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Todo este sufrimiento

Soy de la creencia de que, pasada por el tamiz literario, cualquier idea tiene cabida pero, sobre todo, estoy con quienes piensan que la mejor literatura es la que expone preguntas incómodas. Por ejemplo, en 1973, Ursula K. Le Guin (1929-2018) publicaba Los que se marchan de Omelas, una alegoría de una sociedad armónica y feliz, donde todo funciona cual reloj suizo. Sin embargo, hay una única condición para la prosperidad: esa sociedad debe mantener a un niño en la miseria, la oscuridad y el maltrato sin fin. A cierta edad, cada miembro de Omelas es puesto al corriente de la situación, y, al principio, todos reaccionan con rechazo… pero luego terminan aceptando el sufrimiento perpetuo del infante a cambio del bienestar del resto. Menos mal que solo es ficción, ¿verdad?

Ana Paula Maia (1977) también apunta a la frente y dispara con De ganados y de hombres (Eterna Cadencia, 2024), cruenta y contundente novela corta sobre la fina línea que separa al ser humano del resto de animales, el sufrimiento que infligimos y el supuesto orden natural de las cosas.

"En De ganados y de hombres asoma una realidad palpable e inasequible a excusas religiosas, morales o sociales: la del dolor, la del sufrimiento que nuestro protagonista trata de evitar a sus víctimas"

Edgar Wilson trabaja como aturdidor de ganado bovino en un matadero, empleo que no desempeña de cualquier forma: como si de una suerte de Caronte compasivo se tratase, se preocupa de que las vacas sacrificadas sufran lo menos posible en el momento de darles el golpe de gracia. Cuando, de forma repentina, un grupo de ellas desaparezca de las instalaciones, tanto Edgar como el resto de pintorescos trabajadores del matadero —el enérgico Bronco Gil, el nervioso Santiago, el viejo Emeterio…— verán interrumpidos sus sangrientos quehaceres de forma abrupta. Porque está claro que el ganado no desaparece así como así, y parece que tampoco han sido objeto de robo, pero entonces… ¿de qué se trata?

Que la novela —en su día publicada en castellano por Siruela y hoy recuperada por la editorial argentina Eterna Cadencia— no se extienda mucho más allá del centenar de páginas no es óbice para que la escritora brasileña logre introducir el dedo en múltiples llagas al mismo tiempo. La herida, por un lado, de la infinita crueldad que exhibimos frente al resto de seres vivos que pueblan el planeta, con particular atención al horror frío y automatizado —para muchos, próximo al genocidio— que emana de la llamada industria cárnica. Hoy, el ordenamiento jurídico español considera a los animales como «seres vivos dotados de sensibilidad», pero, hasta hace nada, su estatus era el de meros bienes semovientes, condición que empeora aún más si analizamos otros sistemas legislativos. Maia apela a cada hamburguesa que engullimos, a los trozos de beicon que pueblan nuestra pizza congelada, a la pechuga de pavo con la que nos hacemos el sándwich, a esa creencia aun tristemente arraigada de que los animales están para servirnos. Tengan alma o todo lo contrario, como sostiene la doctrina católica más conservadora, en De ganados y de hombres asoma una realidad palpable e inasequible a excusas religiosas, morales o sociales: la del dolor, la del sufrimiento que nuestro protagonista trata de evitar a sus víctimas.

"Es la de Ana Paula Maia una escritura directa, precisa y sin enormes florituras, a la que de forma recurrente se ha relacionado con Rubem Fonseca, el titán brasileño de los bajos fondos"

Por añadidura, Maia retrata el ambiente de violencia más o menos normalizada en la que humanos y animales recorremos nuestros respectivos caminos. La localización escogida para ambientar la obra es el Brasil rural, pero podría ser prácticamente cualquier otro lugar de la tierra. En un contexto de brutalidad como el suyo, como el nuestro, no hay espacio para la compasión y parece que tampoco para los personajes femeninos, pero sí pequeños paréntesis de encuentro al fuego de la camaradería, de la amistad de trinchera que, por un levísimo instante, pueden arrojar sombras de belleza, darnos a entender que quizás haya algo digno de elogio en semejante festín de la sangre.

También hay hueco para hablar de los desfavorecidos, y para hacer parada en la dignidad de los trabajos invisibles, de quienes en la cara B, en el lado oscuro al que cantaba Pau Donés (1966-2020), hacen lo que nadie más quiere hacer, pero de cuyos frutos, sin embargo, todos queremos participar: quienes matan, despiezan, curten, limpian, barren, llevan, ensamblan, recogen y tantas otras actividades de perfil poco glamuroso.

"Busque De ganados y de hombres en su librería, hágase con un ejemplar ahora que aún está a tiempo, antes de que la naturaleza se rebele contra nosotros por nuestros pecados y nuestra complicidad con la destrucción"

Recurre la escritora a un curioso narrador omnisciente que, si bien la mayoría de las veces prefiere ponerse un candado en la boca y limitarse a contar hechos más o menos terribles de forma gélida y desapasionada, tampoco tiene miedo a elevarse ocasionalmente sobre los personajes para dictar ardiente sentencia condenatoria, como una suerte de ángel del apocalipsis que supiera dónde tocar para provocar la vergüenza y la contrición. Es la de Ana Paula Maia una escritura directa, precisa y sin enormes florituras, a la que de forma recurrente se ha relacionado con Rubem Fonseca (1925-2020), el titán brasileño de los bajos fondos, pero que también encontraría acomodo en el estilo de los narradores estadounidenses más actuales.

De modo que, si todavía lo duda, le invito a que deje de hacerlo: busque De ganados y de hombres en su librería, hágase con un ejemplar ahora que aún está a tiempo, antes de que la naturaleza se rebele contra nosotros por nuestros pecados y nuestra complicidad con la destrucción y pregúntese, como yo no puedo dejar de hacer desde que leí a Ana Paula Maia, si merece la pena todo este sufrimiento. Quizás estemos aún a tiempo de marcharnos nosotros también de Omelas.

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Autora: Ana Paula Maia. Título: De ganados y de hombres. Traductor: Cristian De Nápoli. Editorial: Eterna Cadencia. Venta: Todos tus libros.

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