Imagen de portada: fragmento de No me esperen en abril de Bryce Echenique
En este omoshiroi que os sirvo en Zenda, publico una vez al mes un diario de lecturas y conversaciones sobre libros.
Habría que retomar en cada entrega lo que escribí el último día de mes. Ayer fue otro año y creemos seguir igual. Los cambios solo se observan a lo lejos. Arrancamos con fuerza. Siempre en el equipo de Strauss. Qué marcha tienes, Radetzky.
Lunes, 2 de enero
Es el segundo día del año. Los propósitos siguen firmes. Lo pequeño se hace grande.
Martes, 3 de enero
Cumpleaños de Toñi. El salón abriga y retoma una temperatura familiar de conversaciones inéditas, arrancadas con ganas de celebrar. A veces, casi siempre, muy poco es mucho.
Miércoles, 4 de enero
No me gustan las subordinadas, ni los ‘sin embargo’, ni los ‘por otra parte’. Este diario tiene entradas cortas. ¿Servirá para algo toda esta reduflación expresiva?
Jueves, 5 de enero
Buscamos un sitio para almorzar en el centro. En La Pechá hay hueco —mínimo — en la barra. Apunto lo que comí y no sé si merece la pena escribirlo aquí o quedarse solo con el jugoso sabor de los piquitos. Cuando ves a una persona 28 años después y ambos os reconocéis sin dudarlo. La vida es distinta, pero somos predecibles.
Viernes, 6 de enero
Los paquetes de almendras de calle Larios. La visita a las librerías de los Reyes en busca del último regalo. Y despertarte con ilusión. Mira, mira. ¿Y esto también? Te has pasado, este año te has pasado, Melchor. Baltasar reafirma tus palabras y Gaspar disfrutará de la copita de licor que le hemos dejado.
Sábado, 7 de enero
Estreno libreta. Hace cuatro años que empecé un diario con vocación de permanencia en el tiempo, sin mucho rumbo, y no sé si suficiente ritmo. Ni un solo día sin dejar de escribir. La mejor enseñanza es la necesidad de la constancia, de que lo que vives quede fijado.
Domingo, 8 de enero
Lunísimo.
Martes, 10 de enero
Setram es el reverso de este día.
Miércoles, 11 de enero
11 y 11 del 11 de enero. Los unos jamás serán los primeros.
Viernes, 13 de enero
Segundo tomo de los diarios de Rafael Chirbes. Más agrio, más polémico; mejor leerlo a sorbos. Elijo las zonas luminosas y las que relata su obra en marcha, poco antes de publicar Crematorio.
Cada vez que repaso las páginas que llevo escritas, cargadas de retórica, de eso que llama Marsé prosa sonajero, pienso: ten en cuenta que es la última novela que vas a escribir. No tengas prisa. Mejor no acabarla que acabarla mal. Me repito eso de que el último acto es el más importante, que dice uno de los personajes de Los viejos amigos, y esto, todo esto que escribo ahora, no es más que otra forma de retórica. ¿Por qué cada vez que uno acaba una novela se encuentra que ha acabado su relación con la escritura?, ¿que se ha quedado sin palabras?
Sábado, 14 de enero
Supongo, es solo una opción, que habrá que ir desmontando el árbol de Navidad.
Domingo, 15 de enero
¡Protesto! Estoy en absoluto desacuerdo:
“¿Y para qué voy a tener nuevos amigos? A esta edad es muy difícil”.
Lunes, 16 de enero
Escucho en Vidas Cruzadas de David Mejiá a Ignacio Peyró. Nunca sé si Peyró acaba de regresar de Calcuta, Pernambuco o La Malagueta. Siempre lo imagino despachando sus asuntos hispano-romanos en un habitáculo de muebles oscuros, oteando el horizonte de su vida desde la atalaya de la cuarentena, mientras escucha el claxon de las ‘motorinos’ y está a punto de bajarse a la calle a tomarse un Martini.
El hombre que está más cerca de Garcilaso que de la Generación Beat, le gusta más escribir que ser escritor. “La literatura encarna lo mejor del sueño de los hombres. Hay una satisfacción en el leer y en el escribir, una observación, un amor y una electricidad que no te la da otra cosa”.
Entre nostalgias, sueños y utopías cabalga su tiempo. Los amigos hacemos apuestas de cuándo publicará la segunda entrega de sus diarios en Libros del Asteroide.
Martes, 17 de enero
El AVE llega a la estación de Atocha con 40 minutos de retraso. Y tengo hasta suerte. Los siguientes llegaron varias horas más tarde. Almuerzo con Florentino Rodao, mi embajador de lo japonés en Madrid, un amigo más allá de lo nipón, el sabio del barrio común ‘madridí’ que lo sabe todo de la antigua Zipango.
Me compro en la librería Sin tarima No me esperen en abril de Bryce Echenique. Un hombre más o menos de mi edad habla con alguien cercano: “Mira, estoy comprando libros. Me está entrando ansiedad, ¿vale? Déjame concentrarme”.
