Trébol, de Nadine Robert y Qin Leng: música de caramillo

Trébol es la pequeña de una familia numerosa donde todos los hermanos visten de una misma forma, bastante peculiar: mono vaquero, camisola morada, zapatos rojos, gorro frigio marrón. La ausencia de padres y su oficio de granjeros traslada el relato al imaginario de los cuentos, como pequeñas criaturas de los bosques, y su menudear por las páginas brinda la primera figura rítmica, como notas desperdigadas por la partitura (de aspecto parecido a primera vista, perfectamente diferenciados en el detalle). La granja está cerca del río y el río está cerca del bosque, el álbum está concebido en la médula misma de la naturaleza.

En medio de las notas de sus hermanos, libres y decididos, sobresale Trébol, indecisa, incapaz de elegir. El tema del álbum de presenta como un ejercicio de disyuntivas, representadas en los propios títulos de los capítulos (“¿Ranas o setas?”, “¿La aventura o la pasión?”, “¿A la derecha o a la izquierda?”…). Trébol es un ser vacilante que todavía no ha encontrado la voz interior, su color propio. “No hay malas decisiones […] pero no dejes que otros decidan por ti”, le enseña uno de sus hermanos a comienzos del álbum. Sobre este principio se desarrollarán las piezas de una forma natural. Trébol emprenderá la aventura de su día, marcada por la toma de decisiones: una cabritilla se extravía, ¿debe seguirla o no? En el camino, encuentra un pequeño polluelo caído de lo alto de un árbol, ¿debe seguir buscando a la cabritilla o debe devolverlo a su nido?

Cada una de las disyuntivas, cada bifurcación, tiene un personaje y un diálogo: Trébol pregunta al gran roble, al riachuelo, a la brisa… Ninguno le contesta, pero el contacto con ellos (la pausa, la soledad en la espesura del bosque) le lleva a tomar decisiones propias (un altruismo nacido de la serenidad). Este simbolismo musical se consigue por medio de un dibujo vivaz y envolvente, resuelto con apuntes ágiles, en tinta y acuarela, con una representación que agudiza el juego de las repeticiones (Trébol se desliza por las dobles páginas como en las pinturas narrativas, donde el paso del tiempo conlleva la visión del personaje en distintos espacios del plano, como en una tabla de Botticelli; en cuanto a su pensamiento, desdobla la página en diferentes opciones, permitiendo el visionado de los dos posibles futuros imaginados) y con una audacia máxima, envolvente, en la selección de planos que representan el diálogo mudo con los elementos del bosque (primeros planos, planos frontales que permiten ver los diferentes estratos naturales —por encima y por debajo del río—, planos picados y contrapicados, planos cenitales…).

La claridad de las primeras páginas poco a poco va cediendo paso a la noche, con sus grises y azules. Sobresale la maravillosa última luz del día, el lubricán, y la “procesión luminosa” con la que concluye la obra, anticipo de la enseñanza moral. Como sucedía en el último capítulo de la Fantasía de Disney o en uno de los sueños de Kurosawa, el desfile en el bosque pone fin a los misterios de esta pequeña aventura pastoril.

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Autores: Nadine Robert y Qin Leng. Título: Trébol. Editorial: Corimbo. Venta: Todos tus libros.