Escribí Tarada guiada por su protagonista. La premisa era que la prosa fuera igual de libre que su desmelene.
Me colé en el coche de esta mujer impulsiva y con tendencia al caos. En pijama, sin mapa y con ganas de arrasar. Aceleré. Podía ser divertido. A ver dónde llegamos juntas, a ver quién nos frena. Tú fluyes y yo te escribo, ¿vale? Huyamos juntas de la humedad y la lluvia continuada. Te prometo que te acompañaré a pecho abierto. Yo también busco sol, luz, calor, amor.
Seamos aliadas, seamos compañeras. Crucemos la frontera rumbo sur y si agotamos la gasolina sigamos a pie, y si la piel se quema tal vez no sea tan malo. Permitamos que el corazón arda. Seguro que aparece quien nos ayude, surgirá una oportunidad. Vamos. Solo tenemos que dejarnos llevar, confiar en la improvisación. Con lo mínimo, piel y agallas, sobreviviremos.
Las lecturas que nos recomienda ese bibliotecario también sirven de palanca. ¿En quién no habita la oscuridad? ¿Lo ves? Tomemos esos personajes como estímulo y espejo. La aventura de lo imprevisto puede ser arriesgada, pero ya estamos en la carretera y no necesitamos más. Ni rutina, ni salario, ni expectativas. Fíjate en nuestro potencial: capaces de reír y llorar a la vez. Somos un arcoíris en la tormenta.
Vale, puede que necesites averiguar de dónde vienes. Yo te presto una celda y un boli con el que soltar toda la tinta de rencores pasados. Así abandonamos lo triste en el papel, y tú y yo tal vez limpiemos el alma. Escupamos las traiciones como un conjuro. Cavar, horadar las entrañas a paladas. Yo te ayudaré desde este lado, solo tienes que darme pistas y la intuición me susurrará dónde te dañaron y qué cuello debo apretar. Si retiramos las vendas, las palabras saldrán a borbotones. Esas heridas solo necesitan alcohol.
Seremos dos tipos duros. Si hay que robar o besar, hagámoslo. Delincamos juntas. Forajidas y nómadas. Nuestro camino está abierto a lo que suceda porque, ¿sabes qué?, cualquiera de nuestras traiciones está justificada. Lo mereces. Te han llamado tarada tantas veces que piensas que no perteneces a ningún otro lugar más que al cerrajón de tu mente, pero ya te he dicho que yo te entiendo, que yo te escucho. Taparé a puñetazos de poesía quien desprecie tus maneras. Buscaré para ti una bicicleta, ropa seca, un pollo caliente, una playa, una tableta de chocolate, agua fresca, un perro a quien cuidar o tres niños como tres oseznos. Respiremos con ellos, con el soplo puro de la espontaneidad salvaje. Su desparpajo contagia, ¿verdad? Jugar no es un verbo exclusivo de la infancia, también de adultos necesitamos recoger las piezas para construir aviones. Por eso partimos, ¿recuerdas? Prometimos volar.
Te acompañaré hasta que se ablande tu entrecejo, hasta que descubras tu suspiro de luz. Entonces podrás seguir el viaje sola. Aquí estaré si me vuelves a necesitar Será una aventura inspiradora. He aprendido muchísimo a tu lado. Eres una tarada maravillosa.
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Autora: Carolina Sarmiento. Título: Tarada. Editorial: Pez de Plata. Venta: Todostuslibros y Amazon
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