Luego voy a una cafetería de Antón Martín a poner el oído. Me compro un par de donuts blancos, debilidad infantil en la que ya solo peco dos o tres veces al año. ¡Qué ricos siguen estando! Los plátanos, el yogur con trozos de piña y los donuts son sabores de niñez.
Mira, aquí vivió y murió Cervantes. Hay una librería nueva justo al lado. Se llama Lentejo y Castañuela. Pienso comprar el libro de memorias de Javier Reverte, pero me va a pesar mucho la mochila y mejor regreso en otro momento. “Si quieres, te lo reservo”. No volví. Me arrepiento.
Miércoles, 18 de enero
“Si tienes algún problema, cuenta conmigo”. Pues muchas gracias de corazón.
Recalculando, salimos los últimos del cine Capitol. La noche de Madrid se alarga. “¿Ese no es…?” “Sí, sí… ese es”. “Pero no digas nada, que te conozco”.
Jueves, 19 de enero
He sacado el pañuelo blanco, ovación de gala, por las lentejas —las mejores jamás probadas fuera del ámbito familiar — que me acaban de poner. ¿Dónde está la mochila? Durante tres segundos no la veía y pensé lo peor. Estaba detrás de la silla.
Viernes, 20 de enero
Hoy no escribo diario, pero como escribo esta entrada semanas después, no hay ningún problema.
Regresé a Málaga, me entregaron los trabajos de la asignatura, escribí dos temas para el periódico y acabé el día demasiado cansado tras ver dos capítulos de Machos Alfa.
Sábado, 21 de enero
Cumpleaños de Luisi en Elviria. Hace mucho sol, calor y energía positiva en la familia. Sigo con las preguntas: ¿Hay que escribir para ti o para que te quieran?
Domingo, 22 de enero
Este tuit de Sandra Sánchez sobre Roald Dahl y los finales en la literatura.
«Quizá me hice escritor para poder elegir cómo son los finales, algo que en la vida no se puede hacer». El personaje de Roald Dahl en la preciosa película ‘To Olivia’. En @Filmin pic.twitter.com/wa90SFjppW
— Sandra Sánchez (@SanchezGarciaS) January 22, 2023
Lunes, 23 de enero
Vila-Matas deslumbra en el Museo Carmen Thyssen al leer fragmentos de un diario de diez días. La alegría de la repetición, su alistamiento en la cofradía de los insistentes. Y la escritura como eterna aventura en una obra sin final.
Martes, 24 de enero
Día de los Periodistas.
Manuel Castillo Casermeiro ha sobrepasado los 90 y ofrece un discurso sin papel y bien estructurado de agradecimiento. Era redactor jefe de Deportes del diario Sur en la década de los 70 y acababa de ver Grease en el cine. “Id a verla. Os va a encantar”, animó a los becarios.
“Quiero que me pongan en la pelu como mi avatar del WhatsApp”, dice una periodista. Nos reímos en círculo, como por turnos, casi con la mirada. Ahora te toca a ti. Venga, nos vamos, que es tarde. Aprovecha ahora, que no llueve. Sales y te mojas como hubiera una tormenta tropical.
Miércoles, 25 de enero
Envío a Zenda el omoshiroi de esta semana. Kokoro:
«Las preguntas se las hace el viajero que va a Japón, el que sueña con ir y ha viajado en sus lecturas y sus películas, y los que nunca se desplazarán al lugar donde nace el sol».
Jueves, 26 de enero
Hay más ‘maquinitas’ de los 80 de las que pensaba. También el Spectrum, el Commodore 64 y demás reliquias de los niños de la Democracia. Un día tengo que venir tranquilo al Museo del Videojuego y ponerme las gafas de realidad virtual. Me operé de la vista, pero al final nunca te quitas del todo los anteojos: las del sol, por ejemplo, cada día están a punto.
Viernes, 27 de enero
Arcadi Espada: “Es mentira eso que dicen: ‘esto solo puede pasar en España”. (Yira, yira, su propio podcast, en El Mundo). ¿Entonces no somos tan diferentes? Vaya decepción, oiga.
Ray Loriga: “He intentado, pero no sé si lo he conseguido…” (Libros de Arena, RNE). Humildad sin impostar sobre en la promoción de su novela de un ex arrogante con moto, chaqueta de cuero y motaza que enamoraba a las rubias.
Sábado, 28 de enero
Empiezo a leer Prometeo americano. El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer. Me quedan más de 300 páginas para llegar al bombardeo atómico de Hiroshima.
Lunes, 30 de enero
Para comer, estofado con patatas fritas. Deliciosa conversación en casa.
Martes, 31 de enero
“¿Sevilla o novela?”, apunté hace varias semanas sobre lo que planificaba este día. Al final, ninguna de las dos. Pero, ¿qué novela? ¿La que podría escribir y ahí está, quien sabe para cuándo y cómo, o las que tengo que leer y esperan su turno en la estantería?
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