De Ángel Antonio Herrera escribió Umbral que había hecho dos carreras, la del periodismo canalla y la del lirismo exquisito, y Luis María Anson dijo que escribía con el desgarro de la modernidad y que hacía belleza con la palabra. Estos dos monstruos del periodismo escrito han descrito el estilo de Herrera de la misma manera, así que yo tengo que inventarme también una frase que no me deje muy por debajo de estas líneas elogiosamente gloriosas antes de haber terminado de escribir.
Ahora llega otra vez con la prosa, que cuando él la practica la trasforma en épica y en lírica diciendo cosas como esta sobre la corrección política en los libros por los llamados “correctores de sensibilidad”: “la conveniencia de tanto bienestar la dictan los cretinos que no han leído nada. Y total qué más da, si de eso va la tiranía: de inventar la sensibilidad sin bibliotecas”.
Ángel Antonio, que es un ángel del estilo, da esplendor al lenguaje en sus artículos, que son como columnas trajanas del idioma, en los que se atreve a decir que “la poesía es una rara opulencia en extinción”; pero, que luego añade, “opulencia que no se extingue nunca” porque no puede admitir que la tragedia de la falta de poesía nos extinga como humanos. Escribe Herrera sobre Humphrey Bogart, sobre fútbol, sobre Concha Velasco, los políticos y la cesta de la compra, porque el autor vive aferrado a la realidad más electrizante, como vibra también en sus poemas.
Este “Retrato de la nueva modernidad”, como ha subtitulado el libro que nos ocupa, Salvaje España, es una crónica del país que nos hemos inventado a base de garrotazos y que Ángel Antonio Herrera se ha encargado de lanzárnoslo a la cara sin corrector de sensibilidad. No ha escrito una línea en su vida de escritor de periódicos que no valiera la pena leerla. Escucharle hablar en televisión —medio que domina mirando sin mirar a cámara mientras ladea su mentón de príncipe troyano logrando que los contertulios le escuchen— , es quedarse con su voz para aplicarla luego al texto que se lee como si él mismo te lo estuviera contando.
Ángel Antonio y yo hemos vivido vidas paralelas, como las que relata Plutarco, unas vidas que, sin verse, se fueron alineando y acercándose en el tiempo por Umbral, por las canciones de Aute y por la poesía, que vienen a ser lo mismo. Ahora, su poesía reunida, que será completa hasta nuevo aviso, y esta Salvaje España que se toca con peineta en su portada, nos arreglan la vida aunque nos cuente sin piedad lo que somos. Pero eso es lo único que nos ayuda a poner en jaque la mentira y la imbecilidad que domina el mundo, ese mismo mundo que es un viejo error, como escribió Allen Ginsberg y Herrera recoge en el frontispicio de su libro.
“Aún no sé qué violín de aguas agrias nos envenena el consuelo”, es un verso que me da mucho que pensar de Ángel Antonio Herrera, el poeta, el novelista, el escritor de periódicos, el escritor al que me voy acercando cada día, gracias a que esas paralelas a las que me he referido han empezado a aproximarse.
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Autor: Ángel Antonio Herrera. Título: Salvaje España . Editorial: Plaza y Janés. Venta: Todostuslibros.
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