Dorothy Leigh Sayers nació en Oxford en 1893 y fue una notable escritora de cuentos y novelas policíacos, además mantuvo una excelente relación de amistad con Agatha Christie, Chesterton y otros escritores de su tiempo. Se sabe que esta escritora sintió una espacial predilección por la lectura y estudio del Canon holmesiano y en una ocasión llegó a decir: «Hay una conspiración en marcha para proporcionar a Watson tantas esposas como a Enrique VIII, pero, sin embargo, solamente tenemos constancia de una».
Si hacemos caso a W.S. Baring-Gould la primera mujer de Watson fue la norteamericana Constance Adams con la que contrajo matrimonio el 1 de noviembre de 1886. Su carácter era el de una mujer dulce y hogareña que llevaba muy bien, y hasta con cierto orgullo, la entrañable amistad de su marido con Sherlock Holmes, incluso se cree que llegó a involucrarse activamente en la resolución de algún caso con notable éxito. En aquel momento, el matrimonio tenía instalada su residencia en Kensington y dedicaban la mitad de su vivienda a consultorio médico y la otra mitad a domicilio particular. Ese idilio apacible, y de alguna manera triangular, se vio truncado en diciembre de 1887 por el fallecimiento de Constance aquejada de una crisis aguda de difteria, suceso que sumió a Watson en una fuerte depresión, viéndose obligado a regresar de nuevo a Baker Street para rehacer su vida.
En las antiguas habitaciones y bajo los constantes cuidados de Holmes (quien para entretenerlo le puso al corriente con pelos y señales de sus casos más antiguos) y los cuidados casi maternales de la señora Hudson, acabó recuperándose del todo.
Una vez superado en parte del amargo trago colaboró con Holmes en septiembre de 1888 en la solución de los casos: El signo de los cuatro y El intérprete griego, una vez que terminó de escribir la novela y el relato contrajo matrimonio el 1 de mayo de 1889 con la señorita Mary Morstan, hija del capitán Arthur Morstan. Según palabras del propio Watson: se trataba de una joven rubia, menuda, fina y ataviada de la forma más exquisita. Después el doctor adquirió una nueva consulta en Paddington y el matrimonio se estableció en las inmediaciones. Durante cierto tiempo vivió alejado de Holmes pues su nueva esposa tenía un carácter bastante diferente a Constance y no le gustaba que su marido se pasara el día lejos de su hogar, de su consulta y de sus pacientes. Parece increíble, pero de nuevo la desgracia se cebó con el matrimonio pues Mary murió por problemas de corazón a finales de 1891 o principios de 1892 y Watson regresó de nuevo a su refugio de Baker Street.
El 4 de octubre de1902 Watson reincide y contrae de nuevo matrimonio. Se ha especulado mucho por parte de eminentes estudiosos del Canon sobre el nombre de esta tercera esposa. Lady Frances Carfax y Violet de Merville son los nombres preferidos por los investigadores clásicos. Pero en una novela aparecida recientemente titulada Los cuadernos secretos de Sherlock Holmes a Watson se le escapa que su nombre es Irene y poco después sabemos que su apellido es Palmer. Era hija de un eminente médico, muy bella, joven y amante de la aventura.
En 1978, Hartley Nathan (Consejero de la reina de Inglaterra, miembro del Colegio de Abogados de Ontario y especialista en Sherlock Holmes) encontró en Toronto un supuesto, y a la vez dudoso, testamento que asegura que Watson tuvo dos hijos gemelos (Clarence y George) de su enlace con su primera esposa Constance. Una hija (Gertrudis) de su matrimonio con Mary y otra hija (Elsie) de la tercera esposa, cuyo nombre no conocíamos hasta el momento. Irene Palmer y Watson fueron invitados por S.A. Real Eduardo VII y su esposa Alejandra a la boda de su sobrina Victoria Eugenia de Battenberg con Alfonso XIII. A la salida del cortejo nupcial, Irene tuvo la mala fortuna de estar cerca de la carroza cuando estalló la bomba de Mateo Morral. El hecho es que no apareció ni en la lista de muertos, ni en la de heridos, ni en la de desaparecidos, sólo se tiene constancia de una misteriosa llamada telefónica cuyo único y exclusivo objeto era tranquilizar a su tía Mary que residía en Westcliff. Lo que de nuevo dio lugar a todo tipo de especulaciones, como veremos más adelante. Hay quien dice que esta tercera esposa nunca existió y que sólo se trata de una invención de Watson quien tuvo el capricho de tener una compañera con el nombre de Irene, en recuerdo de «La mujer», suposición bastante absurda ya que nos consta que la nueva esposa era amiga personal de la entonces reina Alejandra. Después de un largo tiempo en España investigando la desaparición, con resultado negativo, Holmes y su amigo regresaron a Londres y por tercera vez, Watson buscó la compañía de Holmes en la granja de Fulworth en las colinas de Sussex. El detective no abandonó nunca la investigación del misterioso caso.
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