Jaime Francisco Hernández García, codirector de Helidoni Teatro, colaborador de Zenda y guionista de las obras que representa este grupo teatral especializado en tragedia grecolatina, acaba de dar a la luz Tres tragedias, publicado hace apenas un mes en Bookalia Ediciones. Bajo ese título genérico se engloban Deyanira (Traquinias, hoy), Odiseo herido y Eurídice y Orfeo, recordando formalmente las trilogías frecuentes en el teatro griego antiguo, si bien en este caso no podemos hablar de una trilogía stricto sensu, pues el tema en cada una de ellas es distinto, si bien a todas las anima la voluntad de actualizar el mensaje atemporal que los clásicos nos legaron en sus obras dramáticas. En ellas Jaime actualiza el mito, revisitándolo y trayéndolo hasta nuestros días, subrayando su universalidad.
La representación no es el único fin para el que han sido concebidas las obras publicadas, pues su mera lectura nos permite disfrutar de su visión crítica de la realidad, que bucea en las emociones humanas a través de personajes como Circe, Deyanira, Medea, Ariadna o Yole, reunidas en un aeropuerto mediterráneo en la primera de ellas, Deyanira (Traquinias hoy), que nos recuerda la Polifonía de otra gran dramaturga y helenista murciana, Diana de Paco Serrano, quien, como Jaime, nos ofrece distintos puntos de vista a través de la mirada de diferentes heroínas clásicas acerca de la vida y del amor.
La originalidad es quizá la característica más destacable en la puesta en escena y en el contenido argumental de las obras, que no obstante son fieles a la tradición de la que proceden y atestiguan un profundo conocimiento de los mitos, los autores y las tragedias antiguas con las que conectan, representando en cierto modo una continuidad de aquellas, como es el caso de Odiseo herido, tragedia basada en la obra homónima perdida de Sófocles, que obtuvo el Primer premio en la XXXVII Edición del Festival de Teatro Juvenil de Albox.
La sutileza es otra constante en el tratamiento de los temas. Eurídice y Orfeo muestra en el propio título, con la inversión del orden en que tradicionalmente se citan sus protagonistas, la relevancia del papel femenino. Efectivamente, es la ninfa la que desciende al inframundo en pos de su amado, pero no es este el único detalle en el que transgrede la versión original, pudiendo apreciarse esto en multitud de momentos, a través del diálogo que los distintos condenados infernales entablan a lo largo de la obra, así como en el final, tan diferente al que nos ofrece la versión clásica del mito.
Todas las obras de Jaime invitan a la reflexión a través del cuestionamiento y la presentación de diferentes y enriquecedoras perspectivas, y el resultado es una obra que, con ser nueva y novedosa, presenta un nexo inquebrantable con el legado clásico que revela la vasta formación y la extrema sensibilidad de su autor, así como su experiencia en temas marinos, como buen aguileño hijo y nieto de pescadores, que permea muchas de sus páginas.
Importantísima es la puesta en escena, desde el atrezzo a las partes cantadas, fundamentales en el drama antiguo, si bien el coro adquiere una dimensión bien distinta, en su afán por aproximar a los jóvenes el pasado. En Eurídice y Orfeo, por ejemplo, la más breve y musical de las tres, el coro entona una canción tradicional de bodas griega en la escena inicial del primero de los ocho cuadros que la componen, en la que también se danza, en medio de un ambiente festivo y alegre que es interrumpido abruptamente en el momento exacto en que los novios están a punto de besarse. Tras un fundido en negro, aparece Eurídice sola en escena, apelando desconsoladamente a Orfeo con palabras que evocan la despedida de Andrómaca y Héctor en la Ilíada.
Merced a su tesón, las tres tragedias han hecho vibrar a actores y público en tierras helénicas además de hispanas, pues han sido representada en Grecia, en la isla de Chíos (donde se dice nacieron Homero e Hipócrates, y el mito sitúa el episodio de Cipariso) y en Díon, ciudad de Pieria cercana a Tesalónica.
La generosidad del autor, otro de los rasgos definitorios de su carácter, permite al lector acceder a través de enlaces QR a la grabación de las representaciones, que se encuentran alojadas en el canal de YouTube del IES Ramón Arcas de Lorca, donde imparte su docencia, así como a guías didácticas que constituyen materiales docentes de suma utilidad y que nos revelan cuán vocacional y altruista es su excelente magisterio, que le ha llevado a ser durante años embajador eTwinning, contagiando su entusiasmo y sembrando la semilla del amor por nuestras raíces grecolatinas en sucesivas generaciones de estudiantes, cumpliendo así con creces con la misión didáctica implícita en la labor del profesor, que no cesa en sus clases, sino que como un regalo invaluable se derrama en su tiempo libre, puesto a disposición de sus alumnos, entregados a servir de vehículo de la transmisión de aquello que, en palabras del filósofo y académico de la lengua Emilio Lledó, a través del teatro proyectaba «la urgencia de descubrir los sentimientos y las contradicciones que se encendían en la vida mediante experiencias y visiones con las que se descubría y alcanzaba un maravilloso proceso de humanización».
En el día mundial del teatro, que por sexagésima tercera ocasión se celebra hoy internacionalmente, quiero expresar mis más sinceras felicitaciones a Jaime Francisco Hernández García por esta publicación, que refleja la paideia que late en su extraordinaria capacidad de creación, perfecto complemento de su ejemplar magisterio.
Sirvan como invitación a la lectura estas palabras, plenas de belleza, auténtico canto de esperanza puesto en boca de Eurídice en su último parlamento, previo al cierre de la obra en mitad de un prado de asfódelos:
«…Ahora comprendo que este frío es el que alienta el alma de los poetas, los únicos que de vez en cuando nos traen noticias de la eterna quietud de aquí abajo. Los que, con palabras no dichas antes, nos inoculan el antídoto contra el olvido y la muerte. Todos me insisten en algo. No mires atrás ¿Crees que es un buen consejo? Yo no quiero olvidarte. Mirar atrás nos lleva al fracaso, porque es imposible hacer retroceder el tiempo ¿Lo entiendes, Orfeo? No mirar atrás y gastar todas las energías en mirar sólo dentro, donde en realidad tú habitas. Allí es donde florece el bálsamo de la palabra. Sólo así, Orfeo, el presente dejará de ser para mí un secuestro, para convertirse en un regalo ¿Me comprendes? Amanece. Amanece y me llevo conmigo tu clamoroso silencio. Y me lo llevo conmigo para cantarlo a los cuatro vientos».
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