Cuando el Mario Aznar de 2016 conoció a Enrique Vila-Matas era un chaval inmerso en su tesis doctoral sobre el escritor barcelonés, pero el tiempo pasó y de este trabajo académico nace Too late, una historia donde el autor murciano ficciona con humor y crítica el proceso de creación, sus posibilidades y sus límites.
Por eso, en este libro a medio camino entre la realidad y la ficción, y con la figura del «narrador poco fiable» muy presente, Aznar llena de diálogos, reflexiones propias y ajenas —de autoras como María Moreno o Sidi Hustvedt— este paseo por las tripas de la crítica literaria en las que su personaje se cuestiona también sobre el «atreverse a dejar de ser». Eso sí, el autor deja claro con la intención de comprometerse con sus lectores que las respuestas que Vila-Matas le dio en esa entrevista del verano de 2018 en Turín son «las mismas», ni una coma más ni una menos. «Respetar las respuestas de Vila-Matas tiene mucho de juego, pero de juego en el sentido en el que lo tratan los niños porque para ellos es algo muy serio y ponen reglas», explica este autor aliado con los llamados «Oulipianos», esos escritores que crearon la corriente literaria «Oulipo» (siglas de «Ouvroir de littérature potentielle», Taller de Literatura Potencial).
«Es un movimiento de vanguardia francés, y su axioma era autoimponerse restricciones que potenciaran la creatividad, como escribir una novela sin la vocal «a». La presencia de la voz de Vila-Matas, al haberla transcrito tal cual, condiciona el relato. Y este desarrollo de la propia entrevista me condicionó, pero me pareció de lo más divertido. Fue un devenir un poco delirante potenciado por la grapa y el café (bebidas que consumieron durante el encuentro)», afirma.
Respecto al título, Too late (demasiado tarde), éste se refiere a la contestación que Vila-Matas dio en una presentación en 2016 de su último ensayo que hizo en Madrid, un lugar en el que, recuerda el murciano, fue donde lo conoció, aunque en esa ocasión, y en pleno desarrollo de su tesis, lo único que hizo fue presentarse, contarle lo que tenía entre manos, y «salir huyendo».
Aunque el también crítico y profesor universitario confiesa con pudor que Vila-Matas ha «disfrutado» con su novela, lo que cuenta con orgullo es que es miembro de la Asociación de Refractarios a la Imbecilidad General (con sede en Nantes), creada por el protagonista de su tesis. Una sociedad cuyos socios no se conocen entre sí no sea que alguno de ellos, concluye entre risas, «sea de verdad un imbécil».
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