El bautismo de Cristo, obra atribuida a El Greco y que reside en el retablo mayor de la iglesia del Hospital de Tavera, en la ciudad de Toledo, narra, como su propio nombre indica, el momento en que Jesús, tras llegar al río Jordán e instalarse desnudamente en su orilla, ruega a su primo Juan que lo bautice, que lo convierta, como bien dice Ricardo Menéndez Salmón en su relato La bella y los monstruos, en el hombre que nace a su propio credo.
La distorsión del detalle fue el vehículo que permitió a El Greco revelar una verdad oculta bajo la superficie de la forma y el color, y que en El bautismo de Cristo se evidencia gracias a las elongaciones del protagonista y su postura casi genuflexa. En lo grotesco se esconde la devoción del hombre y su apacible ceguera, y también esa dimensión ulterior que Borges y Nabokov definieron literariamente como el factor oculto. En los cursos de literatura que este último dictó en la Universidad de Cornell entre los años 1948 y 1959 (Lecciones sobre literatura, Lecciones sobre literatura rusa y Lecciones sobre Don Quijote), se nos previno de la mal llamada “vida real”:
La idea de «vida real», pues, se basa en un sistema de generalidades, y si los llamados hechos de la llamada «vida real» enlazan con la obra de ficción es únicamente en cuanto generalidades. Por lo tanto, cuanto menos general sea una obra de ficción, menos reconocible será en términos de «vida real». O viceversa, cuantos más detalles vividos y nuevos haya en una obra de ficción, más se apartará esta de la llamada «vida real», dado que la vida real es el epíteto generalizado, la emoción media, la multitud de los anuncios, el mundo de sentido común [1].
Si algo persigue la ficción es derruir el muro que separa la vida real de la existencia del ser humano. Existencia que entremezcla lo contradictorio y lo aberrante, el anhelo y la desesperación, el amor y el odio sin ataduras ni convenciones edulcorantes. «La ficción ––escribe Karl Ove Knausgård, en su último ensayo La importancia de la novela–– debe penetrar lo interior y mantenerlo abierto». Prevenido, pues, frente a lo aparente y dispuesto, como hizo El Greco, a mantener abierta la mirada del prójimo, Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) nos entrega Los muebles del mundo (Seix Barral, 2023).
El rigor, la hondura existencial y un estilo que es literario y a la vez introspectivo definen la prosa de Menéndez Salmón. Su manejo del lirismo al abordar conceptos tan misceláneos como la violencia o la desolación, y su capacidad para humanizar los distintos impulsos que orillan «la vida real» (la trilogía no oficial que conforman sus novelas La ofensa, Derrumbe y Medusa son un claro ejemplo) sitúan al autor en un estadio tan infrecuente como privilegiado, porque infrecuente es aunar en un mismo volumen relatos fechados entre 1999 y 2022 y que en él prevalezca un imponente sentido de la unidad; y privilegiado que la mirada heterogénea que a todo autor le impone el transcurso del tiempo no haya supuesto para él una renuncia a su valioso concepto de la ficción. Los veintiún relatos que componen Los muebles del mundo responde a la idea tan visible, por ejemplo, en la obra de Juan Carlos Onetti (mencionemos, por ejemplo, La vida breve), de que la ficción debe ser refugio y espejo, fotografía de lo aparente y vehículo hacia esas grandes realidades imaginarias que nos permiten escapar de la desolación.
Y es en este punto donde sobresale la maestría de Ricardo Menéndez Salmón. A diferencia de otros genios contemporáneos del relato como George Saunders o Eloy Tizón, su apuesta por el formalismo y la robustez literaria, y su visión realista del hecho, de la anécdota o del contexto histórico que alimenta el conflicto, es la trampa extraordinaria que conduce al otro lado, a la mitad superior del cuadro de El Greco, a ese territorio ignoto donde la identidad, el desamor y la muerte se entrelazan con el delirio del ser humano y la verdad.
Los muebles del mundo confirma lo que el autor confiesa en su prólogo: contar un relato es el modo de salvar lo que encierra y dignificar a quien escucha, de alimentar la hoguera que esclarece la eterna noche para que no se apague, de colocarnos a sus lectores ––y Ricardo Menéndez Salmón lo hace de forma magistral–– frente a un espejo real de nuestro yo más profundo.
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[1] Vladimir Nabokov, Curso sobre el Quijote (Debolsillo, 2020).
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Autor: Ricardo Menéndez Salmón. Título: Los muebles del mundo. Editorial: Seix Barral. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Excelente reseña. Me motivó para leerlo.