Esta es mi segunda novela terminada y publicada. Antes de ella hubo dos o tres proyectos que naufragaron porque no adquirieron una consistencia que me atrapara lo suficiente como para seguir dedicándoles tiempo. A veces me pregunto cómo será ese limbo de los libros abandonados en un punto muerto. Horas/culo delante de la pantalla con el lagrimal a punto de secarse, que solo sirven de humus, materia orgánica, desecho, para que otros proyectos prosperen más adelante.
También se dio la casualidad de que un artista que admiro mucho, Paco Chanivet, que trabaja la confluencia entre horror cósmico con costumbrismo, me pidió un texto para la exposición La gran conspiración. Para él, en homenaje a su humor (sobre todo en su hilarantísima película La veda) escribí la pieza “The Fathers / Los padres”, un ensayo-ficcional sobre la institución paterna como un virus del espacio exterior, que es uno de los capítulos, creo, más divertidos de la novela.
Otra pieza que escribí a pedido fue “War is Menstrual Envy / La guerra es envidia menstrual”. Fue un texto sobre mi experiencia en una residencia literaria en Cracovia, organizada por la red de ciudades literarias de la Unesco. No quería escribir una crónica o alguna descripción folklórico-turística de la ciudad. Y se me ocurrió inventarme una intervención imaginaria y muy irreverente del Montículo Kosziusko, un monumento a las guerras de la independencia y uno de los lugares más emblemáticos de Cracovia.
Además, hacía varios años, desde 2017, que venía craneando una secta (también imaginaria) que aunara misticismo new age con feminismo esencialista transexcluyente. Y de ahí salió el culto que tiene un rol central en la novela. Se llama “Energía Menstrual Universal” y hasta cuenta con su brazo armado guerrillero, las “Górgonas”. Y es una parodia de algunos cultos femeninos new age, que existen en ese mundo asombroso y absurdo que es La Realidad, así como de ciertos debates transfóbicos y transexcluyentes, como las polémicas declaraciones de J. K. Rowling. Además de meterse con una cierta mística, Hemoderivadas también es una parodia de la explotación comercial del esencialismo femenino, como la plataforma de life-style Goop, de Gwyneth Paltrow, que vende velas con aroma a vagina o que fue llevada a los tribunales por vender huevos de obsidiana que presuntamente tenían poderes curativos.
En paralelo, desde mayo de 2020 venía trabajando en la voz de una adolescente pobre y desaventajada con poderes paranormales que ella desconoce (la prota de mi primera novela, La puerta del cielo, era un personaje similar, uno que sabe menos que sus lectores) y que se comunica con una sintaxis singular, que altera las oraciones de un modo raro. Una versión de su monólogo interior lo trabajé en un taller con el escritor Alan Pauls, en Berlín, donde vivía en ese momento.
Me gusta pensar en mis libros como proyectos. Por un lado, porque siempre ando pensando en dos o tres al mismo tiempo, y el que prospere y capture toda mi atención dependerá de mis condiciones materiales y circunstancias vitales. Por ejemplo, ahora mismo estoy a la vez con un ensayo sobre lo monstruoso, un poemario sobre el tiempo cósmico y una nueva novela sobre una pareja de artistas que hicieron algo muy valiente e irreverente durante la Segunda Guerra Mundial. Sí, mi cabeza es MUY multitasking y, también, un quilombo (risas).
Con Hemoderivadas pasó un poco así. Fueron varias ideas separadas (las piezas de arte imaginarias, la voz de Estelita) que fueron confluyendo en un solo proyecto. Por eso tiene una estructura polifónica, secuenciada en tres partes: la voz de Pandora Ferreira-Bisset, una artista consagrada en las horas previas a la inauguración de la primera retrospectiva sobre su obra; el monólogo interior de Estelita, la adolescente que la asistente de Pandora reclutó para que ejecute Némesis, la temible performance final de la novela; y las descripciones, así como los guiones de algunas de las piezas de la retrospectiva (The Fathers y War is Menstrual Envy, son parte de esta serie).
Creo que esta estructura fragmentaria delata que no fue un proyecto que encarara desde el comienzo como una novela. La Novela. Algo así, con mayúsculas, que siempre aparece como un escalón demasiado alto. Por eso, yo siempre prefiero pasarme un tiempo (semanas o meses) leyendo, imaginando, tomando notas, escribiendo fragmentos, de una manera muy disciplinada y sistemática porque cada vez creo más en el trabajo constante, la perseverancia y una voluntad de autoexigencia que en el talento. Hasta que un día se da un momento “eureka” y le encuentro la forma, el encastre, para que todas las piezas del puzle-novela encajen.
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Autora: Ana Llurba. Título: Hemoderivadas. Editorial: Aristas Martínez. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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