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Un regreso de truenos metálicos

Un regreso de truenos metálicos

Existen novelas que suenan a blues, novelas que suenan a música popular, a música clásica o incluso a cánticos infantiles, pero seguramente haya pocas novelas (por no decir ninguna) que suenen a heavy metal. Pues bien, detrás de un título contundente, con connotaciones oportunas (La Armada Invencible) y de una cubierta llamativa (una figura con cabeza de tiranosaurio, embutida en cuero negro y tachuelas, toca la guitarra con la bota apoyada en un amplificador), la última novela de Antonio Ortuño cuenta la historia de un grupo de metaleros de Guadalajara, Méjico, que no despegaron de jóvenes y deciden reunirse pasados los cuarenta. Una novela que, ante todo, suena a heavy metal.

Quien haya leído obras anteriores del autor conocerá su afán por reinventarse con cada libro. Así, después de contar en Méjico una historia sobre el exilio con ecos familiares (sus abuelos y su madre eran exiliados españoles), aborda aquí una historia que no tiene nada que ver, menos cruda y menos violenta que otras suyas, pero muy personal: la formación de una banda de rock duro, prometedora, pero frustrada por el entorno primero y por el choque generacional después.

"Entre alusiones a Black Sabbath, Metallica, Helloween o Motörhead, asistimos a un desfile de personajes variopintos"

Lo que podría ser un derroche de sentimentalismo nostálgico, por suerte toma otra forma. Más acorde al espíritu metalero que Ortuño busca resucitar. La melancolía está ahí, sí, pero diluida, sepultada bajo capas de erudición musical, humor e incluso algo de romanticismo. La conciencia del paso del tiempo, de los achaques de la edad, las oportunidades perdidas y los sueños rotos se materializa en un tono rabioso y festivo, de estruendo y conversaciones de bar, que hace hincapié en la aparatosidad del fracaso, en las anécdotas triunfales o ridículas, memorables o incómodas.

El narrador es Yulian, el bajista de La Armada Invencible y un personaje que tiene más de Watson que de Holmes. Yulian, desde su temperamento reflexivo, templado, narra, como parte y como testigo, el pasado y la resurrección de la banda, situando a la cabeza a Barry Dávila, su líder. Porque la iniciativa es siempre de Barry. Él forma la banda, el reúne a sus integrantes y, si la banda cae, sólo será cuando él caiga. Su temperamento (irreverente, fogoso, iracundo, deslenguado) resulta tan carismático probablemente porque lo leemos desde fuera, con los ojos de Yulian. Esta distancia nos permite divertirnos con su ímpetu sin temor a cansarnos de él.

"También el vocabulario, más hablado que lírico, rudo pero jovial, responde a una intención casi declarada en la propia novela, a un amor explícito por una generación de metal que desprecia las letras de almíbar de la música comercia"

Pero no todo es Barry. Entre alusiones a Black Sabbath, Metallica, Helloween o Motörhead, asistimos a un desfile de personajes variopintos: desde los propios integrantes, pasados y presentes, como Mustaine (el guitarrista hermético, amante de la estética glam, huido de la banda por un puñetazo de Barry) o el Gordo (baterista adinerado de buen corazón, jefe de Yulian en el taller Laminados Aceves), pasando por la hija distante de Yulian o el esperpéntico club de Swingers Metaleros de Zapopan, hasta los amores que rondan al protagonista (Lupita, su exmujer, con la que guarda un pasado humillante, Pato, guitarrista también y su eterno amor platónico, y Brenda, la joven sobrina del Gordo, venenosa y desafiante, que le aterroriza).

Estos personajes y sus historias, entrelazadas con la biografía de la banda, se nos presentan en una estructura que rezuma metal desde lo general hasta lo específico. El libro tiene dos partes (Lado A y Lado B), divididas en capítulos que llevan por título el nombre de algunas canciones reconocibles del género: Jump in the Fire, Orgasmatron Estos capítulos, a su vez, alternan entre la narración de Yulian y los testimonios de los demás que, a modo de entrevistas para un documental (que recuerdan al contenido de revistas musicales como Metal Hammer), sirven para dar voz al resto de las perspectivas y para aterrizar aún más esa sensación de realidad, tan necesaria para que la novela, como decía al principio, sonase a heavy metal.

Por eso también el vocabulario, más hablado que lírico, rudo pero jovial, responde a una intención casi declarada en la propia novela, a un amor explícito por una generación de metal que desprecia las letras de almíbar de la música comercial, sacadas de un molde, pero también rechaza la deriva del metal posterior, melódico y rapeado de Linkin Park o System of a Down, a los que llama incluso llorones (esto me dolió). Porque las letras del metal, insiste el narrador, no hablaban de sentimientos baratos, sino de realidades sociales, de corrupción o del cambio climático. Tenían más que decir y lo decían, además, sin tapujos, con fiereza.

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Autor: Antonio Ortuño. Título: La Armada Invencible. Editorial: Seix Barral. Venta: Todostuslibros.

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