Cuando el otoño empieza a mostrar su rostro más oscuro, una sacudida editorial aspira a iluminar el cielo, más bien plomizo, de la poesía española. Estamos hablando de «Rayo Azul», la nueva colección dirigida por Enrique Villagrasa y Óscar Ayala por la que ha apostado nuestra casa editorial.
Nada más y nada menos que seis poemarios contundentes han desatado, simultáneamente, esa tormenta: Dije Luz, de Mar Benegas; Placeres y mentiras, de Mercedes Escolano; Pavesas y Lar, de José Ángel Hernández; Vikinga, de Isabel Tejada; Después, de Isabel Bono y En este momento que llamamos lugar, de Juan Antonio Tello. No cabe duda de que los responsables del proyecto han querido dejar constancia de la confianza con que afrontan esta criatura ajena a las modas, corrientes o esclavitudes comerciales, concebida como un “templo” para la poesía donde impera un solo criterio: la calidad. De ello dan muestra los casi dos años que han tardado en seleccionar los primeros libros y en dar con un diseño rotundo, limpio, mimado.
A este respecto, Antonio Huerga reconoce estar emocionado y sorprendido por el resultado. En esta colección se vuelca la esencia de lo que Charo y Antonio han aprendido en cuarenta años de oficio: “La oportunidad de mostrar nuestro grado de compromiso y de innovación que ofrecía dar a luz Rayo Azul precisamente ahora. Esa responsabilidad que obligaba a que el resultado tenía que ser una muestra de que la ilusión y la capacidad de innovar existe a pesar de los años que llevamos en la aventura de editar”. Y es que, hay que reconocerlo, el equilibrio, el buen gusto y los detalles de los libros consiguen ser una prolongación de la acción creadora de los autores, no un simple contenedor de sus versos.
En cuanto a la línea de la colección, los coordinadores admitimos que solo hay un criterio: la calidad. No hay preferencias ni límites, al menos declarados. Ambos se reconocen, sobre todo, como lectores de poesía, y han sido las reiteradas coincidencias ante la emoción contenida en determinados versos la que les ha llevado a retomar un proyecto que venía de hace tiempo y armarlo desde la casa de Huerga y Fierro. Si bien no faltan ni editoriales ni oportunidades para editar en este país, sí echaban en falta una colección de referencia, una colección a la que acudir sin temor a equivocarse, porque no cabe duda de que cualquier poemario de esta colección será excepcional. “Para publicar buena poesía hay muchas editoriales y colecciones en España. Incluso para publicar poesía notable y hasta dudosa poesía hay muchas colecciones. Pero para publicar poesía excepcional no hay tanta, y el lector de poesía debe saber dónde puede acudir”. Hay muy buenas colecciones, pero desde la desaparición de alguna editorial ya legendaria los catálogos de la gran mayoría se han ido llenando de libros que no son tan buenos. Hay que preservar alguna y no permitir que tenga fisuras. Los coordinadores han diseñado un sistema de selección con decenas de lectores previos que criban poemarios sin ningún tipo de referencia, para que no haya ningún condicionamiento en la selección. Así, autores consagrados podrán convivir perfectamente con jóvenes autores; es más, según confiesan, el único sentido, la única motivación que tiene cargarse con tanto trabajo, es ser los primeros en leer al que pueda ser el gran poeta del siglo XXI y facilitar a los lectores el acceso inmediato a su obra.
En cuanto a la insólita decisión de salir con seis libros de golpe, en noviembre, anunciando que en la próxima primavera se hará la segunda entrega con otros tantos poemarios tan rotundos como los primeros, los responsables confiesan que es totalmente premeditada. Su pretensión no es entrar en el mercado y competir por un lugar en una estantería semanal de algunas librerías escogidas, sino crear un fondo de libros siempre accesible y atemporal, como debe ser la buena poesía. ¿Para qué empeñarse en publicar un libro excelente que luego no va a ser distribuido o que en apenas unos meses va a ser inencontrable? Eso no tiene sentido. Un buen libro de poesía debe quedar al margen de la oportunidad, del interés, la moda e incluso de su tiempo y de su espacio, así que hay que preservarlo en un lugar construido específicamente para él. En cuanto al nombre de la colección, reconocemos también, llegó solo, tras una noche memorable en que podrían haberse bautizado otras cien colecciones: cuando llegaron a Rayo Azul y se percataron de que, además de todas sus connotaciones, precisamente un rayo azul (blu-ray) fue lo que vino a sustituir al DVD, y que este era el nombre de otra ya legendaria editorial, decidimos homenajear también, aunque fuera muy lateralmente, a un proyecto como aquel. “Debemos la vida a los que han dedicado la suya a la poesía, tanto a crearla como a hacérnosla llegar. Todos ellos forman parte de este equipo”.
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