“La mejor novedad está en lo viejo”, dice Gabi Martínez en las páginas finales de este libro, compendio de historias, cuadros y reflexiones sobre el campo, y no sobre un campo cualquiera, sino sobre aquel del que procede la estirpe del propio autor, La Siberia extremeña. Lo cual no es poca cosa, tal y como anuncia en los párrafos iniciales, donde confiesa que tal vez ha tenido que recorrer el mundo, que es lo que ha hecho en los años anteriores a su decisión de irse a cuidar ovejas a la tierra de sus padres, para poder ir ahora al encuentro de lo propio; pero no de lo propio de ahora, sino de lo de antes, de lo de otras vidas y otras épocas de las que ya no van quedando ya sino relatos. Y estos relatos han sido a menudo denigrantes, nos advierte —y si no, ¿por qué Cervantes se empeña en ocultar el lugar de La Mancha desde el que parte su héroe?, ¿porque es un pueblo insignificante?, indica el autor a mitad del volumen—, denigrantes y despectivos, cuando no cargados de la mayor de las indiferencias, la incomprensión y el hastío, modalidades de enorme éxito desde siempre en la literatura en lengua española a pesar de la llamada de auxilio de la generación del 98, hasta el punto de que ha tenido que ser un cetrero, reconvertido en narrador televisivo, quien en mayor medida y más dignamente ha contado, nos advierte el autor, la naturaleza en España.
Félix Rodríguez de la Fuente, y Miguel Delibes, que también se convoca en estas páginas, son los dos únicos referentes dignos de ser tenidos como tales en lo que a la literatura de naturaleza en España se refiere. Ellos y, ahora, Gabi Martínez, quien definitivamente nos hace entroncar en esta obra con lo mejor de un género poco trabajado, por no decir nada, entre nosotros. Ellos son los precursores, los que, de alguna manera, mantuvieron encendida la llama en una época en la que ya el campo —y sus relatos—sucumbía del todo frente al empuje de la ciudad —y sus relatos—. Gabi Martínez es ahora el que nos trae estos textos, que, como un puñetazo encima de la mesa, necesariamente han de abrir vías nuevas para este tipo de escritura. Él lo hace a su manera, que es como, en definitiva, se adaptan los géneros forjados en otras latitudes, como es, en este caso, el del nature writing, a las literaturas locales: combinando la mera descripción anglosajona, que aquí toma un vuelo poético de notable raigambre noventayochista, con la autoficción propia de estos tiempos que corren y que busca comprender el entorno a base de intentar comprenderse a uno mismo, mientras incursiona, en algunos puntos decisivos, en aquellos en los que concurren, y respiran y laten, otros personajes, en lo mejor de la tradición del reportaje periodístico.
Porque estamos ante una obra que contiene, además, aceradas reflexiones sobre la importancia del lenguaje, también para penetrar y, por lo tanto, comprender todo territorio derrotado. El propio autor relata hasta qué punto le cuesta escribir lo que se ha propuesto, y como ello no sucede hasta que consigue llamar mirlo al pájaro, y a la hierba maíz, hasta que rescata, en definitiva, lo que, con el paso de las generaciones, se ha perdido: las palabras, el lenguaje del campo. Porque ahora, concluye, no se trata de ir a donde nadie ha estado, lo que no ha traído sino “primicias vulgares”, sino de ir al rescate de lo que ha permanecido. Ahora, concluye, “permanecer es el mérito” y, por lo tanto, “encontrar ya no es la prioridad”. En todo caso, advierte quien hasta ahora ha escrito con brillantez también sobre Marruecos o sobre China o sobre la ribera del Nilo, a la hora de buscar la belleza de lo antiguo, de eso descubierto ya por otros y por ellos modelado, mejor que caminar hacia grandes centros de peregrinación es sin duda ir en busca de “un lugar que resuene dentro de ti”.
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Autor: Gabi Martínez. Título: Un cambio de verdad. Editorial: Seix Barral. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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