Fernando Benzo obtuvo el premio Azorín de Novela 2023 con Los perseguidos, una novela negra protagonizada por una periodista que, al investigar la muerte por accidente de su novio, descubre una oscura trama de policías corruptos, capos de la mafia e incluso un ministro de Interior con mucho que ocultar.
En este making of, Fernando Benzo explica cómo construyó a los personajes de Los perseguidos (Planeta).
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Los perseguidos quiere ser el retrato de toda una época. La novela hace un recorrido por el mundo del crimen, un mundo de sombras con el que convivimos, a veces sin siquiera darnos cuenta. Desde lo más cercano, el atraco con navaja en mano, a lo más sofisticado, como las grandes redes internacionales de tráfico de drogas o armas.
Unos chicos nacidos en un barrio marginal de Madrid en los años 70 tenían pocas posibilidades de evitar convertirse en navajeros de baja estofa, yonquis desahuciados o carne de presidio. Pero eso es lo que tratan de evitar a toda costa Dardo y Peyo, los protagonistas de la novela, cuya vida se regirá por una meta muy simple: crecer. Crecer es, para ellos, dejar atrás las oscuras calles del barrio, su pobreza y su ausencia de esperanza. Negar quienes son y rebelarse frente a lo que se espera que sean. Y, para conseguirlo, harán todo lo que sea necesario. Sin escrúpulos, sin dilemas de conciencia, sin importarles a quien tengan que dejar en el camino. Dardo y Peyo crecerán en un mundo de contradicciones, donde la violencia y el crimen conviven con naturalidad con la lealtad y la amistad, donde no hay buenos y malos sino, tan solo, supervivientes y víctimas.
El viaje vital de estos personajes tiene mucho de huida. Como también lo tiene el de la otra protagonista de la novela, Daniela, una joven periodista que se cruzará en su camino al tratar de desentrañar una compleja red de crimen y corrupción y a la que también persiguen sus propios fantasmas, en su caso personificados en la figura de su padre, toda una leyenda del periodismo.
En esta novela hay escenas que nunca imaginé que alguna vez escribiría. Ahí van algunos ejemplos: una matanza entre bandas de traficantes iraníes en Malasaña, un robo de diamantes en Londres, otro robo al ladrón de esos mismos diamantes en Torremolinos, el secuestro de la hija pequeña de una estrella de Bollywood en Marbella, un helicóptero policial que aterriza en plena calle de los cines de Madrid, el asesinato de un alunicero en las calles de Vallecas o un aparatoso asalto para hacerse con un alijo incautado de droga en el puerto de Málaga. A veces, al escribir, uno debe dejarse llevar por la historia y esta novela me ha llevado por territorios que me eran desconocidos como escritor. Y debo decir que he disfrutado el viaje.
Cuando comencé el trabajo de documentación para la novela, descubrí que, como suele ser habitual, la realidad supera la ficción. Encontré buceando en las hemerotecas historias tan asombrosas y apasionantes que al instante decidí que quería incorporarlas a la trama, así que a lo largo de la misma hay sucesos reales incrustados en la ficción. Un juego añadido que propongo al lector, al que espero hacer dudar de si lo que está leyendo es o no algo que ocurrió en la realidad.
No existe ninguna historia que nazca desde cero y todos acabamos siendo consecuencia de aquello que nos ha ido marcando a lo largo de los años. En Los perseguidos hay también una gran mezcla de influencias que han estado siempre bullendo en mi cabeza de manera consciente e inconsciente y que, de alguna manera, han acabado cruzándose y fundiéndose hasta dar lugar a esta historia. Quizá en algunos casos sean influencias tan sutiles o tan íntimas que ni siquiera resulten perceptibles y, por ello, me da cierto pudor revelarlas. Pero ahí están, por ejemplo, aquellos tipos duros de las novelas de Dashiell Hammett, Mickey Spillane o Raymond Chandler o la sucia aspereza de James Ellroy o el ritmo sin pausa ni piedad de Don Winslow y, en lo más cercano, sé que, detectables o no por un tercero, hay en la novela momentos marcados por mis lecturas de Vázquez Montalbán y de Juan Marsé y que por ahí pululan, por supuesto, aquellas películas de Eloy de la Iglesia que cuando las vi en mi adolescencia me producían un hipnótico rechazo, igual que podría señalar en qué páginas late la imaginería de Scorsese y hasta de Tarantino, sin que por ello tenga que resultarle tan evidente al lector como a mí.
Y, con toda esta suma de personajes, tramas y referencias, sólo (bendita tilde, por cierto) deseo algo muy ambicioso pero, a la vez, muy primario: atrapar al lector, agarrarle con una mano el estómago y con otra el corazón y retorcerle ambos un poco. Que disfrute leyendo esta historia pero también, una vez la termine, que le deje dándole algunas vueltas a lo leído, tratando de entender a Dardo, a Peyo y a Daniela. No he creado unos personajes buscando que caigan bien, ni siquiera que puedan entenderse todos sus actos. Son personajes con más preguntas que respuestas, con más curvas que líneas rectas. Y la sentencia final sobre cada uno de ellos deberá dictarla el lector a solas. Porque yo no voy a ofrecerle moralejas para esta fábula ni busco con la novela dar lecciones morales. Nada de absolver o condenar. Lo que persigo es que cada lector, al final, llegue a sus propias conclusiones, decida a quién comprende y a quién no, a quién perdona y a quién culpa. Y que, por el camino, ya puestos, se haya sentido a ratos intrigado, enganchado, conmovido, indignado o perturbado. Es decir, que se lo haya pasado en grande leyendo la novela.
En todo caso, los libros son más lo que son para cada uno de sus lectores que lo que pretendan ser para el que los escribe. El autor puede poner todo el esfuerzo, el talento o el oficio de que disponga en su novela. Pero, al final, la última palabra sobre la misma será siempre la de cada lector. Y ese es el gran misterio para un escritor: lo que sentirá quien lea su novela, lo que significará, inspirará o dejará en cada uno. Ese misterio, esa incógnita, es lo que hace de la publicación de un libro una aventura apasionante, porque es precisamente ese misterio imprevisible lo que convierte esta locura de escribir en una adicción única e incomparable.
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Autor: Fernando Benzo. Título: Los perseguidos. Editorial: Planeta. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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