En este omoshiroi que os sirvo en Zenda, publicaré una vez al mes un diario de lecturas y conversaciones sobre libros.
Si te apetece, toma y lee.
Miércoles 1
La última tarde de agosto fue deliciosa: he disfrutado con Ignacio Peyró, José María de Loma y Alfredo Taján. Tres amigos escritores que enlazan autores, citas y recuerdos futuros. Todavía me dura el eco de las conversaciones oteando la Bahía. Esta ciudad fronteriza.
Merienda con una pareja de amigos viajeros. «Hiroshima travellers» se llama nuestro grupo de WhatsApp. La amistad que empieza, donde todo es nuevo, la ilusión de contar cosas que el otro aún no sabe y que el interlocutor piensa (e incluso acierta) que le van a gustar. “Hay personas que no salen de su código postal”, suelta uno de los dos. Miran parte de la biblioteca de casa de arriba a abajo, buscando los libros de viajes. Son diez años más jóvenes. Son más de Kindle.
“No leemos para después alardear de todo lo que sabemos. Leemos para ser otros, para salir de la cárcel del yo”. La frase es del novelista colombiano Mario Mendoza y la leo, justo antes de dormir, en un tuit de la editorial Planeta.
Jueves 2
Veo por YouTube la presentación de Los vencejos (Tusquets) de Fernando Aramburu en la Fundación Telefónica. Inés Martín Rodrigo, periodista de ABC, le ha entrevistado en Hannover, y ahora también en Madrid. Apunto frases del jugoso diálogo.
“Yo no soy mis personajes. Un novelista tiene que contar vidas que no se parezcan a las de uno”.
“El novelista debe mancharse de vida e interesarse por todo”.
“Si termina el día y no he escrito tres líneas, no puedo dormir”.
Viernes 3
Paco Reyero graba la primera entrega de «traidores», una nueva sección de El flexo en Canal Sur Radio. Loma y yo hablamos de libros, películas, series, bares y música. Recordamos el cine París de Málaga, el Bretón de Salamanca. Las bailarinas muertas de Antonio Soler y El Nuevo Periodismo de Tom Wolfe (Anagrama). Hay risas y algún momento para la reflexión.
Raúl del Pozo escribe en su columna en El Mundo sobre Buena mar, de Antonio Lucas, el “Príncipe de la poesía”, como le bautizó hace casi 20 años, y le recuerdo a Lucas muy a menudo. Reyero recoge en la estación de tren a Jorge Bustos, que dará una conferencia en Estepona sobre su libro Asombro y desencanto en Libros del Asteroide. “Ya llevo una legislatura como jefe de opinión de El Mundo”, anuncia nada más bajarse del AVE.
—He visto que ha estado por aquí Ignacio Peyró— dice Bustos.
Reyero sonríe con mirada cómplice. Peyró nos ha pedido que no le digamos que irá a la charla esteponera de Bustos. Cumplimos lo pactado. “Fue una gran sorpresa y lo mejor de la velada”, me escribe la mañana siguiente.
Sábado 4
Almuerzo en Casa Merchán (desde 1955) en San Pedro Alcántara. Riquísimos los boquerones al limón y el pez espada. Antes de llegar, escuchando en Onda Cero La Cultureta Gran Reserva de Rubén Amón, «cazo» una frase de Isabel Vázquez: “A veces, la multiperspectiva no es una virtud”. A veces.
Lunes 6
Arranco la lectura de Buena mar (Alfaguara). Recuerdo la serie de reportajes que publicó Lucas en El Mundo sobre el caladero de Gran Sol. Navego en la zozobra del Atlántico, converso con los marineros africanos, comparto la soledad de Mauro y lo que le espera cuando regrese a Madrid.
Ese mar que no quiere poesía, esa “danza calamitosa” del Carrumeiro, y que Lucas aporta sin exhibicionismo. “Toda pomposidad resulta cómica cuando los escuchas. Los verdaderos marineros desprecian el desahogo lírico y cualquier estereotipo de hombres de mar”.
Viernes 10
Almuerzo con Felipe R. Navarro, de la escudería Páginas de Espuma. Los platos y la conversación circulan a gran velocidad. Me enseña en su móvil una portada muy original de una editorial que no conocía. ¿Has leído ese libro? Ese sí. Este otro por el que me pregunta —todavía— no. Somos hombres felices mirando el Mediterráneo. La tarde huele a amarillo limón.
Joaquín Campos presenta Ajuste de cuentas (Sr. Scott) en la librería Luces. Vive en la isla de Sal (Cabo Verde). “Mi primer amigo en el colegio, con cinco años, me pegó en el recreo y yo me di una voltereta para hacerme el muerto”, escribe en la página 398. Yo era amigo de ese primer amigo de Campos. Murió en 2017 con solo 42 años. Se llamaba Nacho Albert y era novelista, dramaturgo y guionista. Cuando llego a Luces, le enseño una foto de la revista del colegio donde están Albert y él. La infancia siempre vuelve.
