Los 26 años transcurridos desde que Lorenzo Silva empezó a publicar en Destino, tras quedar finalista del Premio Nadal en 1997 con La flaqueza del bolchevique, y los más de 40 libros que entre las distintas ediciones de sus diferentes títulos integran el catálogo de la casa, hacen que la colaboración de este escritor madrileño con la editorial barcelonesa sólo sea comparable a la que mantuvo en su día Miguel Delibes. Una sintonía infrecuente en unos tiempos de deslealtades y búsquedas del mejor postor como los que corren.
Nada mejor, para celebrar esas bodas de plata de Destino “con su autor más representativo”, según Emili Rosales —actual director de la casa—, que la publicación de una nueva novela. Púa, el título en cuestión, puesta a la venta en estos días, es una obra singular en la bibliografía de su autor. Siendo ésta en muchos aspectos una cartografía de la sociedad española, esta nueva entrega no está localizada aquí. Aunque también podría ser que sí lo estuviera. Púa se enmarca en un lugar impreciso y en un tiempo sin especificar del que sólo sabemos que la gente no usaba teléfonos móviles. La universalidad del relato no le excluye de cierto casticismo porque Púa es un thriller sobre la guerra sucia y esas cloacas de los estados de derecho desde las que a veces se pone en marcha. Y eso ha pasado tanto aquí como en Francia, el Reino Unido, Estados Unidos y hasta en la Jerusalén de Conrado de Montferrato durante la tercera cruzada, allá por el siglo XII.
Dicha imprecisión, también otorga al novelista “cierta capacidad para la fabulación, para la creación literaria”. Puesto a escribir, hay asuntos de entregas anteriores, entrevistas para otros textos, que permanecen en la memoria de Silva hasta que comienza a trabajar en ellos al cabo de una década. “Es algo que cada vez me pasa más. Hace muchos años que pensé escribir una historia como ésta”.
Pero, antes de ponerse a ello, se ocupó de los comuneros castellanos, la guerra de Afganistán, la de África o la investigación criminal en la España contemporánea. Y es que, otro de los pilares sobre los que pivota esa colaboración con Destino que ya alcanza el cuarto de siglo, es la buena disposición de la editorial para la variedad de registros del creador de Bevilacqua y Chamorro.
Púa, el protagonista de Silva en esta ocasión, no tiene nada que ver con su célebre pareja de guardias civiles. Muy por el contrario, se antoja más próximo a George Smiley y su gente del Circus —la agencia de la inteligencia británica para el extranjero en las novelas de John le Carré—que a la Benemérita. En Púa no hay buenos méritos que valgan. Es un peón de la guerra sucia que ni siquiera intenta disimular su perversión: “Soy una mala persona”, comienza confesando en la primera frase de esta novela, a la que da título.
A medida que avanza en el relato, el lector sabe de varias decisiones que han llevado al protagonista a traspasar, no solo la línea que separa la legalidad de la ilegalidad, también esa otra que distingue lo humano de lo inhumano. Atrocidades para quienes respetan la ley y la humanidad de los demás, que certifican con creces esa maldad que Púa se atribuye.
Perteneciendo a esa clase de gente que tortura, mata y manda matar a otros sin mayor problema, tampoco es un psicópata. Suelen serlo el común de las personas que actúan así. Seguramente hubiera sido más fácil retratar a uno de ellos. Pero un autor como Lorenzo Silva, cuya obra ha sido merecedora de tantos reconocimientos, no podía habérselo permitido. Púa tiene conciencia y a ella apunta el novelista.
El creador de Bevilacqua y Chamorro ha concebido esta nueva historia, ajena a sus dos guardias civiles, en dos planos. Por un lado, el principal, nos descubre lo que sucede en los asesinos y demás ejecutores de los crímenes perpetrados para la salvaguarda de los estados de derecho; por el otro, nos descubre cómo afectan a las sociedades que, teóricamente, se benefician de las guerras sucias, siempre puestas en marcha para salvaguardar su paz o su orden establecido.
Esas bodas de plata, ese aniversario con la editorial que el escritor celebra con este thriller, también ha sido ese balance, esa mirada atrás que suelen traer estas conmemoraciones:
“El año pasado cumplí 56 años. Es un buen momento para recordar y pensar en lo que te puede quedar por delante. En ese sentido, Púa es un libro que trata de un conflicto moral, en el que se ven envueltas las personas y las sociedades. Un conflicto moral que se sitúa en el límite. Por eso me interesó a mí ahora esta historia después de llevar pensando en ella bastantes años. Me sedujo la idea de llevar al lector a esos momentos recónditos de la conciencia de las personas, antes, después y durante los engaños, las torturas y los asesinatos que encarga mi personaje. Todas esas acciones, que son extremas, vienen precedidas de unas motivaciones, de unos mecanismos psicológicos que incluyen la manipulación de unas personas por otras. Por eso, también elijo la ficción pura».
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