso Platero. No Patrón.
por que dice chileno a OLiverio?
Jorge Luis Borges siempre está entre nosotros, vuelve, se relee, se suman notas (como esta) que intentan descifrar a un ser literario extraordinario a quien considero mí amigo. Salud para Jorge Luis, permanencia que nos hace bien a todos.
Porquè deja la escritura a la midad ?
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Hola, al igual que otr@s lectores, me queda la duda respecto a la mención del «chileno». Gracias