Miércoles 15
Garriga Vela imparte un taller de novela. Explica las claves de su proceso creativo. Tiene muchas ganas de hablar. Él ha aprendido leyendo. Jamás estuvo como alumno en un taller. Recuerda a Antonio Linares, su profesor de Literatura en Bachillerato. Linares venía de haber vivido en París. En su casa había estado Bryce Echenique. Vive de la literatura tras el formidable éxito de Muntaner, 38. Quizá si ahora empezara no podría hacerlo. Recuerda esos anticipos generosos de las editoriales, pero no quiere ahondar demasiado en el mundo de los agentes literarios, premios y derivados. Prefiere hablar de historias. Y de jardinería.
Jueves 16
Al acabar la segunda sesión del taller de novela con Garriga, hablamos de Japón. Nos reímos mucho. Su novela Horas muertas (Galaxia Gutenberg) se publicará en octubre. Creo que voy a escribir mi primer artículo en Zenda sobre Garriga. Tengo todavía unos días para pensarlo.
Viernes 17
Me operan de miopía, astigmatismo y presbicia. Tres en uno en apenas ocho minutos de láser. En 24 horas no podré leer nada. El sábado regreso a la lectura intentando recuperar lo que no leí el viernes. Veo en el cuarto de baño las gafas y el tarro de las lentillas. Todavía ni me lo creo.
Miércoles 22
Barajo con Toñi, mi mujer, una amplia batería de nombres para la sección de Zenda. Elijo omoshiroi, que puede significar en japonés “interesante” o “divertido”. Se han quedado fuera «Las manchas del leopardo» o «Toma y lee», el nombre de la única publicación que he dirigido en mi vida.
Jueves 23
José Manuel Cabra de Luna, presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga, ofrece una conferencia muy documentada y apasionada de Montaigne en la Casa Gerald Brenan de Churriana. Es el broche final al ciclo «Palacios de la memoria» que ha dirigido Pedro Pizarro. Cabra de Luna muestra fotos de la casa del autor francés. Una biblioteca laberíntica. Ha sido el autor que más le ha influido en su vida. Vienen dos grandes amigos a la charla. Siempre hay que tener excusas para vernos.
Vienes 24
Se publica mi primer texto en Zenda. Me escribe Garriga: “Creo que mi hermano no me conoce ni la décima parte de bien que tú. Las buenas novelas largas claro que me gustan, pero tienen que ser buenas y por supuesto que las hay. Tantos y tantos clásicos”.
Arranca la Noche de los Libros en La Térmica. Al terminar la charla de Luis Landero, le recuerdo la anécdota que cuenta en El huerto de Emerson (Tusquets), una frase que se le quedó grabado de niño en un ultramarino. “Aquí no trabajamos el mejillón pequeño”. Sonríe y firma El balcón de invierno. Con Juan Cruz hablamos de diálogos, silencios y preguntas.
Sábado 25
Ha llegado el libro Japón en imágenes (Anaya) de Laura Tomás y Luis Rodríguez, los capitanes de Japonismo, web indispensable para todo aquel que quiera viajar o saber más de lo nipón. Las fotografías están muy cuidadas y hay una amplia panorámica del país asiático que tanto amo. En la portada aparece una foto del torii de Miyajima, la isla situada frente a Hiroshima, y uno de los tesoros japoneses.
Domingo 26
Acaba la Feria del Libro de Madrid. El año que viene espero volver. Las editoriales pequeñas han sido pisoteadas. Menudo «troleo» más descarado.
Miércoles 29
Día de envío para Zenda. Leandro Pérez y Miguel Santamarina siempre están al quite.
Jueves 30
Visita fugaz a Madrid. Me compro varios libros de Japón en Deviaje, donde expuse Japonesas en 2002. Pregunto por Santos, alma de esta librería de la calle Serrano. Hace un par de años que se jubiló.
Toca acabar la escritura de este diario. Decido el título y asoma octubre.
Toma y lee.
Un Diario es interesante cuando mezcla hechos significativos, reflexiones profundas y citas raras. O cuando está muy bien escrito. Aquí hay una desproporción de hechos ininteresantes, apenas hay reflexiones, las citas son triviales y el estilo brilla por su ausencia. El autor parece no preguntarse nunca si lo que escribe va a interesar a sus posibles lectores ; da la impresión de estar seguro de que todo lo que escribe es digno de publicarse. Otro error: hablar de la gente que frecuenta como si fuera muy conocida. De los escritores que cita yo, que sigo la actualidad literaria española, sólo conozco a Peyró (y desde hace unos meses).
En el sitio El Cuaderno leo los Diarios «El runrún interior: un dietario» de Pablo Batalla Cueto y sobre todo el de Tomás Sánchez Santiago «Los cuadernos pálidos». El primero es interesante por sus citas, el segundo por la calidad de sus reflexiones y su estilo excelente. Me permito recomendar a Agustín Rivera que les eche una ojeada y que intente transformar el suyo, que es un diario periodístico, en diario literario.