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Un año, tres naturalezas

Ya se ha convertido en una estructura canónica la de organizar los libros de naturaleza en torno a un año natural. Es lo que hacen también los autores de los tres volúmenes que traemos a esta reseña. Su aproximación, sin embargo, es absolutamente diversa y esa diferenciación nos sirve también para establecer una cierta taxonomía en lo que respecta a este tipo de textos. Tenemos en primer lugar el volumen de la islandesa Sigurðardóttir, que da voz a Heida, una granjera que vive en la costa occidental y en el que relata un año de trabajos, sobre todo ganaderos. Lo que nos muestra aquí es, por lo tanto, el combate entre el ser humano y la naturaleza cuando el primero se propone vivir del segundo. Es un texto que remite a la llamada España Vaciada, entendida como aquella que recuerda que, sin viabilidad económica, no es posible vivir, tampoco, más allá de las grandes urbes. Se nos cuenta aquí, en el volumen de Sigurðardóttir, las dificultades que entraña pretender esa viabilidad a partir de actividades que, como las que tienen que ver con animales y plantas, no siempre resulta fácil someter a la voluntad del hombre y menos en un territorio como Islandia.

"Ya más en la línea de la España Vacía van los otros dos textos, si por ella entendemos aquella que, sin más, asume su condición como tal y, a partir de ahí, procura a dedicarse a otras tareas"

Heida se ha propuesto sacar adelante la granja en la que nació, a pesar de que su padre nunca quiso que lo hiciera y a pesar también de que sus pinitos como modelo en Nueva York apuntaban en principio hacia otro estilo de vida. Su empeño por salir a flote en una actividad que requiere de su dedicación las veinticuatro horas del día los trescientos sesenta y cinco días del año —con alguna escapada vacacional a las Islas Feroe— y en un entorno climatológicamente difícil se suman a un segundo enfrentamiento, ante la voluntad de una empresa de Reikiavik de construir una presa que anegaría parte de las tierras de su entorno. Esta última lucha la lleva incluso a meterse en política por una lista verde y a, por lo tanto, tener que compatibilizar el abonado de sus campos con las reuniones en el parlamento. Más que nature writing, lo que tenemos aquí es literatura de la Islandia Vaciada, de enorme interés para nosotros ahora. Es, en todo caso, un volumen que nos pone frente al espejo de nuestros propios problemas porque, al contrario de lo que ha sucedido en España, las actividades del campo allí no han sufrido desprestigio alguno.

Ya más en la línea de la España Vacía van los otros dos textos, si por ella entendemos aquella que, sin más, asume su condición como tal y, a partir de ahí, procura a dedicarse a otras tareas. Tareas como las que, por ejemplo, emprende Henry Beston desde la casa que se construye en Cape Code, en la costa oriental norteamericana y que no son otras que las vinculadas a la observación de la naturaleza en soledad. La soledad es, aquí, algo buscado y no, por lo tanto, la consecuencia de la elección de un determinado territorio o profesión para desempeñar una vida. Es, desde luego, condición sine qua non para que la pretendida observación pueda dar sus frutos y, en este caso, vaya si los da, porque como dice el autor en las páginas iniciales:

Desde el momento en que me despertaba por la mañana y abría la puerta de par en par para contemplar el mar, hasta el momento en que el chasquido de un fósforo rasgaba el silencio nocturno de mi casa solitaria, siempre había algo que hacer, algo que observar, algo que anotar, algo que estudiar, algo que atesorar en algún rincón de la mente.

"En este caso, Haskell combina sus profundos conocimientos científicos con su evocadora visión poética sin que notemos nunca cuándo prevalece una u otra sensibilidad"

Las dunas, las aves y, sobre todo, los distintos sonidos que la naturaleza ofrece cuando se le presta atención los distintos matices del silencio, en las diferentes estaciones del año, por ejemplo— son los principales temas de Beston, que también dedica párrafos sobrecogedores al mundo de los naufragios, que no es otro que el de la naturaleza irremediablemente desatada. Beston considera que los tres grandes sonidos elementales son el de la lluvia, el del viento en un bosque primigenio y el del océano en la playa. De todos ellos, el que más le maravilla es el último, hecho en parte de “ecos sordos y rugidos profundos, revolcones y pisotones formidables y acuosos.” Y en esta descripción encontramos en gran medida el fruto de su búsqueda en soledad: una evocación poética que va mucho más allá de la descripción científica de los fenómenos observados, con la que ya llega a Cape Code familiarizado. Y, como fondo, siempre, esa misma soledad, que no aparece aquí únicamente como un punto de vista sino como gran subtema del nature writing. Porque, tal y como dice Beston…

… no es fácil vivir solo, pues el hombre es una criatura gregaria; especialmente durante los años de juventud, hay instintos poderosos que le presentan batalla a este estilo de vida y en absoluta soledad pueden sucederle a la mente cosas singulares.

Desde la más absoluta soledad, afronta también su aproximación a la naturaleza el tercer autor que aquí tratamos. David George Haskell, profesor de Biología y poeta, observa durante un año un metro cuadrado de bosque y después lo cuenta en este volumen hipnótico frase a frase y deslumbrante en su totalidad. Por aquello que él observa pasa de todo, desde insectos, a vientos o sonidos. Y de alguna manera unos condicionan a otros. Esto ya lo hemos visto más veces. Pero en este caso, Haskell combina sus profundos conocimientos científicos con su evocadora visión poética sin que notemos nunca cuándo prevalece una u otra sensibilidad. Así de bien hilvana ambos puntos de vista, que demasiado a menudo se nos presentan como irremediablemente separados. Él mismo nos confiesa que la escritura de este libro se le ha presentado como una extraordinaria oportunidad para huir en lo posible de todo ese maniqueísmo extenuante para el que, por otra parte, la escritura de naturaleza representa, cuando menos, un formidable antídoto:

Quizá veo y oigo pelearse tan a menudo a las ardillas que la calma de hoy me parece especialmente digna de atención. Sin embargo, hay algo más detrás de mi gozo; me siento liberado de una carga que pesaba sobre mi mente sobreejercitada. Ver a los animales salvajes pasándoselo bien juntos y disfrutando de su mundo es algo muy inmediato y real, aunque esa realidad está totalmente ausente de los manuales y de los artículos académicos sobre animales y ecología.

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Autor: Steinunn Sigurðardóttir. Traductor: Enrique Bernárdez Sanchís. Título: Heida. Editorial: Capitán Swing. VentaAmazonFnac y Casa del Libro.

Autor: Henry Beston. Traductoras: Irene Oliva Luque e Inés Clavero Hernández. Título: La casa más lejana. Editorial: Volcano Libros. VentaAmazonFnac y Casa del Libro.

Autor: David George Haskell. Traductor: Guillem Usandizaga. Título: En un metro de bosque. Editorial: Turner. VentaAmazonFnac y Casa del Libro.

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